tribuna abierta
¡Con urgencia busquen a Frank Krawinkel!
Durante décadas, Frank Krawinkel, mítico personaje de la historia deportiva dominicana, fue centro vital en el marco del movimiento del deporte nacional.
Y con el paso del implacable tiempo -que nunca transita sin dejar sus huellas indelebles- fue asimilando su verdadero y efectivo motivo de ser.
Resaltar que su gran preparación mental le ayudó a conseguir cosas que tal vez muchos no imaginaron lograría.
Su recia personalidad que se forjó desde que era un benjamín, le permitió constituirse en líder y mentor de varias generaciones. Fue un cazador de espacios imaginarios.
En ese contexto puso su talento y creatividad que dieron al traste con el éxito que como atleta alcanzó.
Pero en especial, sus resonantes éxitos como jugador de baloncesto y tras irse del tabloncillo, en su rol de narrador de la misma disciplina que al final lo catapultaron al singular e histórico espacio que lo asentó a la inmortalidad en el deporte nacional.
Kranwinkel, “Tío Frank, como lo comenzaron a llamar años después de abandonar las canchas, era una especie de protagonista, capaz de hacer frente a la adversidad y a la realidad latente.
Por esa comprensión y trillar caminos que marcaban duras luchas, llegó a lograr ver concretados los anhelados propósitos.
En ese trayecto hizo conciencia de ser hombre realista, sin frenos contra las manidas teorías -que muchas veces no resultan-, y demostró que con el trabajo práctico y constante, se pueden alcanzar las metas deseadas.
¡Su maravillosa historia dice que sí, que con una la práctica bien llevada, ¡sí se puede!
Es una historia que lo marca
En este artículo, que lo escribí con sentimiento sancarleño para recordar a un ser humano excepcional de República Dominicana, se plasma parte de una historia interesante y que arropa de pies a cabeza a Frank Krawinkel.
Sumado a lo reseñado en las líneas de arriba, ojalá me salga bien lo que a continuación se lee.
Frank Kranwinkel Zaiter, nacido el 17 de septiembre de 1946, también fue conocido por su allegados como ”El loco Frank”, El Tío, El detective, Frank Palo, Shang Tang, entre otros motes que él nunca rechazó.
Un gran exponente que imprimió colorido, inspiración, coraje y firme decisión en el ánimo de los demás.
Su liderazgo hacia que las cosas giraban en torno a él. Fue un mentor, un guía, sin darse cuenta de su instinto que se hizo presente para representar grandes grupos con ideas progresistas.
Su discurso no tenía doblez, pero tampoco su expresión sincera de que “la bondad del corazón habla la boca”.
Además de que -en todo el transcurrir de su vida deportista- los principios y la praxis ética estuvieron por encima de las negativas circunstancias las cuales, con su actitud optimista, nunca tuvieron malas consecuencias.
Es también gratificante rememorar a este gran ser humano, (sensible, primoroso, carismático, honrado carta cabal, amigo, solidario con las causas nobles) que siempre ha predicado con el ejemplo.
Y a propósito de mi viejo amigo Frank Kranwinkel y su decencia y buena práctica social, traigo a colación una de las frases más memorables del apóstol cubano José Martí que reza: “Quien que no vive para servir, no sirve para vivir”.
¡Apunten dos, oigan la bulla amigos”
A pesar de ser gran atleta en otras disciplinas, su encanto y pasión ha sido el Baloncesto.
Como baloncestista llegó a representar el país con la selección nacional de basket. Lo hizo en varias oportunidades y, sin dejar ni una pizca de duda, se le considera como unos de los grandes jugadores que ha vestido la enseña tricolor.
Su juego era agresivo, inteligente, rápido y alevoso (¿?)… conocía los kilates del contrario y como tal los sopesaba con valentía atlética y nunca se doblaba hasta el pitazo final del juego.
Desconocido para las actuales generaciones, tal vez cuando se hable de que fue de los hombres clave en la restructuración y organización del baloncesto local y la narración que llevó la alegría a la comunidad del barrio San Carlos, algunos se sonreirían entrañados (y hasta podrían saltar carcajadas)al tiempo de que no dudamos que alguien incrédulo llegara manifestar: “no lo parece”.
Sin embargo, El Tío Frank fue de los que no se amilanó y con su gran valor no lo pensó dos veces ¡para adecentar la dirigencia deportiva nacional!
De igual modo precisar que entregó su mejores años al baloncesto; sembró simientes imborrables que establecieron la Zapata que soporta esta estructura enorme y monstruosa, capaz de arroparlo todo lo que es hoy el baloncesto dominicano.
Kranwinkel es un gran ejemplo lleno de vivencia, anécdotas interminables que cuando se narran llegamos a la conclusión de que este hombre, sin importar su pesada adultez, presenta su cuerpo en excelente condición física y, también, con una siempre sin ninguna calamidad.
Usted puede encontrarse con Frank en cualquier parte de este país y se dará cuenta -lo aseguro- que él actuará como ha sido su sana costumbre: Sin estridencias, sin aspavientos, nada de pendantería y siempre con una actitud de clara humildad. Frank Kranwinkel Zaiter, divina persona, excepcional hombre que habita en la sociedad dominicana y que brilló con una bien encendida luz propia.
Con una maestría muy especial, en su histórica narración en partidos de baloncesto, concluimos con esta frase, que entra en el léxico del baloncesto y que debe seguir vigente: ¡apunten dos, oigan la bulla amigos!