mujeres de grandes ligas
En lo sencillo
En lo sencillo hay secretos de plenitud que todos necesitamos y que Dios Padre creó para el
ser humano.
Es lamentable que la vida actual nos ha vendido otra ‘movie’ que no es real. Muchos atletas se
han montado en la ola de lo grandioso, lo externo, lo superficial, distraídos de lo que realmente
produce el sentir de prosperidad, que no tiene nada que ver con lo material, sino con estar
emocionalmente satisfecho.
¿Porqué hay muchos deportistas que teniéndolo todo aún sienten que no es suficiente? Porque
el sistema los lleva sin ellos darse cuenta en la ola insaciable de llenarse con lo extravagante,
lo fuera de principios, lo ilegal, lo ilícito… cuando la vuelta era por lo sencillo.
Lo sencillo de ver crecer tus hijos, lo sencillo de pasear por un parque o un mall, lo sencillo de
sentarte con un verdadero amigo, lo sencillo de traerle a tu pareja una flor o una paleta, lo
sencillo de a solas hablar con Dios, lo sencillo de aprender a manejarte con lo que puedes y no
con la expectativa de lo que la sociedad dice que debes, lo sencillo de un abrazo a tu hijo, lo
sencillo de vestir a tus hijas, lo sencillo de cantar cumpleaños y comer bizcocho cada año, lo
sencillo de disfrutar lo que Dios te ha permitido lograr, lo sencillo de decir gracias cada vez que
tienes la oportunidad de abrir los ojos, en vez de pensar ufff “otro día más.”
Muchos atletas de renombre han llorado lágrimas y sentido gran pesar porque reconocen que
se montaron en la ola de los aplausos, fama y admiración, perdiéndose a sí mismos, su familia,
y lo más importante, el propósito de Dios; muchos han anhelado y suspirado volver a lo
sencillo, porque se dieron cuenta que en lo superfluo no estaba la satisfacción.
Es tan importante que la generación actual de atletas y deportistas reconozca la mentira y
falsedad qué hay detrás del sistema profesional. Claro que es su deber respetar y honrar su
profesión, pero nunca negociar lo fundamental.
“El hombre, como la hierba son sus días; Florece como la flor del campo, Que pasó el viento
por ella, y pereció, Y su lugar no la conocerá más.”
Salmos 103:15-16