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Triunfo merecido para los bamesianos

Miguel Dicent, armador y capitán del Bameso, fue fundamental en la corona ganada por el club.

Una gran gestión gerencial, un excelente manejo técnico y, sobre todo, la actuación de sus jugadores fueron las claves para que el equipo de Bameso lograra su tercera corona en el baloncesto superior del Distrito Nacional.

Para conformar la estructura, primero se firmó a Trahson Burrell, un atlético, pero temperamental swigman de 6-7 de estatura, que aporta ofensiva instantánea, velocidad y defensa. El segundo refuerzo estaba supuesto a ser Quintin Alexander, un delantero de poder que finalmente jugó con el Rafael Barias.

Cuando se estaba traduciendo su contrato, la gerencia recibió una “llamada mágica” en la cual se daba cuenta de la disponibilidad de Víctor Liz, capitán de la selección nacional, y artífice de la anterior coronación bamesiana en el 2012, pero de juego similar al de Burrell.

Para el puesto de refuerzo regional se apostó por la sabiduría, veteranía y astucia de Edward Santana, quien a sus 42 años se mantiene en una gran forma física y todavía puede aportar. Santana estelarizó con el equipo en los títulos de 2011 y 2012.

Con la decisión de unir a Burrell y Liz, la gerencia y los técnicos asumieron que los jugadores locales serían los encargados de la defensa cerca del aro y ayudar en la captura de los rebotes.

Así que el tridente compuesto por Jean Carlos Quezada, Miguel Simón y Fausto Pichardo tuvieron que enfrentar el reto, dar el paso hacia adelante y con sus acciones no defraudar la confianza depositada.

El encargado de hacer que la orquesta funcionara fue el armador y capitán del equipo Miguel Dicent. Con una calidad ya conocido en su posición, Dicent hizo química con Liz y Burrell, administró con excelencia los balones para cada uno y aprovechó al máximo las oportunidades ofrecidas por la defensa cuando esta se concentraba en las potentes armas ofensivas.

Yoel Feliz, discriminado en su club base –San Carlos-, aceptó el reto bamesiano con la garantía de parte de su gerencia y con el antecedente de ser el Dirigente del Año de la Liga Nacional de Baloncesto con los Titanes del Distrito Nacional/San Cristóbal.

Su estrategia de frustrar la ofensiva de Gerardo Suero -13 puntos en los últimos dos partidos- y a Jonathan Araujo en el séptimo y decisivo fue brillante y oportuna para sacar el resultado en una serie final ante el poderoso y favorito, Mauricio Báez.

Limitado, aunque no menos importante, el trabajo de los defensas sustitutos Henry Ortiz y Luixander Blanco quienes con sus aportes puntales complementaron perfectamente la labor de los estelares.

Un triunfo merecido basado en el esfuerzo, el buen hacer, el juego en equipo y en la infaltable mano de Dios como siempre lo atribuye su entrenador Feliz, quien se ganó, de paso una invitación al cuerpo técnico de la selección nacional.