¿Cómo mantiene Raúl Valdés el dominio a sus 44 años?
Nacido en la Habana, Cuba, durante el llamado “Año de la Institucionalización” (1977) como resultado de la “constitución socialista”, Raúl Valdés ha demostrado seguir siendo dominante en los terrenos de béisbol pese al paso del tiempo, venciendo cualquier pronóstico y la naturaleza misma de un jugador de béisbol.
A sus 44 años, este no ha accionado en ningún otro circuito que no sea la Liga Dominicana de Béisbol Profesional (LIDOM) desde 2019, algo que engrandece su figura y crea una mayor interrogante sobre cómo puede mantenerse dominante a pesar de su limitado tiempo de juego en otros niveles.
Durante el torneo del 2021-22 de la Lidom se observó a Valdés lanzar una bola rápida con tan solo 84.7 millas por horas de velocidad, aunque pese a esto registró un promedio de carreras limpias de 2.85 a lo largo de nueve aperturas en la Serie Regular, lo que engrandece aún más todo lo que puede hacer manteniendo la consistencia zafra a zafra.
Valdés volvió a demostrar su nivel de estelar con su primer partido de la temporada concierne al 2022-23 de la pelota invernal, manteniéndose en la lomita a lo largo de cuatro episodios en los que permitió tres hits y una carrera limpia, cediendo cuatro bases por bolas y retirando dos de sus contrarios por la vía del ponche.
Tras este partido, el inicialista se convirtió en el tercer lanzador en alcanzar el umbral de los 600 chocolates de forma vitalicia en la liga.
¿Cómo lo logra?
Los lanzadores del béisbol profesional han incrementado la velocidad de sus pitcheos de forma astronómica en tiempo reciente, aunque con Valdés sucede todo lo contrario, quien tiene que recurrir a otras maniobras mientras su millaje personal mantiene tendencia a la baja.
La localización se ha convertido en el principal aliado del monticulista perteneciente a los Toros del Este, haciéndose “confidente” de las esquinas y parte alta de la zona de strikes para disfrazar sus lanzamientos de “engañosos”.
En el curso del pasado torneo, la recta de Valdés generó un movimiento de caída vertical de hasta 17.8 pulgadas al llegar al plato, una cifra comúnmente excesiva para el pitcheo mencionado, pero que con un notable comando logra ubicar sus envíos a la altura de los codos de sus opositores, logrando batazos “indefensos” en forma de elevados para su suerte.
El superbo nivel mostrado por el zurdo, pese a enfrentarse a las manecillas del reloj y la pérdida de velocidad, hacen admirar su persona apertura tras apertura, quien ha sabido mantener la eficiencia con la biología en su contra.