TRIPLE TEAM
Russell fue lo que quiso: un hombre
Las manifestaciones de duelo han sido unánimes.
A los 88 años, el pasado domingo entró al sueño eterno el que fue considerado hasta la llegada de la década de 1980 como el mejor jugador en la historia de la NBA, Bill Russell.
Pero la grandeza que logró en la cancha, sus estadísticas, sus múltiples premios y anillos de campeón, las proezas en la Universidad y los Juegos Olímpicos no son nada en comparación con sus aportes a la sociedad de los Estados Unidos y la lucha por los derechos humanos.
Russell fue la columna vertebral de los Celtics de Boston que dominaron en la década de 1950 con ocho títulos seguidos. En sus 13 campañas ganó 11 títulos, dos de ellos con la dualidad de jugador y entrenador. Ganó en la NCAA y en los Juegos Olímpicos. Fue cinco veces Jugador Más Valioso de la liga. De por vida promedió 15 puntos y 22 rebotes y fue el único que pudo “controlar” en cierta medida al increíble jugador ofensivo que fue Wilt Chamberlain.
Pero fue con sus acciones fuera de la cancha que se hizo una leyenda entre sus pares.
Como una de las principales figuras del deporte, unió fuerzas con otros no menos notorios como el boxeador Muhamed Alí, el jugador de la NFL Jim Brown y Kareem Abdul-Jabbar para combatir con ferocidad las leyes de segregación racial que impedían una vida plena a los afroamericanos (negros) en su país.
Sufrió en carne propia junto a sus padres la discriminación por el color oscuro de su piel, pero siempre estuvo dispuesto a prestar su nombre, su tiempo, sus recursos humanos y económicos para alzar su voz y luchar por los derechos fundamentales e inherentes a cada ser humano.
Una leyenda entre leyendas. Un paradigma de su tiempo que ha trascendido los años y que gozó de una extrema y merecida veneración por todas las generaciones de jugadores de baloncesto que le siguieron.
Russell quería que al morir se le recordara como un hombre. Pero habrá que reconocerlo como un hombre bueno que quiso hacer del mundo un mejor lugar para vivir.