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El amor envuelto en velocidad y karate

LA PAREJA INTEGRADA POR FÉLIX SÁNCHEZ Y MARÍA DIMITROVA NARRA SU HISTORIA SOBRE LA RELACIÓN QUE MANTIENE DESDE HACE DOS AÑOS

María Dimitrova y Félix Sánchez junto a su pequeño retoño Ayden, de cinco meses disfrutando de uno de los tantos momentos felices en el confort del hogar.

María Dimitrova y Félix Sánchez junto a su pequeño retoño Ayden, de cinco meses disfrutando de uno de los tantos momentos felices en el confort del hogar.

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Pedro G. BriceñoSanto Domingo, RD

Tan estable y sólida es la re­lación amorosa y familiar entre Félix Sánchez y María Dimitrova, como los mis­mos historiales que poseen en los deportes que lo han llevado a colgar sobre sus cuellos medallas olímpicas, mundialistas, panamerica­nas y centroamericanas.

El lunes, con motivo de la celebración del Día del amor y la amistad, la pare­ja, sin quizás la más laurea­da en el mundo deportivo en el país, sacó espacio para interactuar con Listín Dia­rio y sus lectores sobre pre­ferencias e interioridades en el año y medio que man­tienen de relación matrimo­nial.

“Pienso que cuando se tie­ne una relación estable, cualquier día puede ser San Valentín, entiendo que si es­ta es inmadura entonces las personas escogen esta fe­cha para expresar de ma­nera más profunda sus sen­timientos”, sostuvo la tres veces campeona paname­ricana en kata, modalidad del karate.

“De mi parte, creo que no hay un día específico pa­ra mostrarle a tu esposa lo mucho que la adora, com­prarle flores o algún otro detalle que entiende les agrada”, sostuvo de su lado, el dos veces monarca olím­pico en los 400 metros con vallas.

Uno, Félix retirado e in­mortalizado el año pasa­do al Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano, mientras que Dimitrova, Bulgara, pero hace mucho tiempo “aplatanada” , aún activa, pero ya con méritos suficientes para seguir los pasos de su consorte en el altar de la inmortalidad.

Ambos no son muy dados a festejar fechas de esta índo­le, pero tenían programado compartir en el hogar, con una cena romántica, acom­pañada de un par de buenos vinos y una música suave en privacidad y tranquilidad, junto a su hijo Ayden, de apenas cinco meses y Asher, de cuatro años y quien es hi­jo de Félix.

“Entendemos que la pare­ja se siente mucho mejor compartiendo de esta ma­nera, además en fecha co­mo esta las calles están muy saturadas”, externan.

Casados en octubre del 2020, a María le encanta y admira lo transparente que es Félix, a quien define co­mo una persona sincera y directa.

“Cuando te dice algo, te guste o no, puede estar se­guro de que eso es lo que piensa y siente. En el no existen los rodeos”, señala.

Otro aspecto que la monar­ca de 35 años admira de su pareja es que es un hom­bre muy seguro y decisivo. Cuando se propone algo, es difícil desviarlo de su meta. Y como padre, es excelente Su tiempo con Ayden y As­her es sagrado para él.

Y claro, Félix no se queda atrás y tiene unas expresio­nes favorables para su es­posa. “ De María admiro el amor y cuidado que le tiene a sus padres”. Sostiene el monarca dorado de Atenas (2004) y Londres (2012).

Para luego continuar, María es una mujer fajadora, apar­te de madre y esposa, ma­neja una Academia de Kara­te con más de 200 clientes, cuenta con una Fundación, está haciendo una maestría de Executive Management en Barna Business School y unido a esto es atleta de al­to rendimiento y cumple con sus entrenamientos de la selección con miras a sus próximos eventos. Félix re­salta que para cumplir con todas esas atribuciones, ha­cerlo muy bien, se debe ser una persona super organi­zada, lo cual logra sin des­cuidarse de ninguno de sus compromisos. “Esto es Ma­ría” expresa.

Aunque cuentan con una multiplicidad de compromi­sos, ambos han aprendido a aprovechar mejor el tiempo libre que tienen como pa­reja. Mejorar en la toma de decisiones, las cuales se rea­lizan siempre en equipo.

Hace poco más de dos años, el Super Sánchez y Dimitro­va sorprendieron al mundo deportivo dominicano con su relación de amor, hoy es­tán felizmente casados, con un retoño y prestos a tener y disfrutar de un amor tan verdadero y consistente co­mo sus propias carreras.

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