La salida de Koeman, una nube más en la tormenta perfecta del Barça
LA DERROTA 1-0 FRENTE AL RAYO VALLECANO FUE LA GOTA QUE COLMÓ LA PACIENCIA DEL PRESIDENTE JOAN LAPORTA Y SU DIRECTIVA
El zarpazo del 'Tigre' Radamel Falcao el miércoles en Vallecas precipitó la salida del técnico Ronald Koeman del Barcelona, añadiendo más leña a la triple crisis deportiva, económica e institucional del equipo azulgrana.
La derrota 1-0 frente al Rayo Vallecano fue la gota que colmó la paciencia del presidente Joan Laporta y su directiva, al mando del Barça desde marzo pasado, y que siempre se mantuvo entre dos aguas a la hora de apoyar a Koeman.
El técnico holandés había llegado al Barça de la mano del dimitido Josep Maria Bartomeu en el verano de 2020 por lo que siempre fue percibido como una herencia impuesta a la actual dirección, presidida por Joan Laporta y elegida en las elecciones de marzo pasado.
"El presidente no escondía, en privado, sus desavenencias futbolísticas con el entrenador. Ni evitaba las críticas. Algunas feroces. Pero públicamente le dio su apoyo pensando, de verdad, que el milagro era posible", escribió este jueves el director del diario deportivo catalán Sport, Lluís Mascaró, en su columna "Crónica de una muerte anunciada".
'Equipo en reconstrucción'
Las especulaciones sobre una eventual destitución de Koeman fueron moneda corriente casi desde el inicio de la temporada, llevando al técnico holandés ha pedir un apoyo explícito, cansado de esos rumores.
El equipo está "en una situación de reconstrucción", recordó Koeman en septiembre en vísperas del partido de la 6ª jornada de LaLiga contra el Cádiz, en una declaración sin preguntas, añadiendo que este proyecto "se merece ser incondicionalmente respaldado en palabras y en hechos".
"Los títulos se ganan en los vestuarios y el del Barça tenía a un entrenador frágil porque estaba en la cuerda floja", escribió este jueves el director de Mundo Deportivo, Santi Nolla, en su columna.
Koeman recibió el apoyo que pedía, tal vez en parte porque el coste de su despido, cifrado por la prensa española, entre 12 y 14 millones de euros (entre 14 y 16 millones de dólares) hacía reflexionar mucho a un club, sumido en una ingente crisis económica.
Con una deuda y compromisos futuros por valor de 1,350 millones de euros (1,557 millones de dólares), problemas de caja y una masa salarial disparada, el director general del club azulgrana, Ferran Reverter, afirmaba el 6 de octubre que el Barça estaba en "situación de quiebra contable" en marzo pasado.
"Si el club fuese una sociedad anónima deportiva, hubiese sido causa de disolución", aseguró Reverter, al dar cuenta de la 'due diligence' (auditoría a fondo) encargada por Laporta para conocer el estado del club.
Laporta y su junta se lanzaron a refinanciar la deuda y el sábado pasado la asamblea de socios aprobó pedir un crédito de 1,500 millones de euros (1,746 millones de dólares) para financiar el Espai Barça, la remodelación del estadio Camp Nou y sus alrededores.
Sin gol
Con un límite salarial (la cantidad destinada a pagar salarios deportivos) de sólo 97 millones (113 millones de dólares) y apremiado por su situación económica, el Barça no pudo retener a Leo Messi y cedió a Antoine Griezmann al Atlético de Madrid, en aras de liberar masa salarial.
La temporada pasada había hecho lo propio con Luis Suárez, traspasado también al conjunto rojiblanco.
Messi y Griezmann hicieron el 47% de los goles del Barça, un alto grado de efectividad perdido por un equipo construido desde la necesidad con la juventud de nombres como Gavi, Pedri o Ansu Fati.
"Es cuestión de no marcar", insistía por enésima vez Koeman en Vallecas, poniendo el acento en la falta de efectividad, que no en el juego del club azulgrana.
Pero, con escasos destellos de buen juego, lastrado por las lesiones y sin pólvora, los malos resultados se han ido sucediendo hasta llevar a la destitución del técnico holandés.
"El equipo está en caída libre, sin dirección ni líder ni confianza. Koeman no podía continuar", escribió Joan Maria Battle en Sport.
Noveno en la Liga, lejos de los puestos cabeceros y en una delicada posición también en la Champions, el barcelonismo parece poner sus esperanzas en la leyenda azulgrana Xavi Hernández como revulsivo.