El Deporte

MUJERES DE GRANDES LIGAS

"Más sabe... por viejo"

Carolina Cruz de MartínezSanto Domingo

Nosotros los humanos venimos con el chip de creer saber mucho. Apelamos muchísimo a nuestra inteligencia porque está ahí; pero muchas veces esa inteligencia, sagacidad, astucia nos traicionará.

El nosotros descansar sobre esa inteligencia propia nos puede resultar en bruteza, pues al final las trampas, zancadillas, ganchos de la vida vienen precisamente por las áreas donde nos confiamos más. La inteligencia nos hace sentir “seguridad” en nosotros mismos, pero en esa seguridad minimizamos el elemento llamado “mal.”

En el deporte profesional el mal nunca se pinta de algo malo, dañino, desagradable o fortuito. El mal es manejado por una mente maestra que sabe más por viejo que por díablo. Nunca a los atletas él les ofrecerá algo que los haga sentir que insulta su inteligencia, su auto estima, que amenaza su bienestar o que atenta contra su humanidad. Al contrario, el que sabe más por viejo los hará sentir admirados, a gusto, que tienen algo bueno a la mano, que la “pegaron” pero la mayoría ignora que el diablo sabe más por viejo que por diablo.

La inteligencia alimenta nuestro ego y viceversa. El autor y consumador de ese ego sabe trabajar esos elementos y engaña al atleta. El que sabe más por viejo crea necesidades en el mismo atleta que no son verdaderas y luego ofrece respuestas a eso que el mismo creó; pero el atleta desconoce o ignora que ese sentir de inteligencia propia no es más que la gran estrategia del mal para caer en líos que después no sabe ni cómo empezó. En situaciones así es que se escucha a muchas atletas decir expresiones como “yo no sé cómo caí ahí” y a personas decir del atleta “pero ¿cómo él o ella siendo tan inteligente cometió un error así”?

El que más sabe por viejo busca que confiemos en el “mi” en el “yo” porque nuestra auto inteligencia se convierte en bruteza cuando no hay dirección del que nos creó. Cuando en Proverbios 3:5 dice “Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia,” no es que Dios nos quiere brutos; es que El sabe que el que no depende de el, al final su propia inteligencia lo hará tropezar y perder.