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MUJERES DE GRANDES LIGAS

Justicia

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Carolina Cruz de MartínezSanto Domingo

Los atletas muchas veces se quejan de cuan injusta puede ser la vida. Cuando entran en un slump, cuando se lastiman, cuando alguien les traiciona, cuando un contrato no se logra; cuando la prensa los trata mal, cuando algo anda mal en general, hay quejas, inconformidad, aflicción y un sentido de impotencia.

Lo que injustamente no hacemos como atletas es cuestionar nuestro comportamiento. Casi siempre el atleta busca comprender y contextualizar la falta de control que tiene de X situación y la dirige hacia una tercera persona o causa. Rara vez admite que la causa que tiene que ver con ese efecto es propiciada por si mismo e injustamente tratará de justificar que mamá, o papa, o el coach, o la prensa o alguien más es culpable de su desdicha.

La vida tiene su principio de justicia establecido simple y clarito: Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Todos tenemos lo que hemos sembrado y eso no nos lo despinta ni Dios ni el diablo. La justicia comienza con uno mismo, como uno se ha comportado, como uno se ha manejado, como uno se ha tratado, así mismo será todo lo que recibimos. Si un atleta es disciplinado y organizado integralmente ese orden se notará y aún en situaciones de adversidad ese atleta se sabrá manejar. No culpará a otros ni buscará con frustración y lamento con quien descargar, sino que identificará la raíz de lo que le pasa y solucionará con la semilla que va. Eso es ser justo. Ahora, cuando el atleta no comprende esto y lo que está cosechando le desagrada y es duro, no buscará lo que el está haciendo mal, sino que romperá en una crisis de inconformidad queriendo arrancar el fruto de su propia injusticia sin saber que el es el responsable de la misma.

A los atletas de nivel les cuesta entender este principio, porque el dinero y el poder los puede enceguecer. Pero lo cierto es que la vida es justa y esa justicia se cumplirá acorde al estilo de vida de cada cual. Si pensamos que lo que estamos cosechando es injusto es probable que nuestra semilla lo que esté provocando.

Eclesiastés 9:2