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PRESENCIA DOMINICANA

Amarga experiencia

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Tony Piña CámporaTwitter:@pinacampora

El equipo estructurado para representar el béisbol profesional dominicano en la próxima Serie del Caribe luce formidable, incluye sólidas figuras de grandes ligas. No obstante eso no garantiza la victoria, el béisbol es una actividad caprichosa.

La primera experiencia del país en ese escenario es un ejemplo. Ocurrió en 1970 al reinició de este certamen internacional bien bautizado como “Torneo de Campeones” que tanto éxito había cosechado en el periodo de 1949 a 1960. Participaron con Caracas como sede, los circuitos de Venezuela, Puerto Rico y Dominicana. El núcleo del equipo criollo, dirigidos por Manuel Mota, estuvo compuesto por Federico Velázquez detrás de la goma, Ricardo Carty en la inicial, Pedro González en la intermedia, en la antesala Teodoro Martínez y en el campo corto Roberto Peña; completados por Elvio Jiménez, Mota y César Cedeño en los bosques izquierdo, central y derecho respectivamente. Los principales lanzadores fueron: Danilo Rivas, Reggie Cleveland, Santiago Guzmán, Silvano Quezada y Milcíades Olivo. Visto desde una perspectiva histórica la composición del grupo era estupenda. Sin embargo de ocho compromisos que tuvieron solo resultaron victoriosos en uno. Varios factores incidieron en ese fracaso.

Quizás el más importante fue la lesión sufrida por el receptor Velázquez en el primer partido que lo inhabilitó para el resto del evento. Fue sustituido por el inexperto Carmelo Ibes Martínez y no hay que señalar la importancia de contar con un sujeto eficiente en esa posición para obtener buenos resultados. También se señaló en ese entonces como razón del fiasco, la dispersión ocurrida del grupo que originalmente ganó el torneo, los Tigres del Licey, debido al tiempo transcurrido entre el final de este, el 21 de enero y el inicio de la serie; el 5 de febrero. Esto indujo que la mayoría de los jugadores que habían participado con los campeones retornaran a sus hogares, conformándose en consecuencia otro grupo al cual no se le pudo insuflar la afinidad indispensable que conduce a los triunfos. Tras bastidores, surgió una “guerrrilla” incontrolable que condujo al colapso.

El triste resultado de ese año fue amargo, pero este sabor se borró al año siguiente cuando se conquistó la corona de manera invicta.

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