A TIRO DE HIT
Desagradable sorpresa
La reacción fue una mezcla de sorpresa y decepción. A estas alturas, no esperábamos un segundo positivo de Robinson Canó. No del hombre que declaró, luego de su primera suspensión en 2018, que jamás cometería un acto que violara las reglas del juego que amaba. Aunque ya poco sorprende cuando se trata del tema de jugadores dominicanos y sustancias para mejorar el desempeño, esta noticia golpea fuerte.
Golpea fuerte por las cualidades de la persona involucrada. La sencillez, el trato, las obras de bien social en que se ha involucrado. Y claro, el swing de libro de texto, uno de los más puros que hemos visto, y la habilidad natural que se pone de manifiesto en cada ocasión que se pone un uniforme.
¿Por qué? ¿Cuál era la necesidad? Canó ha construido una carrera para ubicarse entre los principales intermedistas de todos los tiempos. Del dinero ni hablar. En una época donde los nuevos votantes suelen ser más benignos con jugadores vinculados a “PEDs”, existía la posibilidad de que perdonaran la primera suspensión y le concedieran su voto de Salón de la Fama al dominicano.
Pero este segundo positivo probablemente sepulta sus posibilidades. Notemos que un talento generacional como Manny Ramírez no ha logrado llegar al 30% de votos recibidos por las dos suspensiones que tuvo en su carrera.
Para empeorar las cosas en el caso de Canó, el primer positivo fue resultado del uso del diurético Furosemida, prohibido por MLB porque su uso frecuentemente está vinculado al objetivo de ocultar la presencia de otras sustancias.
En esta ocasión se trata de Stanozolol, el mismo químico que le costó una medalla de oro en los 100 metros planos a Ben Johnson en las Olimpíadas de Seúl en 1988. El mismo que ha provocado suspensiones de múltiples jugadores dominicanos. No hay explicación ni excusa posibles.
Este episodio demuestra nuevamente que los usuarios de estas sustancias crean una fuerte dependencia.
La confianza de poder rendir sin “ayuda” se destruye. Hasta el punto de arruinar carreras y reputaciones. Lo lamentable es que, igual que en el caso de Ramírez o Alex Rodríguez, la impresión que tenemos es que Robinson Canó tenía la habilidad para llegar a la inmortalidad sin utilizar el pie de amigo de los esteroides.
Lamentablemente, optó por el camino incorrecto y hoy paga las consecuencias.