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Willy Antonio Sosa: árbitro pone una fritura por causa de pandemia

Durante todo el año 2020, la Federación Dominicana de Softbol no ha podido realizar un evento a causa de la pandemia Covid-19.

Willy Antonio Sosa, quien sabe que el trabajo dignifica al hombre, en plena faena como friturero en Bonao.

Willy Antonio Sosa, quien sabe que el trabajo dignifica al hombre, en plena faena como friturero en Bonao.

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Ramón RodríguezSanto Domingo, RD

La pandemia del coronavi­rus ha golpeado a todos los sectores de la vida, pero de manera rigurosa a los más vulnerables, aquellos que tienen muy pocas alternati­vas para sobrevivir.

Willy Antonio Sosa es un árbitro con licencia interna­cional residente en el muni­cipio de Bonao y antes de la llegada del Covid-19 no te­nía problemas para ganar el sustento de su familia por­que tenía trabajo perma­nente.

Al llegar la pandemia del coronavirus, Sosa, con seis hijos, esposa y un hogar al que debía llevar lo indis­pensable para la supervi­vencia, de momento se vio sin espacio para producir dinero…y comida., .

Las actividades del soft­bol, como otras tantas, fue­ron paralizadas para evitar la propagación del corona­virus y tuvo que mirar ha­cia otras fuentes para con­seguir “los chelitos” que les permitieran llevar lo nece­sario a su familia.

Tuvo que poner una fri­tura donde vende desayu­no, prepara jugos de frutas y de ahí consigue para el sustento de sus seis hijos.

También se ha dedicado al “motoconcho”, así como la compra y venta de pro­ductos en el mercado local.

“Tengo que buscar la ma­nera de llevar el sustento de mi familia”, dice Sosa, un árbitro que obtuvo su li­cencia internacional en el año 2003, poco antes de la celebración de los XIV Jue­gos Panamericanos de San­to Domingo.

A sus 47 años, está casa­do con Margarita Rosario y ha procreado seis hijos: Wi­lli Jasier, Perla Ilianny, En­manuel Omar, Will Risel, José Antonio y Willy Junior.

“Hay que buscar la for­ma de sobrevivir. No pue­do dejar morir a mis hijos”, insiste Sosa quien en loa ac­tualidad tiene un negocito de vender desayuno en las proximidades del estadio en construcción del sector La Privada del municipio de Bonao.

Y no sólo eso. Sosa pasó cerca de dos meses sin po­der salir de su hogar porque sentía fuertes dolores en su cuerpo. Cree que fue pro­ducto del coronavirus y gra­cias a los abuelos de sus hi­jos que “le metían la mano” proporcionando alimentos.

El softbol El softbol, más que un de­porte competitivo es alta­mente recreativo.

A nivel competitivo se jue­ga a diferentes niveles, tanto en masculino como en feme­nino, en torneos regionales, continentales y mundiales.

A nivel recreativo, par­ticularmente en República Dominicana, no solo ligas, sino grupos de amigos, em­pleados de empresas y hasta grupos de amigos se reúnen para compartir un partido y hasta entre inning e inning no falta una cerveza, agua o simplemente algo para “pi­car”.

En República Dominica­na unos 200 estadios han de­jado de operar a causa de la pandemia del coronavirus y los eventos internacionales, también han quedado eclip­sado. Miles y miles de perso­nas que juegan softbol o que sirven a esa actividad como árbitros, anotadores, marca­dores de terreno, así como operadores de pequeños ne­gocios que operaban en los mismos, “no ven a linda” des­de hace tiempo.

“Muchos de ellos han de­bido buscar otras alternati­vas para ganarse algo para el sustento de ellos y su fami­lia”, afirma Garibaldy Bautis­ta, presidente de la Federa­ción Dominicana de Softbol, quien se muestra preocupa­do por la situación.

Ocasionalmente ha re­corrido distintos puntos del país para ver de cerca la si­tuación la que califica de “preocupante”.

Bautista ha tenido que ver la amarga experiencia de personas calificadas que han tenido que dedicarse a otras tareas que jamás imaginó.

“Me impacto mucho ver a unos de nuestros árbitros certificados internacional­mente vendiendo en una fri­tura”, dice con mucha pena Bautista quien también fue tesorero del Comité Olímpi­co Dominicano.

Sin nada Bautista habla de la pena que causa ver a otros que “se la buscaban en las ligas o jue­gos de softbol y que hoy no tienen nada”.

Bautista insiste en que el Co­vid-19 “ha sido terrible para el deporte, pero que ha toca­do fuertemente al softbol”.

“El softbol reúne amigos para compartir, pero también es competitivo y permite que muchos jugadores vivan de eso, pero con la pandemia to­do se ha ido abajo. Es terrible el impacto negativo que ha tenido esta pandemia”, sigue diciendo Bautista, quien se­ñala que la federación ha se­guido operando, pero de ma­nera limitada, especialmente en la parte administrativa y dando seguimiento día a día a la situación.

Lamenta que poco más de una decena de jugadores do­minicanos que eran contrata­dos por equipos en Canadá y Estados Unidos no hayan podido salir por la pande­mia. “Ellos participaban en eventos y eso les servía para mejorar su calidad de juego, además se ganaban sus ‘do­laritos’”, sostiene Bautista.

En República Dominicana, Bautista calcula que la can­tidad de personas que prac­tican el softbol en sus di­ferentes categorías, ya sea competitiva o recreativa, so­brepasa los 200 mil. Asimis­mo, deben existir más de cinco mil ligas y clubes de softbol.

SEPA MÁS El rebrote El ingeniero Garibaldy Bautista teme que el rebrote del coronavirus que se está produciendo a nivel mundial pueda llevarse todo en este años 2020.

Las academias La Federación de Softbol tiene academias de ambos sexos en el país y las mismas no operan desde hace casi ocho meses. Intentan reabrirla aunque sea para entrenar lanzadores.

Actividades La federación ha estado llevando a cabo cursos virtuales y talleres que ofrecen organismos internacionales.

Sosa encara con total entrega su nueva realidad.