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Ulises Valentín desempolva sus logros ante el Pabellón

Con familia que mantener, ‘motoconchaba’ para llevar comida a la mesa... y en las competencias no podía hidratarse porque representaba a la República Dominicana en los dos estilos: grecorromano y libre.

Ulises Valentín no tuvo rivales locales de consideración en la parte alta de su carrera y el área fueron épicos sus triunfos y derrotas ante los cubanos.

Ulises Valentín no tuvo rivales locales de consideración en la parte alta de su carrera y el área fueron épicos sus triunfos y derrotas ante los cubanos.

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YOEL ADAMES F.Santo Domingo, RD

El día que por fin pudo bajar de las nubes al cu­bano Jesús Wilson, en su patio, allá en Cuba… vio las puertas del cielo abrir­se y oyó canticos celestia­les; se hincó tras la deci­sión y miró hacia arriba pidiendo que el mundo no se acabara.

Similares sensaciones volvieron a congelar el pe­cho al pancraciasta Ulises Valentín cuando en el tor­neo preolímpico de lucha para los Juegos Olímpi­cos de Barcelona’92, cele­brado en Canadá, venció de manera impresionan­te al norteamericano Joel Schueldon para conseguir el ticket de la gran cita en tierra española.

“Otro de esos triunfos que te hacen llorar fue el que obtuve en Caracas, Ve­nezuela, en un Campeona­to Panamericano en 1993, allí derroté al número cin­co del mundo, el cana­diense Justine Bouchard, quien ya le había ganado a las representaciones de Cuba y Brasil y era el gran favorito. Esos son gran­des momentos que nadie me puede borrar ni repro­char”, presumió Valentín.

“El hijo de Ana María”, pequeño y humilde, fue un digno representan­te por más de una década y al más alto nivel, de de­fender nuestra bandera deportiva; Ulises Valentín, por sus logros fue escogi­do en 1999 como Atleta del Siglo de la Asociación de Cronistas de Deportivos en su disciplina.

Un gladiador insólito Con esposa y dos hijos su momento estelar de at­leta, ‘motoconchaba’ para llevar la comida a diario a su hogar, previo a partir al gimnasio.

En las competencias también enfrentaba otros demonios antes de pisar el tatami: no podía hidratar­se porque representaba al país en los dos estilos: gre­corromano y libre, teniendo que terminar un evento de­bía mantener el peso intac­to para participar en el otro.

“Lo más interesante de esa época que ahora el Pa­bellón de la Fama y algunos ‘expertos’ olvidan, es que yo peleaba por ejemplo con un cubano la final en grecorro­mano; terminaba explota­do... y luego me esperaba otro cubano ‘fresco’, ¡nuevo de cajeta! para pelear en es­tilo libre.

“Yo era la única esperan­za para ganarle a un cuba­no en mi época y lo hice va­rias veces, hasta allá mismo, en Cuba, derroté gente de ellos que luego fueron cam­peones mundiales y meda­llistas olímpicos”, reveló.

Espagueti y arenque Hablando desde España a través de las redes socia­les, lamentó que pocos at­letas de su generación, que lo dieron todo por el país a cambio de nada, tampoco sean tomado en cuenta por el Pabellón de la Fama del Deporte con el tema de la inmortalidad, aun tenien­do los méritos. “En nues­tro tiempo las facilidades de ahora no existían, ni PARNI ni CRESO, y creo que los deportistas mere­cen mucho más que eso, pero a nosotros no nos da­ban nada. Solo arroz con espagueti a la doce donde Blanco (en el comedor del Centro Olímpico) y en la noche, guineítos con aren­que, ‘pisao’ por semanas completas; era así que sa­líamos a pelear por nuestra bandera.

Llegó un momento que yo tenía dos muchachos y mi mujer y tuve que moto­conchar para mantenerlos; y así gané el premio de Atle­ta del Año, a nivel general, el mejor de todas las disci­plinas”, recordó con emo­ción.

Sin el apoyo de hoy, “mo­toconchaba” para dejar co­mida en casa e ir al Centro Social Obrero a entrenar y representar el país. “Ahí es­tán mis logros… ¿Por qué nos menosprecian?”

Cazador de cubanos En el ámbito local llegó a reinar sin obstáculos tras consolidarse entre los 48 hasta 55 kilos, tanto en es­tilo grecorromano como li­bre.

En el extranjero fue el cu­bano Lázaro Rivas, quien más guerra le dio y frente a quien perdió la serie parti­cular 3-1.

“Rivas fue mi gran rival, en Cuba me ganó de forma muy caprichosa, los mismos cubanos lo abuchearon; pe­ro la penúltima vez nos to­pamos en un choque latino en Guatemala y lo vencí ca­da minuto de la pelea por­que ya lo había estudiado.

“Yo le enseñé a muchos atletas dominicanos que a los cubanos se le ganaba si no se le tenía miedo.

“Cuando le ganaba a uno, entonces me traían otro nuevo a la siguien­te competencia. Para esos años aquí y en toda Latino­américa se le temía, los cu­banos eran un cuco.

“De la República Domi­nicana solo Ulises Valen­tín, y ya casi cuando yo me iba apareció un joven del boxeo, romanense, lleno de hambre como yo, ¡Héctor Julio Ávila!, y derrotó a mu­chos de ellos también”.

Rivas, Wilson, García, Al­fredo Leyva, Raúl Martínez y Carlos Baena fueron los cubanos a quienes enfrentó en una carrera olímpica de 18 años, ahora a sus 52 mi­ra hacia atrás y no sabe, si le dieran a elegir, si corriera el riesgo.

Resumió sus mejores ri­vales a quienes venció: Jo­el Schueldon, de los Estados Unidos; Justine Bouchard y Maxin O’Neal, Canadá; Juan Cortez, de México; Jo­sé Manuel Retrepos, Oscar Muñoz y Héctor Capaho, de Colombia; José

Barrero y David Ochoa, de Venezuela; Porfirio Avi­lés, Panamá; Honorio Ma­gallanes, Ecuador; Vis­chenzo Rodríguez, de Guatemala; entre otros.

El rincón medallero Prolífero En el ciclo olímpico tuvo participaciones al más alto nivel cuando en 1992 vio acción en los Olímpicos de Barcelo­na y Atlanta´96. A nivel continental, tuvo una gran actuación en los Panam de La Habana, 1991, quedó en cuarto.

Otras premios La conquista de 5 meda­llas en todos los colores en Juegos Centroameri­canos y del Caribe le va­lió a Valentín en 7 oca­siones el premio al Atle­ta del Año de la ACD y 6 del COD. Fue 10 diez veces campeón del tor­neo Militar, en represen­tación de la Marina de Guerra y en tres de los Juegos Nacionales.

Una pregunta “¿Qué más quiere el Pa­bellón de la Fama del Deporte Dominicano de mi persona? A pesar de todo, aun les guardo res­peto a todos”, concluyó.

El pequeño luchador tiene méritos suficientes para ser exaltado en el Pabellón de la Fama del Deporte.