Los rituales mantienen a estos atletas con los pies en la tierra y también podrían ayudar a los padres

Los rituales —o las actividades que realizamos repetidas veces, no por lo que logran, sino por lo que significan para nosotros— ayudan a los atletas a prepararse mentalmente para las cosas desconocidas.

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The New York TimesSanto Domingo

Cada vez que mi padre, cinta negra de tercer grado en taekwondo, se ponía su “dobok”, hacía una pausa y besaba su cinta antes de atársela alrededor de la cintura. Cuando era niña, pensaba que solo era una superstición, como lanzar una moneda a una fuente. Pero hace poco, me dijo que besar la cinta en realidad significaba honrarla, trazar una intención y decir: “Hoy haré lo mejor que pueda mientras la lleve puesta, sin importar lo que se interponga”.

Para él, besar la cinta no era una superstición porque no se trataba de la suerte ni de intentar cambiar un resultado. Era simplemente su forma especial de recordarse en ese momento hacer lo mejor posible. Era un ritual.

Los rituales —o las actividades que realizamos repetidas veces, no por lo que logran, sino por lo que significan para nosotros— ayudan a los atletas a prepararse mentalmente para las cosas desconocidas a las que se enfrentarán cuando entren en acción. Como psiquiatra infantil, considero que esos rituales son como anclas, no solo para los atletas, sino para todos nosotros, que nos ayudan a recordar quiénes somos y cómo transitamos por la vida. Al adoptar nuestros propios rituales, podemos aportar tranquilidad, significado y vinculación a nuestra vida y a nuestras familias.

“Los rituales te permiten crear una ruta para conectar tu mente y tu cuerpo y sentir que tienes el control durante las épocas de mucha incertidumbre”, señaló Caroline Silby, experta en psicología deportiva que trabaja para atletas profesionales, entre ellos, los integrantes del equipo de patinaje artístico de Estados Unidos, quien afirmó que, ya que establecemos la conexión, nos encontramos “más empoderados para responder y tomar decisiones eficaces”.

Kevin Love, de los Cavaliers de Cleveland, afirmó que los rituales son un sistema de apoyo para la mente. Su ritual de 90 minutos antes de algún partido de la NBA está lleno de actividades que las familias pueden intentar en casa, como yoga, estiramientos y escuchar música ambiental suave de la banda Hammock.

“A esa lista de reproducción le puse el nombre de Modo Avión debido a que para mí es una forma de desconectarme, comentó. Tal vez, las mañanas de los fines de semana, las familias puedan crear su propio ritual para entrar en “modo avión” en el que pongan canciones que hayan elegido juntos y hagan sus ejercicios o posiciones de yoga preferidos.

Love afirmó que el ritual que tiene la liga de tocar el himno nacional y apagar las luces le proporciona “una sensación de tranquilidad” para iniciar el juego. Además, sus propios rituales le permiten asentarse y sentirse más cómodo consigo mismo durante el juego. Antes de cualquier tiro libre, dribla el balón tres veces y espera un compás más antes de lanzar, un ritual que siente que lo “centra mucho” y que le ayuda a enfocarse.

Su rutina de medio tiempo es otro ritual. “Me cambio la camiseta, los pantaloncillos y las medias para sentir que todo empieza de nuevo”, mencionó Love. “En verdad me ayuda a contrarrestar la inquietud”.

La experiencia de Love es común. En un estudio de 2016 se analizó el efecto de los rituales en las personas que estaban a punto de cantar en público frente a jueces o de someterse a un examen difícil de matemáticas donde había dinero de por medio. Las personas que llevaban a cabo un ritual determinado antes —en este caso, hacer un dibujo, espolvorear sal sobre él, contar hasta cinco y tirarlo— tenían un nivel de ansiedad considerablemente menor y su desempeño era mejor.

Esos hallazgos tal vez expliquen por qué tantos atletas han establecido rituales icónicos, como el de Steph Curry de encestar un tiro desde el túnel antes de cada partido, el de Serena Williams de rebotar cinco veces la pelota de tenis antes de su primer servicio o el de poner talco de bebé en su bastón de hockey antes de un encuentro de Wayne Gretzky. Esos mismos rituales pueden ayudar a los padres o a los niños a sentir que tienen el control en un momento estresante.

Bradie Tennell, ganadora de medalla de bronce en las olimpiadas de 2018 y campeona de patinaje artístico de Estados Unidos, señaló que su ritual es atar primero las agujetas del patín izquierdo y siempre entrar a la pista de hielo primero con el pie izquierdo. Tennell afirmó que esto le ayuda a recordar quién es y qué es lo que tiene que hacer ahí.

“Cuando entras a la pista, hay 20.000 personas, jueces, cámaras y luces muy intensas. Puede ser muy abrumador”, comentó Tennell. “La simple práctica de entrar a la pista de la misma manera cada vez te dice: ‘Esto es normal, es mi territorio y no hay nada que importe más a mi alrededor que este momento y lo que estoy haciendo aquí’”.

Siempre y cuando los rituales sigan siendo algo que nos gusta hacer y no algo que tenemos que hacer, podemos usarlos de manera proactiva y como algo que nos hace sentir que estamos en control de nuestro mundo antes de que este nos controle.

Silby usa un ejercicio con los atletas llamado Acepta, Cree, Desafía que si se convierte en un ritual podría ayudar a las familias a afrontar la pandemia al igual que los atletas enfrentan un partido difícil.

“Un niño que está molesto por no poder ver a sus amigos podría decir: ‘Acepto que no puedo ver a mis amigos, pero creo en mi capacidad de hablar con ellos, así que hoy voy a desafiarme a mí mismo a reír con ellos por teléfono’”.

Usar rituales para “inaugurar y clausurar” el día puede servir de ancla y generar una sensación de identidad. Ya sea al hacer una lista de cosas que agradecer en la mañana, rezar o leer antes de dormir, la constancia crea algo que anhelar y algo que los niños y los padres por igual pueden sentir que poseen.

Compartir rituales, como tomar los alimentos juntos, también puede ser algo formidable para que las familias se sientan más vinculadas. Al estudiar 50 años de literatura sobre este tema, encontramos que los rituales familiares fortalecen la relación entre los miembros de la familia, aumentan la sensación de identidad y los valores e incluso mejoran la unión marital.

Anne Fishel, psicóloga de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard y cofundadora del proyecto The Family Dinner, mencionó los rituales de las comidas. “Los rituales de una comida familiar tienden a ser extravagantes y peculiares: quién se sienta en qué lugar de la mesa, a qué hora comemos, qué alimentos se sirven, qué tipo de historias se cuentan, qué juegos y cosas tontas se presentan, qué emociones se fomentan”, señaló Fischel. “Estos nos recuerdan quiénes somos como familia”.

Ya sea que comamos comida mexicana con nuestro cónyuge los viernes, tengamos una charla semanal por FaceTime con nuestros hermanos o le demos un apretón de manos en secreto a nuestro bebé antes de cepillarle los dientes, crear rituales puede ayudarnos a encontrar sentido en los pequeños momentos y hacernos más resilientes en las épocas de tensión. Como dice Love: “Creo que sacas lo mejor de ti cuando tienes cosas como estas”.