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MAESTRO EN LA CANCHA

Leandro de la Cruz, un maestro en la cancha y dueño de expediente completo en básquet

Su máxima aspiración es volver a enseñar el deporte a niños y jóvenes de algún sector de escasos recursos, como todo buen maestro.

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ALEX RODRÍGUEZSanto Domingo, RD

Leandro de la Cruz es in­geniero electricista, licen­ciado en matemáticas, se quedó a ley de presentar la tesis para ser doctor en economía y hasta estudió dos o tres años de dere­cho.

Pero el título que más se ajusta a lo que ha hecho en el plano deportivo es el de Maestro de Baloncesto.

“Es un ser humano no­ble y serio como pocos. Gran parte de mi éxito se lo debó a él. Me dio la oportunidad de desarro­llarme y poner en práctica mis habilidades. Es un téc­nico fino y fue un adelan­tado para su tiempo. Creo que soy uno de sus alum­nos más aventajados”, di­ce Máximo Tapia (Tepo), uno de los mejores canas­teros en la historia del bás­quet dominicano.

Gran expediente De la Cruz es dueño de uno de los expedientes más importantes y prolí­ficos en el baloncesto del país por su desempeño como jugador, entrena­dor, propulsor y hasta co­mo narrador, comentarista y productor de programas de radio y televisión. Ah, por cierto, forma parte de la larga lista de espera por la llamada del Pabellón de la Fama del Deporte Domi­nicano.

“Ha sido un gran desa­rrollador desde los tiem­pos con San Lázaro, ca­paz de ver lo que otros no pueden. Debe ser la me­jor combinación del país en cuanto a la formación y desarrollo de jugadores unido a la capacidad como estratega en la dirección técnica”, explica el perio­dista y cronista deportivo, Rolando Guante.

Hijo de padre hatoma­yorense y madre sanjua­nera, de la Cruz nació en Santo Domingo (1948) y a los nueve años comenzó la práctica rudimentaria del baloncesto con una pelo­ta de playa. El colegio de

La Salle fue su primer gran escenario en los torneos in­tercolegiales y al vivir próxi­mo al club San Lázaro fue incorporado por otro gran formador de jugadores, Fé­lix Aguasanta. Pero mien­tras jugaba ya empezaba a entrenar a los jugadores un par de años más jóvenes.

“Demostró conocimien­tos del juego con buenas ideas dependiendo de las situaciones que se le pre­sentaban. Tenía poder de comunicación y buena pre­sencia y ni hablar de su pre­ferencia por el baloncesto, deporte del cual fue parte desde su infancia”, aporta Osiris Duquela, a quien le brindó la primera oportuni­dad de ser entrenador a ni­vel superior.

Círculo exclusivo De la Cruz forma par­te del exclusivo círculo de hombres del baloncesto que han jugado (4 veces) y diri­gido (3 veces) a la selección nacional. Sus cinco victorias en el Premundial de 1989, incluyendo la primera y única a nivel superior sobre Estados Unidos han sido su punto más alto como entre­nador del equipo nacional.

“Me permitió desarrollar mi capacidad táctica-técni­ca desde los entrenamien­tos para ponerlos en ejecu­ción en el juego, mejorar o perfeccionar mi actitud de­fensiva individual, entender los planteamientos ofensi­vos y sacar mejor provecho

de mis habilidades. No re­lajarme, aunque sabía que también era diversión”, ex­presa Pedro Leandro Rodrí­guez, quien estuvo bajo su dirigencia con los Astros y Los Mina.

De la Cruz es un abande­ rado de que la práctica del baloncesto en el país debe estar en manos de los clu­bes y los técnicos. Entiende que las intenciones de pri­vatizarlo a través de ligas nacionales, además de po­litizarlo con la inclusión de personas ajenas a la activi­dad, no produce beneficios.

Por sus opiniones y posi­ciones ha sido sancionado por la Asociación de Balon­cesto del Distrito Nacional (Abadina) y la Federación Dominicana de Balonces­to (Fedombal) y excluido de ser entrenador en la Liga Nacional.

Tras salir de San Lázaro -cree que por cierta infun­dada preocupación de sus dirigentes al indilgarle in­tenciones de tomar la di­rección- en 1971 funda jun­to a Andrés Vanderhorst el club de los Astros, que viaja al interior a intercambios y clínicas.

Fruto de esos viajes apa­rece en el mapa distrital la figura de Fernando Teruel -dirigente campeón con los Astros en 1975-, así como la de Antonio -Chicho- Sibilio, el más internacional de los jugadores dominicanos.

Anteriormente, de la Cruz había estudiado en Ponce y Mayaguez, pero no pudo ju­gar en la liga de Puerto Ri­co que para entonces no admitía refuerzos ni jugado­res nacidos en otros países. También dirigió tanto en la denominada Isla del Encan­to como en España.

SEPA MÁS Un profesor en todo el sentido Campeón. En el superior distri­tal -del que se retiró co­mo jugador en 1976- fue entrenador de los Astros, Los Mina (cam­peón 1993), Villa Fran­cisca, San Lázaro y Arro­yo Hondo.

Cronista. “Canasto Final” fue el programa de radio que producía luego de los partidos del torneo su­perior distrital. Trabajó durante un tiempo en la antesala de los juegos de los Leones del Escogido antes de partir a entre­nar a España.