PRESENCIA DOMINICANA
Noble casta
En esta semana cumplió su 85 aniversario de nacimiento Felipe Rojas Alou. Fue un atleta excepcional desplegando magistralmente las cinco habilidades que se le exigen a un jugador de béisbol. Como dirigente y mentor desarrolló una carrera meritoria que lo colocó en el tope de ese importante departamento del deporte profesional. Revisar sus resultados genera la satisfacción de compartir nacionalidad con un ser humano de su estirpe.
Esa condición se dimensiona al agregar lo intangible de sus inicios, lo que representó culturalmente para los dominicanos su éxito y el proceso desarrollado en un ambiente de opresión. “Felipe fue realmente el primero, el hombre que despejó el sendero. Fue una inspiración para todos en República Dominicana, él representó un gran ejemplo”: con esas palabras definió Manuel Mota la hazaña que alcanzó Alou, por encima de la secuela dejada en el terreno o en la oficina gerencial. Abrió el surco de la esperanza. La templanza de su carácter, forjado en la disciplina hogareña; pobre, pero noble, fue la herramienta para lograr la meta. Sobresalió inicialmente como atleta universitario de campo y pista lanzando la jabalina. Impuso marca en esa disciplina induciendo lo incluyeran en la representación dominicana en los Juegos Panamericanos de 1955 a efectuarse en Chicago. Trasladado luego al equipo de béisbol; conquistaron la Medalla de Oro en ese certamen. Su interés inicial no era el béisbol, prefería estudiar medicina, pero al perder sus empleos su padre y su tío, decidió aceptar la oferta de US$200.00 que le hizo Horacio Martínez para firmar con los Gigantes a finales de 1955. Con ese dinero pagó la factura de alimentos de la familia y además tenía un empleo. En 1956 fue a jugar con el equipo Lake Charles, en la liga Evangelina, ubicada en el estado segregacionista de Louisiana, convirtiéndose en el primero de raza no blanca en participar en esa liga. Eso provocó que amenazaran expulsar el equipo del circuito. Después de intervenir en cinco juegos fue trasladado a la Liga de La Florida. Allí se destacó conquistando las coronas de bateo (.380) y bases robadas (48), además de disparar 21 cuadrangulares. El resto es historia conocida.