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FÓRMULA UNO

Felices Hamilton y otros pilotos por volver a México

Lewis Hamilton está feliz por retornar a México.

Lewis Hamilton está feliz por retornar a México.

Las máscaras de luchadores en la tribuna, los sombreros de charro y la cercanía de las gradas a la pista en una sección del renovado Autódromo Hermanos Rodríguez.

También os tacos de pastor y los mariachis que regularmente asisten a la zona de paddocks. Todo ello ha convertido al Gran Premio de México en uno de los favoritos de los pilotos de la Fórmula Uno, que no ocultan su felicidad de que la prueba se quede en el país por más tiempo del pactado originalmente.

El Gran Premio de México tenía un contrato por cinco años, que expiraba con la carrera de este fin de semana. Su futuro estuvo en el aire por meses luego que el gobierno izquierdista del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien asumió el cargo en diciembre pasado, dijo que no se invertiría más dinero federal para eventos deportivos como la F1, además de la NFL y el Abierto Mexicano de Tenis, entre otros.

Esas competencias recibían recursos gubernamentales a través de una oficina de la Secretaría de Turismo que desapareció con el gobierno entrante. Sin embargo, posteriormente, se anunció que un centenar de inversionistas decidieron apostar por la continuidad de la F1 en México y se llegó a un acuerdo para extender su GP hasta 2022, con opción a renovarlo por dos años más.

“Es una gran noticia para nosotros y para la Fórmula Uno que quisiera tener más carreras como la mexicana, en ningún lugar del mundo se tiene a tantos aficionados tan cerca”, dijo Sergio Pérez, el piloto mexicano del equipo Racing Point Force India. “Es algo impresionante, no sólo para mí sino para todos es bueno tener este contrato por tres años porque le ha traído muchas cosas a México más allá de lo deportivo. Se ha vuelto un evento muy grande”.

De acuerdo con la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, la prueba que se correrá este año dejará una bonanza económica para la capital equivalente a los 732 millones de dólares.

Para “Checo” Pérez, quien es originario de Guadalajara en el occidente del país, el estar en casa representa una semana llena de actividades en la que tiene que atender decenas de entrevistas y compromisos con los patrocinadores que lo han mantenido en la máxima categoría desde 2011.

Se trata de la semana más ajetreada de la temporada para el mexicano, adorado por la afición local a pesar de que corriendo en casa nunca ha estado cerca del podio, y su mejor resultado fue un séptimo puesto conseguido hace un par de años.

“Ciertamente he estado muy ocupado haciendo un poco de todo”, dijo Pérez, quien incluso se dio tiempo de manejar como piloto de Uber en una promoción para usuarios con boletos de la carrera. “Es un fin de semana especial para mí es el mejor Gran Prix del calendario, es muy especial”.

No sólo Pérez disfruta la experiencia mexicana. El británico Lewis Hamilton, aunque sólo ha ganado una de cuatro carreras en México, ha festejado dos títulos del mundo en la pista azteca, una tierra donde sus seguidores son numerosos y la cual visita con frecuencia incluso fuera de temporada para divertirse en las playas de Cancún y Los Cabos, donde tiene amigos desde hace muchos años.

“México es una gran ciudad con una gran cultura, conozco mucha gente y amigos con los que he pasado mucho tiempo por acá en el invierno”, dijo Hamilton, confeso aficionado a los tacos vegetarianos. “Esta es una carrera que deportivamente representa un reto para pilotos y coches, pero en lo personal es impresionante porque te acerca mucho a los aficionados”.

Como campeón reinante, Hamilton tiene una agenda previa igual de cargada que la de Pérez. En su primera visita a la ciudad para el Gran Premio de 2015, el británico subió a un ring de lucha libre en la arena más famosa del país y para este año se dio tiempo de subir a un cuadrilátero de boxeo al lado del ex campeón mexicano Julio César Chávez.

“Estuve con él (Chávez) ayer, había mucha gente, quizá no todos saben, pero empecé a boxear cuando tenía ocho años así que Chávez me dio unas lecciones y me dijo que tengo la mano pesada”, dijo entre risas.

Además de esos dos pilotos, uno de los consentidos de la fanaticada local es el alemán Sebastian Vettel, de Ferrari, una escudería que no ha ganado en suelo mexicano desde el Gran Premio de 1990, pero cuyos aficionados mexicanos acuden cada año en gran número para teñir de rojo los graderíos del Autódromo de los Hermanos Rodríguez.

Vettel les ha podido ver y escuchar cuando entra en una zona de curvas localizada en lo que en el pasado era un estadio de béisbol. En esa sección, los pilotos pasan a una velocidad menor antes de tomar la recta principal y pueden sentir el rugir de las multitudes que en los cuatro años previos han llenado los más de 100.000 asientos disponibles.

“Es genial tener un Gran Prix como este, con esta pasión tan grande, yo no estaba en 1990 cuando Ferrari ganó la última vez pero es bueno estar aquí desde 2015”, dijo el piloto alemán. “Es muy positivo el gran stand (la zona de estadio), eso no es está en cualquier lado, por eso estamos felices de volver aquí”.

Y los aficionados de tenerlos de regreso.