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CON LOS CAMPEONES

Nelly Manuel Doñé

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Mario Emilio GuerreroSanto Domingo

A Nelly Manuel Doñé lo conocí en 1974, en los meses en que se comenzó a jugar baloncesto superior en el Palacio de los Deportes Virgilio Travieso Soto. A pesar de la diferencia de edad, Doñé me trató con deferencia y respeto, y en muchas ocasiones me aconsejó cuando, por mi juventud, cometía algún exabrupto en mis funciones como delegado del Club Naco en las reuniones de la ABADINA. A pesar de su semblante serio y su parquedad al hablar, siempre estuvo disponible para quienes necesitaban consultarlo sobre algún aspecto técnico del deporte, área en que sobresalió por sus extraordinarios conocimientos y sapiencia. Doñé se destacó como uno de los más grandes especialistas deportivos del país y el movimiento olímpico dominicano se nutrió y fortaleció con su ingente trabajo, que realizó de manera eficaz, sin jamás buscar reconocimientos ni recompensas. Cuando más de cerca lo traté fue en los meses anteriores a los Juegos Panamericanos de 2003. Doñé fungió como director técnico del evento y yo era el director del Centro Principal de Prensa y de los 37 sub-centros que operaron en cada disciplina. Confieso que hubo momentos en que la presión de montar a tiempo todo ese entramado me desbordó. Debo admitir que si pude superar esos escollos, fue gracias al apoyo y asesoramiento de Doñé, quien con paciencia se sentaba a escuchar mis problemas y me daba sus certeras recomendaciones. Con el tiempo, cada vez que me disponía a escribir o hablar sobre olimpismo, las federaciones, los clubes, o acerca de Juegos Nacionales, Escolares, Panamericanos o Centroamericanos y del Caribe, llamaba a Doñé para poder referirme a esos temas con propiedad. En agosto del pasado año lo entrevisté en mi programa Protagonistas y sentó cátedra con sus amplios conocimientos sobre temas clubísticos y deportivos. Hace unas semanas, su fiel amigo Emilio Valdez (El Caballito) me dijo que Doñé estaba enfermo y fui a verlo a la clínica, ya no podía hablar, pero con sus gestos y la expresión de sus ojos me manifestó la gran alegría que sintió al verme. Me dolió en el alma ver prostrado en una cama a un hombre de su temple. Con su partida, el deporte perdió un valioso dirigente y la sociedad dominicana un ciudadano excepcional.

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