Béisbol

Reportaje

Soterio Ramírez toca puerta de la inmortalidad

El viceministro Soterio Ramírez premia a un atleta con capacidades diferentes en los pasados Juegos Nacionales.

Una “bola” recibida por Soterio Ramírez mientras caminaba hacia el Palacio de los Deportes Profesor Virgilio Travieso Soto, no solo adelantó su crecimiento como jugador con el Club San Lázaro, sino que ayudó a poner en cancha a un futuro inmortal.

Ese domingo cinco de septiembre de 1989, tomó un concho desde Los Guaricanos, donde residía con su familia, hasta las avenidas Máximo Gómez con 27 de Febrero.

Fernando Teruel avizoró al espigado novato y le invitó a que se montara para llegar juntos a la Media Naranja. En el corto tramo, este profesional de la Sicología le hizo varias preguntas con la intención de ver cómo estaba el ambiente en un equipo que venía de mal en peor (2-11).

“Teruel me ve en la Gómez con 27. Voy caminando, me dice que me monte y comienza a preguntarme que cómo está el equipo, qué si hay problemas, que qué yo creo y le contesto que todo está bien. No hablo de otro jugador ni nada, pero él no me dice que es el entrenador”, recuerda.

Para sorpresa de Soterio, media hora antes del encuentro dominical contra San Carlos, el entonces presidente del Club San Lázaro, Manuel --Cholo-- Suero, entró al camerino en compañía de Teruel y lo presenta como nuevo dirigente.Mayor aún fue su asombro cuando el veterano entrenador lo incluyó en el quinteto contra un trabuco de San Carlos, que entonces contaba como figuras cimeras a Evaristo Pérez, Leonard Mitchel, Mauricio Espinal, Eleazer Madrigal y Mario --Lolo-- Regús.

El novato de 6¥8 y 2 respondió con un doble-doble (15 puntos e igual cantidad de rebotes) y los de Jobo Bonito triunfaron 95-86.

“¡Le cogí 15 rebotes al caballo!”, enfatiza Soterio sobre un emparejamiento que subió notablemente la confianza y autoestima.

“De verdad que después de ese día me dije que no me iba a parar ningún jugador. Esa era mi mentalidad”, destaca el hoy viceministro de Deportes.

Lo que ocurrió después de ahí, como los bolos de la lotería, estuvo a la vista de todos. Soterio se convirtió en uno de los mejores jugadores del país y de la región. Un auténtico ganador donde quiera que jugó y también con la selección nacional, cuya capitanía ostentó con hidalguía desde el 1990 hasta el 1999.

“El Inmenso” Hugo Cabrera fue su ídolo en el baloncesto local “no solamente por la clase de jugador que fue, “sino por su disposición de ayudar a los novatos”.

En el ámbito internacional, siempre fue el nigeriano Hakem Olajuwan, cuyos movimientos en la zona del pintura le impresionaban y trataba de imitar. De hecho, el bulto que en sus primeros años utilizaba llevaba el nombre de “El Sueño”.

Pudo ser del Mauricio Con el primer equipo del superior del Distrito que practicó fue con el Mauricio Báez, a nivel juvenil, pero no duró más de dos meses.

En medio de una sesión de entrenamiento tuvo un altercado con un compañero al que solo recuerda con el mote de “El Zurdo”. El entrenador Freddy Sánchez (El Donki) lo recriminó y sacó de la misma.

Como no había entregado copia de su acta de nacimiento, nada le impedía seguir donde nunca se sintió apreciado. Así que decidió irse para el club de Jobo Bonito, donde fue recibido con los brazos abiertos. José Castellanos, un obrero del basquet, afinó bastante al diamante en bruto que acababan de recibir.

En seis años que tuvo con San Lázaro fue figura cimera en cuatro títulos obtenidos (1991, 1992, 1995 y 1996).

Ignorada medalla Uno de los momentos que más atesora fue cuando en 1998, con un equipo que parecía un “recogío”, condujo a Dominicana a conquistar invicta el oro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe, realizados en Maracaibo, Venezuela.

“Los jugadores grandes éramos Jaime Peterson y yo, que tenía que jugar de centro porque él no tenía la contextura física para defender a los jugadores de esa posición a nivel internacional”, explica.

“Entiendo que esa fue la medalla más disfrutada, la que puso al país en el mapa otra vez y la que menos se menciona. Un centroamericano es más grande que un Centrobasket porque participan más países”, señala en obvia referencia a la celebrada presea dorada alcanzada en el año 1977 en Panamá.

Trabajador y agradecido Fernando Teruel revela que decidió darle esa primera oportunidad al nativo de Villa Altagracia porque conocía de su talento, de su disciplina y deseos de progresar.

Apunta que éste y Luis Flores, a quien califica como una máquina trabajando, están en la punta de una lista de jugadores incansables.

“Cuando se terminaban los entrenamientos, tenía que parar a Soterio, darle una orden para que no siguiera”, recuerda Teruel. “Un disciplinado enorme y por eso pudo compensar lo tarde que comenzó a jugar baloncesto”.

Señala que lo recomendó al equipo Petro Yanquiluí, en Chile, y a la semana los directivos le llamaron para darle las gracias.

“Tuve una satisfacción muy grande porque es uno de los pocos jugadores que uno a enviado y tienen gratitud. Recuerdo que me trajo un lapicero Mont Blanc muy bonito. El detalle me hizo sentir muy bien.

Refuerzo. Además de Chile, paseó su calidad en Venezuela, Puerto Rico, Brasil, Portugal y España.

Entrega total Por ir a Centrobasket '99 en Cuba, perdió la oportunidad de jugar como nativo en España con el Balneario de Archena.