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Último chance del oro, ‘Sigo con entusiasmo tras la faja mundial’

“Quiero ser abogado, ese es mi otro gran sueño,espero combatir de nuevo por una corona mundial este año, si pierdo y no logro la faja que tanto ilusiono, ¡me retiraré del ring!. Entonces volveré a la universidad a buscar un título que siempre tendré conmigo”.

Largos días de espera han transcurrido desde el sábado 23 de agosto de 2008 en la lejanía oriental de Beijing, cuando el boxeador Félix Díaz sorprendió al mundo colgándose la medalla de oro olímpica de los 64 kilos y de inmediato surgió la quimera burbujeante en su cabeza de que sería “muy pronto” campeón mundial en el profesionalismo.

Desde entonces sus grandes esfuerzos en el ring solo han dejado satisfacciones a medio cumplir y todavía en posesión de su aura de “Rey Olímpico” él busca una corona universal que estampe en la historia su nombre, pero el cronómetro sigue corriendo veloz y la sonrisa en el rostro de 24 años en China ahora empieza a apagarse a sus 35, cuando decide ganar la batalla por “nocaut” porque el tiempo lo ha desfavorecido.

Aquella especial hazaña en la madrugada dominicana (Hay una diferencia de 12 horas entre República Dominicana y la capital de China, Beijing) que al salir el sol paralizó el país con una colectiva alegría y que convirtió a Félix Díaz en un héroe nacional y de inmediato fue retroalimentada su ilusión cuando muchos lo etiquetaron como un futuro campeón mundial, pero once años después ese objetivo ha sido inalcanzable.

“Nada es imposible, sigo con el mismo compromiso con la gente que me sigue y que desde aquella vez creyó en mí, muchos decían lo mismo que hoy, que era imposible que ganara medalla porque era muy chiquito; luego que aseguré medalla dijeron que fue una ‘chepa’ y que yo no avanzaría más ¡y avancé!.

“Bueno, ya en la final de Beijing escogieron al tailandés como ídolo, que él era el campeón de Atenas 2004, que tenía mucha experiencia para mí, que llegué muy lejos, pero que ahí moriría… ¿y que ocurrió? A Manus fue a quien más puntos le hice de todos mis rivales y gané mi oro. ¡Puede ocurrir igual ahora!, ¡yo perdí un pleito titular de Terence Crawford!, el mejor boxeador del mundo, no fue ante una chata. Ahora la división de las 140 libras está más tranquila y voy por mi gran oportunidad”, detalla Félix Díaz, quien reveló no extendería su carrera más allá de 2019 sino gana una corona mundial en su segundo intento.

Después del ring, abogado

Ante un rival de inagotables recursos técnicos y tácticos como “El Oro” Díaz cualquiera zozobra en su celada, ahora mejor elaborada a sus 35 años, pero ya con grandes quejas para mantenerse once años después con los mismos 64 kilos con los que viajó a los Juegos Olímpicos, inesperadamente, saca de la manga una “A” de pi:

“Voy con la misma ansiedad detrás de la faja mundial en lo que queda de año y si la consigo trataré de ser un gran campeón por el tiempo que pueda.

“Ya en mi corazón no quiero tantos sacrificios: viajes, entrenamientos fuertes en las madrugadas y en el día, lejos de la familia, sin tiempo para otros compromisos, deseo darle más tiempo a mis hijos, a mi esposa, y a otro gran proyecto que tengo que lograr si Dios me lo permite.

“Graduarme de abogado es mi otro gran sueño, una corona del boxeo sería fabulosa, pero no me dura para siempre, prefiero volver a la UASD o un centro privado a buscar un título universitario que siempre tendré conmigo y que también será un ejemplo para mi familia, especialmente para mis tres hijos”, compara con anhelo.

Motivación especial

La licenciada en derecho Melody Uribe es la esposa de Félix, pero en el caso de retomar sus estudios que hace varios años superaron el bachillerato en el liceo República de Ecuador ella no ha sido exactamente su asesora.

“Será una ventaja a mi favor que Melody ya es abogado, seré un empleado de su oficina hasta que me gradúe; pero esta idea me surgió siendo atleta porque un entrenador -Freddy Mateo Beltré (f) - sin saberlo me estimuló con un regaño: yo estaba leyendo un librito de Derecho Constitucional y me dijo que si estaba loco, que yo estaba para dar golpes y no para leer; siempre yo defendía o hacía la protesta por todo el grupo cuando estábamos en la selección nacional, sino era yo entonces hablaba Juan Ubaldo Cabrera, solo nosotros dos; entonces ese maestro me llamó ‘El Abogadito’ para molestarme”, cuenta que desde entonces se planteó ser abogado para su retiro del boxeo.

Félix, quien compila 20-3, con 10 nocauts, en el campo profesional, tiene tres hijos: Adonis, Jennifer y Mia. Viajará en los próximos días a un campamento de entrenamientos en Miami, donde lo espera el preparador boricua Nelson Cruz.

El peleador zurdo de Sabana Perdida espera que su próxima salida sea frente a un rival ubicado entre los primeros 10 del mundo de los welters junior, para ante una eventual victoria reclamar un nuevo chance titular.

Sin miedo al futuro

Como recompensa de un pueblo enloquecido que pide un botín para sus héroes, el Estado dominicano premió a Félix en el 2008 con 7 millones de pesos en efectivo, un vehículo todoterreno donado por una compañía y un apartamento facilitado por una constructora. Una tienda de vestir le entregó ropas y calzados al por mayor, y una telefónica le otorgó dispositivos de comunicación de última generación libre de pago de mensualidad.

Si las cosas no salen bien sobre el cuadrilátero en este tramo final de su carrera, entonces vendrá el esperado retiro y la universidad le dará la bienvenida a un gran campeón olímpico y de la vida.

“Nada se queda intacto, he ganado dinero en el campo profesional que han reforzado mis inversiones, no soy millonario ni nada por el estilo, pero tengo de qué vivir porque sigo siendo humilde y no ando gastando en lujo ni en cosas innecesarias, trato de tener un futuro adecuado para envejecer sin temor”, procura el púgil de origen contiguo al antiguo sector La Barquita, donde al momento de asegurar medalla de bronce en Beijing, su casa materna estaba cuatro pies bajo agua contaminada del río Ozama.

“Sé de dónde vengo, solo en el recuerdo parece bonito, pero nadie quiere volver a la miseria con sus hijos”, asegura el boxeador que tiene en su barrio de Sabana Pedida, una fundación que lleva su nombre y que busca evitar la deserción escolar de los niños.

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