El Deporte

MUJERES DE GRANDES LIGAS

“Tremendo”

Carolina Cruz de MartínezSanto Domingo

Ese muchacho es tremendo,” “es tremendo tipo,” “ese batazo fue tremendo” son expresiones cotidianas empleadas para referirnos a alguien que es considerado extraordinario en sí mismo y su profesión. El ser catalogado de “tremendo” generalmente viene producto a un sentimiento de admiración, asombro y respeto.

Los atletas, artistas, profesionales por encima del promedio gozan de ser descritos con este adjetivo por parte de su fanaticada, quienes disfrutan de sus proezas y hazañas.

Pero que “tremendo” sería que el ser “tremendo” no se circunscribiera a una cancha, o un balón, un bate o un timón. Que “tremendo” fuera que los atletas fueran admirados, respetados y objeto de asombro por ser “tremendos” de manera integral. Que “tremendo” sería que fueran emulados por ser hijos ejemplares, cordiales, que honran y respetan a sus padres; que sean imitados por ser hombres ecuánimes, confiables, de palabra y cordiales; que sean admirados porque no negocian la estabilidad personal por una pequeña locura sin pensar; que sean reconocidos cuando han tenido una trayectoria familiar y matrimonial sin cola que pisar.

La sociedad cataloga como “tremendo” todo lo que consigna entretenimiento, comercio, excitación y popularidad, pero valora y honra poco lo esencial, lo fundamental, lo anónimo, lo que da sentido personal.

No hacemos nada con ensalzar el talento o habilidad profesional de un “tremendo” atleta cuando en su vida personal y familiar es un “tremendo” desastre. Enarbolar ese tipo de incoherencia y bipolaridad hace más daño al atleta, quien recibe el meta mensaje de aprobación de un mercado que solo valora su rendimiento y producción; el atleta siente que se le ‘firma un vale’ eximiéndole de sus otras responsabilidades.

Hay que cambiar el paradigma de dividir e individualizar a figuras que son consideradas ejemplos en la sociedad. Sería “tremendo” poder contar con la aprobación fidedigna de una generación que exija que sus héroes de carne y hueso deportivos sean “tremendos” como humanos y no solos cuando cruzan el umbral de un estadio o escenario.

“El fin de todo el discurso oído es éeste: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre”. Eclesiastés 12:13

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