El Deporte

UN GRANDES LIGAS | NO HA DEJADO DE CONVIVIR CON FAMILIARES

De El Café de Herrera salió Beltré

Las humildes vivendas del populoso sector de El Café, son comunes en esta zona donde se crió Adrian Beltré.

Ramón RodríguezSanto Domingo

Adrian Beltré se ha ganado un gran respeto en el lugar donde nació y crio. El corazón del populoso sector del Café de Herrera, fue la comarca que vio crecer a Beltré, hoy un ícono del béisbol profesional de las Grandes Ligas y de los Vigilantes de Texas.

Por su trayectoria como ciudadano de esa zona situada al Oeste de la capital dominicana, se le tiene como un hombre “serio, responsable y trabajadora”.

Así lo criaron sus padres (Bienvenido Beltré y Andrea Pérez) que tienen residencia en la calle 8, número 6 de El Café de Herrera, lugar donde también residen muchos otros familiares del afamado pelotero.

En todo el vecindario se le tiene también como “muy responsable”, que saca tiempo para dedicarlo a su familia.

Siempre que viene al país visita a sus padres y comparte con el resto de sus familiares.

Adrian Beltré nunca ha dejado de visitar “El Café” Es común que se juegue dominó en la casa materna, donde comparte con parientes y allegados. Y no falta una comilona, principalmente a base de un sabroso chivo guisado, aunque tiene residencia en el exclusivo sector de Costa Verde, en el kilómetro 12 de la carretera Sánchez.

El mismo Beltré se ha encargado de mantener unida la familia construyendo un edificio de cuatro niveles ocupados por familiares cercanos.Al lado está la residencia de sus padres y luego una casa que ocupan inquilinos. En la parte frontal, también viven otros familiares y es común que se reúnan para conversar.

Regularmente, el Día de los Santos Reyes, Beltré reparte juguetes en el sector, además, al concluir la temporada de Grandes Ligas, viene al sector y reparte guantes, gorras, camisetas, pelotas y otros artículos.

“Él es un gran ejemplo aquí”, dice Héctor Nolasco, pariente del pelotero, quien dice que lo vio crecer y recordó que a Adrian no le gusta que le pasen la mano por la cabeza.

Cuenta que esto “viene desde chiquito”. “Él tenía la cabeza un poco pelada y aunque le nació cabellos después, no le agradaba que le pusieran la mano por la cabeza”, añade Nolasco, un hombre jovial que pasa las tarde en la zona, a pesar de sus 63 años.

El pasado domingo, cuando Beltré pegó su hit número tres mil, “por aquí hubo algarabía, todos celebramos eso”, recuerda Nolasco.

Sus abuelos, Sarito y Bolito viven con sus padres Bienvenido (Negrito) y Andrea y se abstienen de hablar de su nieto y la fama que este ha ido ganando como jugador de béisbol de las Grandes Ligas.

Silencio Ni siquiera permiten abrir un gigantesco portón de hierro, para evitar a extraños.

Dejan a los padres de Adrian Beltré hablar sobre sus hazañas, mientras que primos y vecinos se descantan en elogios del pelotero, no solo como jugador de béisbol, sino como ciudadano ejemplar.

Hablan de sus orígenes. Desde muy pequeño le gustó jugar el béisbol. Jugaba al “ponchao” con los otros muchachitos de lugar. Este juego consiste en pararse con un bate o trozo de madera a batear con una pared detrás, las pelotas que otro le lanza.

“Su pasión era la pelota desde muy pequeño”, afirma Welinton de la Rosa, un primo de Adrian Beltré.

“Él también jugaba baloncesto en su tiempo libre, pero su delirio era el béisbol”, cuenta De la Rosa, quien en principio se resistía a hablar de su primo.

El temor de Welinton es el mismo que de sus abuelos y otros familiares: Temen que alguien le vaya a hacer daño a la figura de Adrian Beltré.

Sus inicios La niñez y adolescencia de Adrian Beltré se desarrolló en el Café de Herrera y el asilo del kilómetro 12 de la carretera Sánchez donde opera el Hogar Escuela Santo Domingo Savio. Allí hizo sus estudios primarios en la escuela Santaella donde terminó siendo bachiller, no en el Liceo Máximo Gómez, como se ha dicho.

Fue en los terrenos deportivos del Hogar Escuela Santo Domingo Savio donde fue llevado por su padre Bienvenido Beltré (Negrito) y presentado a Franklin Rodríguez, cuando apenas tenía once años.

“Era un muchacho con muchas condiciones. Tenía fuerza en el brazo y le daba muy duro a la pelota”, dice Rodríguez. Fue en la academia de Franklin Rodríguez que todavía funciona en el Hogar Escuela Santo Domingo Savio donde creció y se formó Adrian Beltré, junto a Radhamés López, un gran amigo del pelotero y un hijo de Felipe Alou llamado Felipe José Rojas y firmado para la organización de los Dodgers de Los Angeles por Pablo Peguero, aun siendo un adolescente en 1994. Un año después fue llevado al Campo Las Palmas, lugar donde la organización de los Dodgers tiene sus campos de desarrollo de talentos.

“Pablo era una de esas personas que colaboraban mucho con mi academia, me regalaba pelotas y otros útiles y por eso le cedí a Adrian Beltré, aunque habían otros que estaban detrás de él y hasta llegaron a ofrecerme buen dinero, pero tenía un compromiso moral con Peguero”, relata Rodríguez.

Franklin recuerda la potencia del brazo de Beltré y la fortaleza de sus batazos.

La academia de Franklin Rodríguez tiene su base en los terrenos del asilo del kilómetro 12 de la carretera Sánchez, donde en la actualidad tiene unos 560 niños y adolescentes y trabaja con unos cinco talentos que los prepara para presentarlos para firmas. Tiene diez entrenadores, cinco de los cuales laboran en el programa de desarrollo, además tiene un preparador físico y un instructor de gimnasio.

Por su academia han pasado otros peloteros que han sido firmados para el béisbol organizado. Entre estos figuran D¥Ángelo Jiménez, Kelvin Jiménez, Runelvys Hernández, Edinson Volquez, Rafael Pérez, Melky Cabrera, Jenry Mejía, Jimmy Paredes. Más de 200 jóvenes talentos provenientes de esa academia han sido firmados.

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