El Deporte

MUJERES DE GRANDES LIGAS

“Prosperidad”

Carolina Cruz de MartínezSanto Domingo

PROSPERIDAD: De acuerdo al Diccionario de la Real Academia, la prosperidad es definida como la condición de próspero; el curso favorable de las cosas, o la buena suerte o éxito en lo que se emprende, sucede u ocurre. Prosperidad también es vista como sinónimo de bienestar o mejora de la situación económica o social; es una meta codiciada basada en la noción de riqueza y poder adquisitivo, y la mayoría de los seres humanos invierten su vida hasta el desgaste para ser etiquetados como prósperos.

La carrera por tener riqueza y prosperidad es una que la sociedad proyecta basada en imágenes y conceptos influenciados por lo que se ve, lo atractivo, lo lujoso, el brillo. Nadie es atraído a visuales de carencia, modestia o limitación, pues el apremio económico es molestoso. Todos tenemos inclinación a lo bonito y vistoso, pues nadie quiere sentirse desaliñado o limitado.

PROSPERIDAD EN EL ATLETA: El trabajo tesonero de un atleta es recibir dividendos por su rendimiento. Si es exitoso en su emprendimiento devengará buenos recursos económicos que lo llevará a un estilo de vida afluente. Pero es penoso ver que son más los casos de fracaso que de éxito, de atletas acaudalados que han terminado en pasos delicados, pues una vez se adquiere riqueza pocos saben qué hacer con ella.

Desde el punto de vista de principios, prosperidad no es la adquisición de bienes, lujos y posesiones. Una persona prospera es aquella que está satisfecha emocionalmente, que siente plenitud con lo que posee. Un atleta que se haya desempeñado en un nivel amateur puede sentirse más feliz y pleno, que uno que haya jugado profesional pero esta insatisfecho en su vida personal. Aunque ese atleta profesional sea un ¥caballo¥ en el terreno, y a la par de eso posea fama, fortuna, mansiones y loores, la satisfacción personal solo le vendrá si sabe disfrutar cada cosa en su lugar.

Los atletas prósperos son aquellos que hacen mucho, con poco. Son aquellos que con un vehículo hacen más, que con siete que puedan tener en su haber; que disfrutan más una conversación con sus hijos que con el/la periodista tal; que bendicen a otros con parte de su riqueza y saben sembrar la semilla correcta; que honran su matrimonio resistiendo la tentación del sistema; que son disciplinados en su vida personal, para que se pueda reflejar estabilidad en la profesional; que temen a Dios y se nota en su conducta, no sólo en declaraciones públicas.

El concepto de prosperidad no debe estar ligado a bienes materiales, sino a satisfacción personal. La satisfacción viene cuando se sabe administrar y vivir de acuerdo a principios que no se enseñan en la escuela, ni en asesorías legales ni financieras. Los atletas más millonarios tienen grandes firmas en materia de asesoría, y eso no los exime de caer en desgracias y fechorías. Solamente aprendiendo a conocer la voluntad del que lo creó, se puede manejar una real prosperidad.

SOLO DIOS PROSPERA: Hay atletas, artistas, individuos pudientes, que aún alcanzando riqueza y poder continúan presos de un vacío existencial que no terminan de llenar. Los espacios en la vida solo pueden ser llenados cuando se tiene conocimiento y el querer llenar esos espacios con dinero producirá más insatisfacción, histeria y fastidio de la vida que puede llevar a una óptica fatalista.

Socialmente hablando, la prosperidad es un concepto que define a unos y descarta a otros. Bíblicamente hablando, prosperidad es un estado de plenitud que implica estar realizado y satisfecho porque se sabe administrar lo que Dios Padre ha dado.

El acaudalado y famoso rey Salomón escribió: “Esto es lo que he comprobado: que en esta vida lo mejor es comer y beber, y disfrutar del fruto de nuestros afanes. Es lo que Dios nos ha concedido; es lo que nos ha tocado. Además, a quien Dios le concede abundancia y riquezas, también le concede comer de ellas, y tomar su parte y disfrutar de sus afanes, pues esto es don de Dios.” (Ecles 5: 18,19). El don de ser prósperos viene de Dios, nosotros no podemos producirlo intrínsecamente fuera de Él.

Hasta la próxima

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