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La tenacidad de Pedro lo puso en Cooperstown

Afirma que la negatividad a su alrededor encendió la llama

Por su aspecto frágil, Pedro Martínez se encontró con muchas dudas de que algún día brillaría en las Grandes Ligas. Esa desconfianza sobre su habilidad acabó convirtiéndose en la “llama” que motivó su ferocidad en el montículo, llevándole a convertirse el martes en el segundo pelotero dominicano que es elegido el Salón de la Fama. Martínez evocó sus primeros pasos en el béisbol profesional, refiriéndose en particular a la intensidad con la que encaró sus aperturas en una magistral trayectoria de 18 años. “Me transformaba una media hora antes del juego”, indicó Martínez en una teleconferencia tras recibir un 91,1% de apoyo en su primer año elegible en la votación de la Asociación de Cronistas de Béisbol de Norteamérica. “Me ponía bien serio, concentrado, ya mi papá me decía que me tenía que tomar con seriedad mi trabajo. “Veía a todos como un enemigo, como estar en la selva: hay que matar para sobrevivir”, añadió Martínez. “Y esa era la intensidad y enfoque que tuve que mantener día a día”. Como prospecto de los Dodgers, su primer club, Martínez debió ser operado en 1992 tras dislocarse el hombro izquierdo (el brazo con el que no lanzaba) durante un turno al bate. Desempeñándose principalmente como relevista, respondió positivamente en su primera temporada en las mayores (2.61 de efectividad en 65 apariciones), pero el mánager Tom Lasorda y los médicos de Los Ángeles no se fiaban sobre si el oriundo de Manoguayabo tendría la resistencia para lanzar y acompañar a su hermano Ramón en la rotación abridora. Martínez fue canjeado a Montreal en noviembre por Delino DeShields, y el resto es historia: foja de 219-100 y efectividad de 2.93. Es el tercero de todos los tiempos con un promedio de 10.04 ponches cada nueve innings. Sus tres premios Cy Young, uno en la Liga Nacional con los Expos en 1997 y los otros dos de manera consecutiva en la Americana en 1999-2000 con los Medias Rojas. “La negatividad encendió la llama”, afirmó Martínez, quien abrumaba a los rivales con su repertorio de pitcheos, incluyendo un alucinante cambio de velocidad. “También le doy las gracias a los que dijeron que no, ya que ellos me motivaron a decirles que sí”. Dato curioso sobre el desafío que el delgado y diminuto Martínez debió afrontar en su carrera: Mide 1,56 metros de estatura (5,11 pies). Randy Johnson, el zurdo que también fue elegido el martes, mide 1,86 metros (6,10 pies). Martínez será el segundo dominicano con una placa en Cooperstown, siguiendo los pasos de Juan Marichal tras una pausa de algo más de tres décadas desde que su compatriota fue elevado en 1983. Marichal se anotó 243 victorias y firmó una efectividad de 2,89 cuando se retiró. “No creo que tendremos que esperar otros 33 o 34 años sin alguien más”, señaló Martínez, al destacar una oleada de astros dominicanos que tendrían las credenciales para ser incluidos en el Salón. Albert Pujols, Vladimir Guerrero, David Ortiz y Adrian Beltré asoman como los principales candidatos dominicanos en futuras elecciones. Sería una lista más amplia, pero la sombra del consumo de sustancias para mejorar el rendimiento dejarían fuera a Sammy Sosa y Manny Ramírez. Después de catapultarse a la fama con los Expos, Martínez labró su condición de leyenda durante siete gloriosas campañas con Boston, coronadas con la conquista del primer campeonato de la Serie Mundial tras una sequía de 86 años. Completó su carrera con los Mets y Filis. En la actualidad, si se le pregunta a los juveniles talentos quisqueyanos que empiezan a abrirse paso en las mayores, como Yordano Ventura y Jenrry Mejía, casi siempre señalan a Martínez como su inspiración. Fue lo que Martínez resaltó al comparar el impacto de su elección con respecto a la de Marichal. “A Juan Marichal le tocó una era en la que los dominicanos no pudieron seguirle, como ocurrió conmigo, por la televisión, la Internet”, dijo Martínez. “La importancia que sea alguien de la era que me tocó es indescriptible. Cada jovencito de 20 años me pudo ver lanzar”. “Mi deseo es que me vean como un ejemplo perseverancia y fe, de que sí podemos”, dijo Martínez, quien tiene ahora 43 años. “Que vean este honor como la confirmación de que los latinos tenemos el mismo talento que todos los demás”.

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