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CON LOS CAMPEONES

El béisbol es el principal vínculo entre RD y PR

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Mario E. GuerreroSanto Domingo

Aunque República Dominicana y Puerto Rico han mantenido una gran rivalidad deportiva a través de la historia, el deporte también ha servido como eslabón para unir estos dos pueblos caribeños. Dentro del deporte en general, el béisbol, en particular, ha sido el principal vínculo entre quisqueyanos y boricuas, que comparten una gran pasión por el juego de pelota. Desde tiempos tan lejanos como la década de 1910, el béisbol dominicano comenzó a importar jugadores puertorriqueños para sus torneos locales. Una reseña del periódico Listín Diario, de fecha 17 de julio de 1913, da cuenta de que el equipo Licey se reforzó con los peloteros boricuas Hermógenes Fernández (Queché) y Miguel Maldonado (Yayo), para la celebración de una serie ante el Nuevo Club. Nos narra la historia que el primer club de béisbol extranjero que visitó la República Dominicana fue el equipo Ponce, de Puerto Rico, el 27 de octubre de 1916, que se enfrentó en una serie de tres partidos a un seleccionado dominicano, integrado por los mejores jugadores de los equipos Nuevo Club, Licey y Columbia. Ese fue el inicio de innumerables intercambios beisboleros concertados entre boricuas y dominicanos, los cuales se extienden hasta nuestros días. Pedro Miguel CaratiniEn esa visita del conjunto ponceño al país, se destacó su capitán, el torpedero Pedro Miguel Caratini, escogido como jugador más valioso de la serie. Caratini, quien regresaría al país en 1916 para trabajar como tenedor de libros en la secretaría de Obras Públicas, durante la intervención militar norteamericana, se destacó por muchos años en el béisbol dominicano. En República Dominicana, Caratini jugó para el Licey y se desempeñó como capitán de las Estrellas Dominicanas, cuando este seleccionado celebró varias series contra equipos integrados por marines norteamericanos de ocupación. El pelotero puertorriqueño, quien era llamado por la prensa dominicana como el “Ty Cobb borincano”, llegó a ser también capitán del equipo Licey. Durante su estancia en el país, Caratini dio un real colorido al béisbol dominicano, impulsando este deporte de manera vertiginosa. Gran gesto boricuaEn 1949 ocurrió un hecho trascendental, un gesto de solidaridad, que retrata de cuerpo entero las excelentes relaciones que han mantenido a lo largo de la historia los pueblos de Puerto Rico y República Dominicana. Ese año, la Liga de Béisbol Profesional de Puerto Rico decidió permitir que los equipos del circuito pudieran contratar hasta dos jugadores dominicanos, los cuales recibirían el status de nativos. Esta medida favoreció a 14 peloteros quisqueyanos, quienes antes de aprobarse la medida tenían que jugar como refuerzos. Ellos fueron, Güigüí Lucas, Enrique Lantigua y Vicente Scarpatte, receptores; Guayubín Olivo y José (Achín) Matos, lanzadores; Horacio Martínez y Pepe Lucas, infielders y Luis (Grillo) Báez, jardinero, todos peloteros profesionales, así como a los jugadores amateurs, Tomás Gómez Checo, Manolete Cáceres, Sijo del Monte y Consuegra, Miguel Payano, Enrique Reynoso, pitchers y el outfielder Miguel (Tiant) Tineo. Peloteros criollos, hijos de padres puertorriqueños, como Oscar Mir Flores, Gallego Muñoz y Machín Vélez, eran considerados como nativos. Refuerzos de PRLa pelota profesional dominicana resurgió en 1951 y los equipos representativos de la capital, Santiago y San Pedro de Macorís se fortalecieron con jugadores del área del Caribe y estadounidenses. Entre esos refuerzos importados se destacaron los peloteros puertorriqueños Luis Villodas, Luis Rodríguez Olmo, Luis ñTite ñ Arroyo, Efigenio (Coco) Ferrer y Rubén Gómez (El Divino Loco), entre otros. En esa época también fueron contratados técnicos boricuas para ejercer las funciones de managers, como fueron los casos de Félix (Fellé) Delgado, Ramón Concepción y Luis Rodríguez Olmo. Este último actuó en el certamen de 1954 como jugador y dirigente del conjunto de las Águilas Cibaeñas. De esa forma, la celebración de los campeonatos dominicanos se convirtió en una fuente importante de empleo para los jugadores boricuas, como antes lo habían sido el béisbol puertorriqueño para los peloteros quisqueyanos. Los torneos organizados desde 1951 hasta 1954 se celebraron en época de verano y a partir de 1955, luego de lograrse la afiliación al béisbol organizado de los Estados Unidos, se comenzó a jugar en los meses de invierno. Pelota bajo lucesComo de ahí en adelante ambos campeonatos coincidieron, la participación de jugadores dominicanos en la liga de Puerto Rico prácticamente desapareció y lo mismo sucedió respecto a los peloteros boricuas y el circuito local. Aunque es preciso destacar, que cuando los problemas políticos abortaron algunos torneos de la pelota criolla en los años ’60 de la anterior centuria, los jugadores dominicanos de nuevo se vieron obligados a emigrar a Puerto Rico, donde fueron acogidos con los brazos abiertos. Con el renacer de la Serie del Caribe en 1970 y la inclusión de nuestro país en este certamen regional, se reanudaron vigorosamente las relaciones entre dominicanos y boricuas en el campo beisbolero. Emocionantes enfrentamientos entre equipos representativos de las dos naciones, multitudinarias movilizaciones de fanáticos de un país a otro para respaldar sus respectivas selecciones, han caracterizado cuatro décadas del evento caribeño. Juegos interligasLos juegos de estrellas entre los circuitos dominicano y boricua, celebrados a partir del año 2003, los partidos interligas implementados desde hace dos años y los nuevos reglamentos de la Confederación del Caribe, que permiten que peloteros boricuas puedan participar como refuerzos en el torneo quisqueyano y viceversa, han fortalecido aún más los lazos entre los dos países. No hay dudas que la pelota ha sido y es el principal puente de unión entre República Dominicana y Puerto Rico, por encima de cualquier otra actividad, sea política o cultural. Ahí están los hechos que avalan esta realidad.

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