ÚLTIMOS INNINGS
La Liga Mayor
En caso de que a alguien le quedara aun alguna duda, la salida del pasado miércoles del lanzador Brad Penny con su nuevo equipo de los Gigantes de San Francisco, tiene que haber convencido al más incrédulo de que existe una diferencia palpable entre la calidad de juego de la Liga Nacional y la Americana. Ocho entradas en blanco, apenas cinco hits permitidos y una aislada base por bolas fue todo lo que pudo hacer la que se ufana de ser la mejor ofensiva de la Liga Nacional ante Penny. El mismo Brad Penny que en sus últimas cinco salidas con los Medias Rojas en la liga de adultos había permitido 27 carreras en 26 entradas y dos tercios. Penny es el ejemplo más reciente, pero anotemos en el grupo a Cliff Lee (1.80 de PCL y cinco victorias), John Smoltz (21 ponches, 1 base por bolas, 2.65 PCL en 17 entradas) Matt Holliday (10 HR, 37 CE,.386/.444/.714 en 37 juegos) y como olvidar en el pasado reciente el castigo propinado por Manny Ramírez al pitcheo de la Nacional en la segunda mitad del 2008. El nivel de talento de la Americana en comparación con la Nacional es superior, por un margen confortable y es además una realidad que persiste desde hace ya muchos años. Independientemente del hecho de que San Luis y Filadelfia han ganado dos de las tres ultimas Series Mundiales, si dirigimos nuestra mirada a los Juegos de Estrellas y partidos interligas, es fácil comprobar dicha diferencia. Analizando los juegos interligas , entre el 2005 y 2009 la Americana ha ganado 713 y ha perdido 546 para un porcentaje de .566, y si lo medimos por el diferencial de carreras anotadas y permitidas la diferencia es de 949 carreras a favor del joven circuito. Jay Jaffe de Baseball Prospectus analizaba recientemente la diferencia entre las dos ligas y encontró, entre otras cosas, que los mejores equipos de la Americana dominan a sus homólogos de clase en la Nacional aumentando el porcentaje de ganados y perdidos de .561 intraliga a .610 en interligas. En el caso inverso, los peores equipos de la Americana, con porcentaje de .438 en su liga, mejoran a .523 cuando se encuentran con los miembros del viejo circuito. ¿Y que hay de los mejores de la Liga Nacional? Estos pasan de jugar para .551 contra los de su misma liga a .447 en interligas, lo que equivaldría en transformar los Rockies de Colorado a los Mets de Nueva York. El Juego de Estrellas es otro entorno en donde se puede comprobar la diferencia entre ligas, y no únicamente por la vigente racha de partidos no perdidos de la Americana. Yo me refiero a observar a los jugadores envueltos. ¿Acaso creen ustedes que Shane Victorino, Raúl Ibañez o Yadier Molina tendrían alguna posibilidad de encontrar un hueco, no digamos en el equipo abridor, sino en el roster de estrellas de la Americana? Los que crecimos viendo a la Liga Nacional apabullar a la Americana en los clásicos de verano en los años setenta y ochenta, sabemos que estos fenómenos suelen ser cíclicos, y que el péndulo de talento fluctúa de un lado a otro cada cierto periodo de tiempo. En esa época la rapidez y voluntad de la Liga Nacional en dar oportunidad a jugadores negros y latinos les abrió las puertas a una fuente de talento que la Americana tardó en asimilar. Las causas de esta época, improvisando yo la idea, podrían estar relacionadas con la presencia de organizaciones de gran poder económico (Yankees y Medias Rojas) potenciando una mayor búsqueda de eficiencia en captar y desarrollar talento, porque de otra forma el resto los equipos de la Liga Americana no tendrían oportunidad de poder competir. ¿Habrá entonces el conformismo en la Liga Nacional erosionado su capacidad de competir con la otra liga? Interesante pregunta para otro momento.