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Enfoque

Más allá de los datos

Es lógico esperar que un profesional desee que la carrera a la que se ha dedicado sea relevante en su entorno. En particular, querría que las opiniones y los diagnósticos que elabora gracias a los conocimientos adquiridos y a las experiencias acumuladas, le permitan presentar pronósticos que prueben ser correctos. Los economistas no son una excepción a ese respecto, especialmente en lo que concierne a la influencia que las condiciones económicas prevalecientes ejercen sobre las decisiones de individuos y empresas. Eso incluye, en épocas de elecciones, a la incidencia de la situación económica sobre el voto de la ciudadanía. Dependiendo de si la situación es buena o mala, los candidatos presentados por el partido gobernante resultarán ser favorecidos o perjudicados.

No quiere esto decir, sin embargo, que los economistas descarten o ignoren el papel que otras consideraciones, como son la seguridad o las libertades públicas, desempeñan como factores motivantes del voto. Lo que afirman es que aunque existan esos otros factores actuantes, el rol de la economía sigue siendo innegable y significativo.

Pero se ha podido comprobar en múltiples ocasiones que los datos estadísticos no son necesariamente los que inciden sobre lo que el votante hará. Para los economistas las cifras macroeconómicas son muy importantes, constituyendo la guía más confiable acerca del estado en que la economía se encuentra. Pero las personas no suelen consultar los informes confeccionados por analistas para formarse un criterio en relación con las condiciones económicas. Lo que toman en cuenta es su propia situación para decidir si están mejor o peor que antes.

Es decir, sus conclusiones están orientadas por consideraciones esencialmente microeconómicas, específicamente aplicables particularmente a ellos. Es así como, por ejemplo, cifras macroeconómicas que muestran una reducción de la tasa global de desempleo, pueden ser poco relevantes para alguien que haya estado laborando sin interrupción. Para esa persona, mucho más importante será el poder adquisitivo de sus ingresos y su capacidad para cubrir sus necesidades y las de sus dependientes.

Esa diferencia que puede ocurrir entre la influencia de datos contenidos en reportes analíticos y la que ejercen las vivencias personales, parece haber incidido en el resultado de los comicios del 5 de noviembre pasado en los EE.UU. La inflación en los precios de los bienes y servicios incluidos en la canasta de consumo generó una percepción de malestar que no pudo ser contrarrestada por los datos acerca de la creación de empleos y nuevos proyectos de inversión. Al final, las percepciones individuales predominaron sobre las estadísticas oficiales que intentaban resaltar los avances económicos logrados por el gobierno saliente.

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