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Día 1

El presidente electo de los Estados unidos ha prometido que en su primer día en la Casa Blanca pondrá en marcha disposiciones que harán estremecer las estructuras y actuaciones gubernamentales de su país, con notables repercusiones sobre otras naciones, incluyendo la nuestra. A diferencia de su gestión anterior, cuando en la campaña electoral sus ofertas electorales fueron más difusas, en esta ocasión quienes votaron por él no podrán alegar que han sido sorprendidos por las medidas que tome. Describió una y otra vez en sus discursos de campaña lo que intentaba hacer.

Sabemos que entre las medidas que pondrá en ejecución se encuentran deportaciones masivas de extranjeros indocumentados, entre los que es de suponer habrá muchos dominicanos. Ya que ese proceso puede afectar las remesas que nuestro país recibe, ha sido objeto de diversos comentarios, algunos más pesimistas que otros. Estos últimos toman en consideración el efecto benéfico que un mayor crecimiento económico estadounidense, con menor inflación, puede tener sobre la economía dominicana.

No es seguro, sin embargo, que disposiciones como las deportaciones, la imposición de gravámenes a las importaciones procedentes de China, la reducción de ayudas y servicios sociales, o la aceleración en la extracción de petróleo con sus previsibles costos ambientales, vayan a conducir a una época de prosperidad sin precedentes en la historia reciente de los EE.UU.

No obstante, aunque Trump detalló sus intenciones durante la campaña, ha surgido un aspecto que hasta muchos de sus partidarios no habían anticipado en su total magnitud. Con las designaciones de funcionarios que ha estado anunciando ha quedado en evidencia que se propone retar a los estamentos tradicionales de su propio partido y al consenso de las opiniones y recomendaciones científicas. Nombramientos como el del procurador general y los de los secretarios de salud pública, energía y defensa, auguran batallas para su confirmación y posteriormente respecto de las decisiones que tomen.

Esas previsibles controversias pueden conducir a confrontaciones que absorban la atención de los sectores involucrados, organismos, medios de prensa y legisladores, en detrimento de su eficiencia. Pero además de eso, puede cuestionarse la coherencia de actitudes y puntos de vista de individuos como Musk y Kennedy, lo que hace pensar en la posibilidad de una conformación administrativa en la que todo fluya hacia el centro, en la cual el presidente será el árbitro de las divergencias que emerjan, pudiendo presentarse una situación en la que el mecanismo de toma de decisiones se fragmente y tienda a asumir las características de procesos bilaterales, en lugar de que las políticas se fundamenten en discusiones amplias de múltiples organismos y funcionarios con la debida ponderación de todas sus implicaciones y consecuencias.

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