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Enfoque

Reproducción diferencial

En un viejo libro escrito por un economista francés, mejor descrito como un filósofo precursor de los que hoy son economistas, él hacía mención de lo que consideraba ser una diferencia fundamental entre el trabajo y el capital.

Decía que la fuerza laboral estaba sujeta a leyes biológicas, teniendo la posibilidad de reproducirse a voluntad. Las máquinas, por el contrario, no se reproducían por sí solas, sino que estaban sujetas a leyes económicas, las cuales determinaban si era o no era provechoso (rentable, diríamos ahora) diseñarlas y fabricarlas. Sus conclusiones, no pesimistas como las de Malthus, iban por el lado de las diferencias en las motivaciones y decisiones de las personas, según actuaran como seres humanos o como dueños de negocios.

Respetando las distinciones biológicas, hay que reconocer, sin embargo, que el capital – representado por maquinarias y equipos – posee una condición que lo distingue de forma significativa de los seres humanos en cuanto a la uniformidad de su reproducción. Esa característica se deriva de la capacidad de crear réplicas, generar estructuras idénticas y esparcirlas de forma ilimitada. El resultado es que, a la diversidad humana, proveniente de su naturaleza biológica, se contrapone una creciente sistematización de los procesos productivos, lo cual se traduce en una aparente ventaja para el capital ya que la uniformidad se asocia con menores costos y mayores beneficios.

La consecuencia de ello es que en un gran número de empresas se da preferencia al apego absoluto a los procedimientos establecidos, siendo el toque personal en la producción una víctima de esa preferencia. Las factorías y los establecimientos comerciales son clonados y diseminados, por lo que vemos cadenas de tiendas todas ellas con la misma mercancía y disposición interior, así como fábricas, estaciones de gasolina o granjas con formato similar en diversos países. Y aun respecto a los servicios, los individuos que laboran en lugares como talleres, factorías, transporte colectivo, teléfonos y energía, son desconocidos por los usuarios y con frecuencia se espera que todos ellos se comporten de forma similar.

Para muchas personas la uniformidad es atractiva. Aprenden las reglas y modos de actuación vigentes y se ajustan a ellos. No tienen que intentar ejercer labores creativas ni asumir los riesgos de que algo no salga bien. La rutina puede ser aburrida, pero es más cómoda e involucra un menor esfuerzo.

Una importante consecuencia de esa actitud es que numerosos individuos talentosos, aptos para innovar y trabajar por cuenta propia, prefieren acomodarse en un empleo en el que su desempeño esté claramente pautado. En ese sentido, contribuyen a que la reproducción de los recursos humanos en las empresas se asemeje a la de las máquinas.

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