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Enfoque

Superávit universal

A juzgar en base a sus múltiples declaraciones a ese respecto, el expresidente y candidato presidencial Donald Trump aparentemente considera que los EE.UU. deben tener un superávit comercial con todas las naciones del mundo. Entiende, y así lo ha expresado en numerosas ocasiones, que países como China y México se han aprovechado del intercambio comercial para nutrirse de los recursos de la economía estadounidense, despojándola de empleos e inversiones que debieron haberse quedado allá. Desde su punto de vista, países como ésos han actuado como nefastas sanguijuelas, drenando a los EE.UU. de los medios necesarios para que su economía crezca vigorosamente. Y a ese grave perjuicio se añaden en algunos casos de países pobres las remesas que los inmigrantes envían a los familiares que han permanecido en sus lugares de origen, como una vía adicional por la cual extraen la vitalidad de la economía.

La ciencia económica ha demostrado que pretender mantener un superávit comercial con todas las naciones no es sólo un objetivo insostenible, sino que podría ser altamente perjudicial para el país que lo lograse. Si ocurriese, ese país tendría que conceder préstamos a todos los demás a fin de que pudieran pagar por el excedente de sus importaciones, o tendría que invertir en ellos sumas suficientes para cubrir dicho excedente. No obstante, en cuanto a esta última forma de compensación, quienes defienden procurar superávits por todos lados pueden hasta considerar que eso sería conveniente, pues de ese modo el país inversionista podría adquirir el control de las empresas, los recursos naturales y los adelantos tecnológicos del resto del mundo. Un ejemplo de esa creencia es la visión de algunos analistas acerca del futuro de los países del Medio Oriente exportadores de petróleo, cuyo nivel de vida luego de agotado ese recurso suponen que podría sustentarse en los rendimientos de las inversiones, tanto directas como financieras, que han venido realizando alrededor del mundo con los fondos que sus exportaciones les han permitido acumular y colocar.

A pesar de haber sido demostrados como criterios equivocados, es notable la difusión y longevidad de la percepción de que tener un déficit comercial con un país determinado es una señal de debilidad económica que debe ser motivo de inquietud y análisis. Por supuesto, tener un déficit con todos los otros países sí sería una razón poderosa para preocuparse, pero es normal que se tengan déficits con algunos y superávit con otros, noción ésta que parece no ser comprendida o aceptada por el candidato republicano.

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