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Enfoque

Mercancía conocida

La actual campaña electoral estadounidense, cuyo resultado final será de gran importancia para nuestro país, ha experimentado giros inusuales, algunos sin precedentes, siendo el más reciente el retiro “voluntario” de la candidatura del presidente Biden, quien tendrá que resignarse a ser un presidente de un solo mandato, algo usualmente considerado como un indicio de que su gestión al frente de la Casa Blanca no fue lo suficientemente satisfactoria como para que los votantes lo reeligiesen, con el atenuante en este caso – igual que sucedió con Lyndon Johnson – de que fue consecuencia de su decisión de no presentarse como candidato en la convención de su partido.

Llevándolo a términos económicos, esa campaña se asemeja a la competencia entre dos productos por atraer a los consumidores en un mercado, cuando uno de ellos es muy conocido y el otro no tanto. En esas condiciones, las estrategias lógicas de mercadeo difieren entre uno y otro competidor.

Para el ofertante del que es muy conocido, no es tan perentorio enfocar las características de su producto, puesto que los consumidores ya están familiarizados con ellas, lo cual le deja en libertad de orientar su campaña a fin de destacar las debilidades del producto rival, enfatizando las ventajas que el suyo representa para los usuarios.

Su oponente, por el contrario, tiene la necesidad de resaltar los detalles del producto que ofrece, pues no debe confiar en que los consumidores lo preferirán sin estar al tanto de sus características, lo que implica que centrar su campaña en revelar las deficiencias que alega que su adversario tiene, puede no ser su mejor opción estratégica.

Retornando al ámbito electoral estadounidense, Donald Trump y sus propuestas, actitudes, temperamento, historial y debilidades son ampliamente conocidos, tanto por sus partidarios como por sus adversarios.

Reiterarlos como eje de la campaña demócrata ha demostrado ser una estrategia altamente inefectiva. Kamala Harris, en cambio, es conocida por su desempeño vicepresidencial, un rol frecuentemente opacado por la usual visibilidad del presidente. Ella podría simplemente presentarse como continuadora de las políticas aplicadas por el presidente saliente, pero seguir ese camino parece no ser conveniente, si se pondera que su nivel de aceptación entre los votantes, tanto republicanos como demócratas, es relativamente bajo, provocando que Biden haya estado por detrás en las encuestas de intención de voto. Sería por lo tanto, un grave error si la estrategia de Harris se concentrara en atacar a Trump, el lugar de desarrollar sus propias propuestas.

Pero dado el conocimiento que existe acerca de Trump, su campaña tiene mucho más espacio para criticar a Harris, su persona, trayectoria e ideas, lo que otorga a sus estrategas una mayor flexibilidad para afinar sus enfoques.

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