ARTÍCULO de su hijo

En pocas palabras

Juan Octavio Guiliani Cury (fenecido).

Juan Octavio Guiliani Cury (fenecido).Archivo LD

Don Juanín, como cariñosamente le decían sus amigos y sus hijos, fue la persona más noble que jamás he conocido. Sentía un orgullo profundo por sus tres hijos, vivía a través de nosotros cada logro, pequeño o grande, que cada uno de nosotros íbamos alcanzando.

Mi padre, quizás no para sorpresa por el título de su columna que escribía todos los viernes para el Listín Diario, era un buen conversador, pero a la vez de pocas palabras.

De él aprendí que en la simplicidad está la verdad y que se puede decir justo lo necesario y prudente sin hablar mucho. Cuando nos llevaba a la escuela por las mañanas a mí y a mi hermano Juan Enrique, era común que en el trayecto se escuchara algún programa de radio comentando las vicisitudes del panorama económico y político del país. Esos cortos trayectos con él influyeron mucho en mí para despertar mi curiosidad por estudiar economía, carrera que tuve el privilegio de cursar con honores en EE. U., un anhelo cumplido de mi padre.

Pero también en esos preciados trayectos no faltaba escuchar un CD, con apenas tres o cuatro canciones una que otra melodía ‘merenguística’ de Kinito Méndez o nuestro favorito, el merengue de Bin Laden, de la Banda Chula.

Don Juanín llevaba un espíritu musical por dentro, con una preferencia marcada por bandas clásicas de merengue y el ‘rock and roll’ de los Beach Boys.

Compartía con nosotros el amor por la pelota, y disfrutamos juntos de múltiples juegos icónicos de las grandes ligas, no aptos para cardíacos…como el los catalogaba, y que a menudo propiciaban a mi madre sustos de infarto cuando lo escuchaba a él gritar a lo lejos, cuando salía disparado un jonrón de “apaga y vámonos”.

Cuando no lo veíamos, era porque estaba trabajando incansablemente por su país en sus funciones públicas o para ayudar a otros en sus actividades empresariales o profesionales. Era incapaz de cargar rencor hacia alguien, nunca llegué a escuchar a una sola persona decir algo malo de él ni viceversa, incluso de personas que sabía que no tenían su mejor interés en el corazón.

Casi desafiando las leyes de las probabilidades, era imposible salir con él y no toparnos con un amigo o colega suyo y detenernos a escucharlos contar un cuento de andanzas o de proyectos profesionales.

Las métricas de éxito de cada persona son únicas, pero si me pongo a contar la cantidad de personas que mi padre le tocó la vida para bien, y veo la familia que construyó junto a mi madre, la calidad de vida que nos brindó a sus hijos, pero sobre todas las cosas el amor incondicional que cada segundo que estuvo en este mundo nos regaló, yo no puedo pensar en una mayor distinción. Te me vas en un momento especial mi querido Don Juanín, al momento que Jesús me ha llamado de vuelta a renovar la Fe, y continuar junto a mis hermanos y mi madre viviendo tus valores y honrar tu paso por este plano terrenal, para finalmente reencontrarnos en el momento indicado en la casa del Padre, dignos de compartir su gloria.

.....El autor es Juan Mauricio Guiliani, hijo del economista fenecido Juan Octavio Guiliani Cury, autor de la columna En Pocas Palabras, que publicaba en este periódico Listín Diario, los viernes.