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Negociación y conceptualización de la deuda externa

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Hugo Guiliani CurySanto Domingo

En abril 24, 1984, hubo una poblada. La población se reveló frente a las alzas de precios de los productos básicos debido a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Los disturbios en todo el país causaron cientos de muertos, miles de heridos y saqueos de negocios. Esos fueron años de crisis en la América Latina y entre ellos estábamos nosotros. Los países de la región se declararon insolventes al no poder pagar su deuda externa y eso implicó que en toda la región se tuvieran que realizar fuertes ajustes económicos y renegociaciones de la deuda con los acreedores externos privados y oficiales.

En el caso dominicano, como producto de la revuelta civil del 24 de abril 1984 y al aislamiento en materia económica que nos impusieron las instituciones financieras internacionales y los bancos externos, el gobierno dominicano del Presidente Jorge Blanco se vio necesitado de hacer un cambio total de su gabinete económico. Es en ese entonces, tres semanas después de las revueltas, el 14 de mayo de 1984 es que yo entro al gobierno como Ministro de Hacienda y más luego el 01 de Noviembre del mismo año como Gobernador del Banco Central.

Encontré en aquel entonces que los registros de la deuda externa tanto privada como pública estaban dispersos y se desconocía cual era el total de la deuda externa. Eso me impedía una adecuada información para poder diseñar el programa de estabilidad que nos requería el F.M.I.Así como la estrategia de negociación para programar los pagos presentes y futuros. Es decir saber cual era la capacidad de pago que tenía y tendría el país.

Nos dimos cuenta que había problemas organizativos debido a que diversas agencias gubernamentales tenían a su cargo esa tarea. Había también otras dificultades por la forma en cómo se registraba la deuda. Pero el mayor inconveniente era la carencia de una estructura técnica dedicada a computarizar y registrar la deuda del país con el resto del mundo.

Es por ello que a principios de 1985 y como gobernador del Banco Central, creamos el Departamento de Deuda Externa para coordinar a nivel institucional las diversas entidades públicas y privadas que trabajaban en este aspecto. Eso implicó concentrar esos trabajos en el Banco Central y adoptar un nuevo concepto consolidando la deuda externa y a lo cual llamamos “Deuda Externa Global”. Con esa nueva conceptualización pudimos conocer en forma organizada todos los compromisos financieros que tenía contraído el país.

La mejor forma para explicar este caso, es dando un ejemplo. En el antiguo esquema habían partidas de deuda que no eran computadas. Algunas de estas eran los intereses en atrasos, las deudas con bancos centrales, los depósitos hechos por el acuerdo San José y los pasivos en el exterior de la banca comercial. En consecuencia la deuda externa bajó el antiguo esquema aparecía en 1985 en 2,954 millones de dólares y bajo el nuevo concepto de deuda externa global en 3,720 millones de dólares. Es decir, una diferencia de 766 millones de dólares.

Mejorar esas estadísticas y por tanto conocer cuál era la verdadera y total deuda externa del país, era algo muy importante. La nación deseaba conocer cuál era la deuda externa. Por eso acudí al Congreso y el 10 enero de 1985 les expuse y contesté todas las preguntas de los legisladores. Al hacerlo y presentar las cifras, había puesto a disposición de todos los sectores de la vida nacional una información completa sobre a quién le debía el país y cuándo tendrían que pagar en intereses y capital. En mi caso también, pues había entrado a ser parte de un gobierno cuya situación política y económica era muy difícil y eso, en lo profesional, era un reto para mí. Por ello antes de aceptar puse en claro, mis requisitos, compromisos y tiempo que estaría. Estos habían sido definidos y acordados con el Presidente, el Ministro de la Presidencia y la Primera Dama presentes en dicha reunión. En consecuencia encabecé el Gabinete Económico para poder hacer los ajustes necesarios para la estabilidad macroeconómica, negociar la deuda externa con todas los acreedores externos de forma tal que los pagos a realizar en el periodo 1986-90 estuviesen dentro de la capacidad de pago del país. Negociar un acuerdo stand by con el F.M.I. y cumplir con sus metas cuantitativas y cualitativas. Así como restaurar el crecimiento económico. Esos cuatro objetivos fueron cumplidos durante mi gestión al frente del Banco Central.

En el caso de la deuda externa que es lo que nos concierne en este artículo, logramos al igual que México conseguir los mejores términos de las renegociaciones realizadas en ese entonces a nivel hemisférico.

Por último, debo indicar que recomponer esas estadísticas en el corto tiempo en que las necesitaba fué crucial. Solo se pudo hacer teniendo un gran apoyo técnico, lo cual conseguí en esa gran institución que es el Banco Central y entre ellos para realizar esa tarea, estuvieron Gladis Santana y dos de mis antiguos colaboradores que posteriormente fueron gobernadores Frank Guerrero Prats y Héctor Valdez A.

Una primera lección para los hacedores de políticas económicas es que sin datos confiables no se pueden hacer estrategias y tácticas que den el resultado que se desea obtener en materia económica. Para ello también se necesitan instituciones fuertes con hombres que además de competencia y sagacidad tengan firmeza de carácter y convicciones profundas.

El final de esta breve historia es que nuestra nación para progresar necesita de estabilidad política, económica y social. De lo contrario la esperanza que hemos tenido muchos dominicanos de un país democrático, progresista y sin grandes desigualdades económicas y sociales será, una mera ilusión.