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La ropa está aquí, ahora… ¿cómo la reutilizamos? Una respuesta al problema

La moda sostenible busca una moda más consciente, equilibrada, con un propósito; “no fabricar ropa por fabricar ropa”

Ropa desechada por ciudadanos y que termina entre heces y residuos orgánicos en el vertedero de Duquesa debido a la falta de un sistema de clasificación y reciclaje que incluya textiles. Rubí Morillo / LD

Ropa desechada por ciudadanos y que termina entre heces y residuos orgánicos en el vertedero de Duquesa debido a la falta de un sistema de clasificación y reciclaje que incluya textiles. Rubí Morillo / LD

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Yadimir Crespo | Infografías: Rubí Morillo y Kharla CeballosSanto Domingo, RD

La diseñadora y asesora de imagen Carolina Almonte inició en el mundo de la moda hace cinco años y, aunque la sostenibilidad aplicada a su sector no le parecía rentable, se inclinó a este modelo de producción en la industria textil porque notó que si no cambian, en algunas décadas, sus hijos no podrán vivir en este planeta.

“Mi hijo viviría en un mundo contaminado por una de las industrias que más afecta y a la que a su madre le gusta”, fue el pensamiento que le atravesó la mente cuando cayó en cuenta de las realidades de la industria, entre las que menciona lo contaminante que es el proceso de teñido, así como también las acusaciones de mano de obra infantil o explotación laboral en ciudades vulnerables.

Actualmente en República Dominicana, donde la también comunicadora desarrolla su talento para la ropa y buena imagen, no existe un sistema oficial dedicado a la reutilización y reciclaje de ropa, lo que equivale a que toneladas de prendas terminen en los vertederos y el ambiente se contamine con sus nocivos químicos.

¿Qué es la moda sostenible?

Como respuesta a esta problemática que afecta al mundo ha surgido la moda lenta, sostenible y ética, un modelo de negocio complejo de describir, pero que ha brindado una solución al impacto que provocan los textiles en el medioambiente.

Para ser un “consumidor slow”, como lo define Gema Gómez, experta española en moda sostenible, la gente debe asumir que “la prenda más verde es la que ya existe”, debe apostar por comprar menos ropa, pero de mejor calidad.

Esto implica no elegir la llamada moda rápida, optar por aquellas piezas cuyo sello es la durabilidad, así como también apoyar a marcas locales y sustentables, además de sacarle el mayor provecho a la vida útil de lo que ya tenemos, reparando, reutilizando y renovando prendas que todavía permanecen en buen estado.

Pero la sostenibilidad dentro de la industria va más allá de ser eco amigables. Las áreas que se ven beneficiadas por la moda ética son múltiples, pues impacta tres pilares: medioambiente, economía y sociedad.

“La moda sostenible es la nueva forma de cómo poder impulsar nuevas prácticas que fomenten ese esquema de triple impacto: al medioambiente, la comunidad interna y externa que componen la marca de la moda (...) y a la vez poder generar un crecimiento económico con la propia industria de la moda local y que pueda ser sostenido en el tiempo”, explica la abogada y experta en materia de sostenibilidad y medioambiente, Nathalie de Peña.

Qué hace la entidad por mejorar su ecosistema interno y externo, cómo es el cultivo y producción de la materia prima, cómo manejan el transporte, cómo se hace el teñido de los textiles, bajo qué condiciones se produce la ropa, quiénes intervienen en el proceso y cuáles fueron las prácticas utilizadas en ese aspecto, son factores que se incluyen en la cadena de producción y consumo.

Contrario a lo que algunos pudieran esperar, impulsar este sector no afectaría a otros, sino que harían de la economía una más inclusiva.

“Desde la macroempresa hasta la microempresa, desde el mediano hasta el pequeñito”, argumenta Nathalie de Peña, quien lleva además tres años asesorando en materia de sostenibilidad a emprendimientos.

Pese a que algunos los ven como competencia, estas empresas han logrado una economía colaborativa bajo la cual han trabajado entre ellas y con otros entes de distintas esferas. No obstante, hace falta que sus avances y necesidades sean tomados en cuenta e incluidos en una agenda pública.

A continuación se muestra una infografía las acciones que ejecutan varios emprendedores dominicanos para ser más amigables con el medioambiente. Si no le es posible visualizarla, de click a este enlace.

Conscientes de la necesidad de cambio para preservar el planeta, estos emprendedores se han dedicado a practicar y promover con éxito la comercialización de ropa de segunda mano, la reutilización de telas deterioradas o descartadas y el uso de nuevas técnicas en la producción de telas para aumentar el volumen de textiles reciclados en el país, uno que por años ha sido muy bajo y del que no se tienen estadísticas oficiales.

Upcycling: lo nuevo de lo viejo

Estela Heyaime del proyecto Retazos, creado en 2020, ha escogido una forma de moda ecoamigable al alcance de todos, que contribuye a disminuir la producción de residuos a la vez que se da respuesta al creciente aumento de la demanda de ropa y que “no compromete el futuro de las próximas generaciones”.

Se trata del upcycling o suprareciclaje, la reutilización creativa de la ropa para que la misma llegue a su máximo potencial y con la que preservan la materia prima, pues en vez de tomarles absolutamente todo de lo que tienen los recursos naturales para brindar, aprovechan los textiles ya creados para darles nueva vida.

La ventaja de esto es muy clara para Estela: además de ver el potencial en los textiles y texturas, “estamos reutilizando el material que ya existe, en vez de tomar un nuevo material”.

Estela Heyaime conoció el upcycling durante una asignatura en la escuela de moda de Chavón. Rubí Morillo / LD

Reciclados en tela

Pero la tela como se ha conocido por siglos no es la única forma aprovechable, ya que existen materias primas que no requieren acabar con los recursos naturales y que no se producen específicamente para la creación del textil, sino que son residuos de productos que existen y se aprovechan con el fin de tener un descarte mucho menos contaminante.

Residuos de bacalao y salmón (entre ellos sus pieles), fibra de piña o piñatex, micelio o cuero de hongos, la cáscara de mandarina, cáscara de naranja, cepa de plátano, el cuero de cactus y plástico reciclado, son algunas alternativas para producir fibras textiles a usarse en diseños de ropa y que la industria de la moda está aprovechando para poder conservar los recursos naturales del planeta.

El último material mencionado, el plástico, es de origen sintético utilizado hoy en día de forma masiva. En muchas ocasiones no es reciclado y pasa a ser basura, por lo que se convierte en un elemento muy contaminante para el entorno. Sin embargo, reciclándolo se contribuye a un menor consumo de recursos naturales y a la limpieza de nuestro planeta.

Los productos recogidos, en su mayor parte botellas, son limpiados y reducidos hasta crear nuevamente hilo con el que se crean prendas de ropa. En el mercado existen grandes marcas que utilizan este material y, aunque parezca sorprendente o algunos lo crean imposible, en el país ya se aplica esta opción.

Shaina Alonzo es la creadora de Ozeano Swimwear, una tienda de traje de baños que surgió en 2015 a raíz de la pasión que siente por el surf. Sin embargo, en 2018 la tienda resurge al unirse con Raquel Díaz de Ceroplast y relanzar la marca como una sostenible con una gran innovación: trajes de baños confeccionados con tela producto de botellas recicladas.

Shaina Alonzo y Raquel Díaz tienen su propia tienda de trajes de baño producto de plásticos reciclados y accesorios hechos con lilas del Ozama. Rubí Morillo / LD

“Decidimos, para generar un impacto desde la materia prima y generar una economía más circular desde el inicio, utilizar textiles que se fabricaran a base de botellas de plástico reciclado y también de redes de pesca postconsumo”, explica Alonzo.

A continuación se muestra una infografía del proceso para convertir botellas de plástico en tela para traje de baños. Si no le es posible visualizarla, de click a este enlace.

Este método no se aplica en República Dominicana ya que es reciente y requiere de maquinarias innovadoras que no existen en el país, lo que las obliga a comprar la tela en el exterior. A pesar de esta realidad, estas jóvenes tienen la ilusión de convertirse en centro de acopio de botellas, enviarlas a ser recicladas al exterior y que la tela que usan provenga de botellas consumidas en el país.

La diseñadora Carolina Almonte, quien fue docente en el Instituto Tecnológico Superior Comunitario de San Luis (ITSC), comentó que hay estudiantes que han logrado sistemas y equipos con los que se trituran plásticos que luego podrían ser convertidos en telas PET, como las utilizadas por las chicas de Ozeano.

“Con una inversión del gobierno, la industria de la moda puede tener maquinarias para obtener fibras partiendo del reciclaje”, expone Almonte, quien considera que con este apoyo se pudiera reducir el impacto de la moda dominicana en el medio ambiente, creando fuentes de ingreso e impulsando la economía nacional, incluso hasta la oferta exportadora.

De todas formas, estos emprendedores son muestra de que el país está preparado para continuar desarrollando moda sostenible, lo que Estela Heyaime considera “como el futuro” dentro del sector. Por ello, la joven reitera que son necesarias políticas más allá de las propuestas privadas. Propone incluso que las empresas de ropa rápida hagan convenios y acuerdos con las que no trabajan de esa forma para que estas últimas reutilicen esa ropa.

En resumen: hay creatividad, pero falta inversión y otros apoyos que limitan la producción como la necesidad de innovación, formación, suministro de materia prima y, en especial, una legislación que regule el sector en general son las principales necesidades que enfrentan quienes impulsan la moda sostenible en el país.

Pese a que en el país existen muchas oportunidades orientadas no solamente a una regulación a la economía creativa, Nathalie de Peña considera que República Dominicana está retrasada en la aprobación de una normativa que legisle sobre moda en general y aún más la moda ética.

Nathalie de Peña es abogada con más de tres años de experiencia asesorando emprendimientos sostenibles. Rubí Morillo / LD

Quienes aplican las buenas prácticas que rigen a la sostenibilidad y la industria como tal tienen que acudir a normativas adjetivas.

Entre esas leyes, De Peña menciona la Ley 64-00 sobre Medio Ambiente y recursos naturales; el reglamento de autorizaciones ambientales; el Reglamento 522-06 sobre Seguridad y Salud en el Trabajo, el Código de Trabajo, el Código Tributario, entre otros; que unidas dan un carácter vinculante y a la vez dispersos que tratan de abarcar la realidad de la industria en República Dominicana.

La sostenibilidad no es solo usar textil orgánico o biodegradable, sino que haya también responsabilidad dentro del proceso, desde la perspectiva de las operaciones y la producción, de la parte gerencial y administrativa, además de un comercio justo.

A continuación se muestra una infografía con los obstáculos que enfrentan los integrantes de este sector. Si no le es posible visualizarla, de click a este enlace.

La educación sobre el tema y sus implicaciones para quienes trabajan en la industria de la moda es considerada igual de necesaria que la concienciación medioambiental del ciudadano.

“Deben saber qué pasa con la moda rápida y la moda sostenible viene siendo una solución para ellos”, dice la diseñadora y emprendedora Estela Heyaime, “el ciudadano común no tiene mucho conocimiento sobre esto”.

Por el contrario, aún existen muchos tabúes en el uso de ropa de segunda mano, por ejemplo, o la fiabilidad de las nuevas telas creadas con residuos plásticos. Mientras otros simplemente viven ignorantes de los tipos de textiles que consumen, sin imaginar cuán nocivos resultan para el ambiente.

“Muchos creen que moda sostenible es solo dar una segunda oportunidad a ropa que ya existe, entiéndase por ejemplo el uso de la ropa de paca”, agrega su homóloga Carolina Almonte.

Carolina Almonte se inclinó a este modelo de producción porque notó que si la industria no cambia, no podrán vivir en este planeta. Rubí Morillo / LD

Los expertos aseguran que el “fast fashion” ha venido a desplazar el mercado local y este fenómeno, producto de la globalización, ha encontrado en las redes sociales un aliado que se ha convertido en otro obstáculo para el progreso de la moda sostenible: las redes sociales, plataformas digitales que sirven de nido para la promoción de sus rápidas y temporales modas.

Aunque unidas han obstaculizado el progreso, estas circunstancias no han sido limitantes.

Bajo la premisa “es mejor hacer algo paso a paso hasta lograrlo que quedarnos a hacer nada” se han alcanzado casos de éxitos que han apostado a sus valores y se han lanzado, con talento y creatividad sumado a personas interesadas en innovar.

La diseñadora Carolina Almonte se inclinó hacia la moda sostenible luego de conocer las prácticas negativas de la industria a la que se dedica. Rubí Morillo / LD

Nathalie de Peña, abogada y experta en materia de sostenibilidad y medioambiente. Rubí Morillo / LD

Estela Heyaime, creadora del proyecto de upcycling Retazos. Rubí Morillo / LD

Shaina Alonzo y Raquel Díaz de Ozeano Swimwear, una tienda de trajes de baños hechos con tela que se produce a partir de botellas plásticas. Rubí Morillo / LD