Estafas digitales: un mundo del que nadie nos defiende

El avance de la tecnología no solo ha llegado a manos laboriosas con deseos de progresar sanamente, sino también a delincuentes creativos que buscan dinero fácil.

Se ha vuelto muy común el chantaje o extorsión y estos casos comúnmente no se denuncian, pues muchas personas sienten que nada va a pasar.

Se ha vuelto muy común el chantaje o extorsión y estos casos comúnmente no se denuncian, pues muchas personas sienten que nada va a pasar.

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Patria Reyes RodríguezSanto Domingo, RD

Es increíble lo que le pue­de pasar a la gente hoy día con estos celulares y las redes sociales, explica­ba un chofer de carro pú­blico asombrado de cómo los delincuentes se la inge­nian para chantajear y es­tafar a la gente a través de las aplicaciones virtuales disponibles en sus teléfo­nos móviles.

Cuenta que un día, en un descanso de su jornada laboral, observa un men­saje por leer de una per­sona desconocida. Cuan­do abre la aplicación se da cuenta de que una chica de unos 20 años, de linda apariencia le saluda con un “Hola papi, me gustaría hablar contigo” y le pide su número de whatsapp, a lo que lógicamente accede intrigado.

Franklin, nombre con el que todos sus clientes le conocen, explica que no pasaron 10 minutos cuan­do recibe una videollama­da de la joven y aunque iba manejando le dio a aceptar.

“Y tú no sabes, yo has­ta me asusté, cuando le di a aceptar a la videollama­da apareció esa muchacha desnudita haciendo no sé cuentas cosas y yo que iba con unos pasajeros, pero hombre al fin me quede unos minutos sin cerrar la llamada, la dejé hasta que ella terminó su espectá­culo”, narra este hombre que parece no pasar de los 50 años. Dice que como una media hora después recibió otra llamada de la chica diciéndole que si no le buscaba RD$30,000 iba a publicar en sus redes so­ciales que él era un perver­tido que andaba buscando chicas jóvenes para tener sexo virtual y que le iba a mandar a su esposa (de la cual ella ya tenía el nom­bre y sus redes) para que ella supiera quién era él.

Pero ahí no quedó la his­toria, relata que se que­dó pasmado y le dijo a la chica que él era un sim­ple chofer de carro públi­co que trabajaba día a día para ganarse la comida y que se había equivocado de persona, pero la chica le cerró con la amenaza de que lo iba a desacreditar en las redes.

Cuenta que luego le contactó por whatsapp al­guien que parecía cono­cerle y le mandó un enlace donde aparecía la informa­ción de la chica acusándo­lo de pervertido y le dice “vi esto en tus redes, pero ese no eres tú, porque yo te conozco y sé que eres inca­paz de hacer algo así” y le refiere que conoce un co­ronel que lo puede ayudar a localizar a esa muchacha para parar eso y castigarla.

Lo llama un coronel No pasaron dos minutos y le llama el supuesto “co­ronel”, diciéndole que un amigo le había dado su nú­mero y que él podía ayu­darlo a localizar la chica y apresarla para que no si­gue extorsionando a más hombres serios como él, pero Franklin ya se había dado cuenta de que era una estafa y que buscaban sacarle el dinero que con tanto sacrificio se ganaba en el concho (transporte público).

Franklin se cuestionó sobre cómo la chica consi­guió tanta información so­bre él y dice “yo lo único que uso es Facebook y pa­rece que por ahí consiguie­ron cómo se llama mi es­posa y mis datos, eso es un peligro, porque yo, aunque no hice nada malo y le dije que no tenía nada que per­der, me preocupe porque me dijo que iba a acusar­me de pervertido en las re­des y aunque mucha gente te conozca y sabe que eres una persona seria, otras no te conocen y son muchas gentes que usan el Facebo­ok y familias que no viven cerca que pueden creer en esas mentiras y no saben que es para estafarte que hacen eso”.

Agrega que una vez se li­bró de caer preso de mila­gro porque alguien lo llamó para que le hiciera el favor de irle a buscar un dinero a donde una persona, que le iban a pagar el transporte y cuando fue lo estaba espe­rando un militar para apre­sarlo. Dice “me salve por­que la persona que iban a estafar me conocía desde hacía muchos años y se dio cuenta que también a mí me estaban engañando”.

La historia de Franklin seguro le ha pasado a mu­cha gente y versiones cada día más creativas,usando información que publica la gente en sus redes socia­les (Facebook, Instagram y otras), hackeando su nú­mero a través del whatsapp y contactándoles para “con mil y una historias” robar o extorsionar a sus victimas.

Nadie te defiende Mucho se ha escrito en los distintos medios de comu­nicación sobre denuncias de las personas estafadas mediante la modalidad del hackeo de whatsapp y has­ta se ha dicho que privados de libertad desde distintas cárceles del país son quie­nes realizan estas estafas, sin embargo, no existen ac­ciones contundentes desde las instituciones de seguri­dad del Estado, ni de enti­dades llamadas a regular y controlar las telecomunica­ciones.

Existe la Procuraduría Especializada Contra los Crímenes y Delitos de Al­ta Tecnología, creada en 2013, en la Policía Nacional se encuentra el Departa­mento de Investigación de Crímenes y Delitos de Alta Tecnología (Dicat), y el Ins­tituto Dominicano de las Telecomunicaciones (Indo­tel), sin embargo, no exis­ten acciones contundentes que proteja a las y los ciu­dadanos contra este tipo de delincuentes, que con el avance de la tecnología se hace más frecuente y peli­groso.

SEPA Cada día más creativos Las historias. Cada vez las historias de estafas ciberneti­cas son más variadas y creativas. Desde fingir una accidente de un fa­miliar cercano, hackear la cuenta de un cono­cido para pedir ayuda, hasta tramar una extor­sión con un plan fria­mente calculado.

Más post-covid. La fiscal Marineldy Pe­ña Hernández, en ma­yo alertó sobre un au­mento de las estafas virtuales sobre todo a mujeres y de los casos de extorsión.