Irlanda del Norte cumple 100 años con nuevas fronteras creadas por el Brexit

La creación hace cien años de Irlanda del Norte levantó un muro exterior con la vecina República de Irlanda y otro interior, separando dentro de la provincia británica a los dos grupos históricamente enfrentados, el unionista-protestante y el nacionalista-católico.

Un siglo después, la frontera entre las dos Irlandas es invisible gracias al proceso de paz lanzado en 1998, pero la división en el Ulster aún es muy visible, con barreras físicas -llamados eufemísticamente "muros de paz"- construidas para evitar enfrentamientos en las zonas de intersección de las dos comunidades en momentos de tensión.

Como ahora, cuando los unionistas, leales a la corona británica y mayoría en la provincia, recuerdan este lunes el centenario de la partición de la isla en dos mitades, en un clima de incertidumbre y confusión porque sienten que el Brexit pone en peligro su preciada relación con el resto del Reino Unido.

Ese miedo casi atávico del unionismo, que se acompaña en ocasiones con la violencia, ya obligó a Londres a ceder a sus demandas tras perder la guerra de independencia (1919-1921) con los rebeldes nacionalistas liderados por el Ejército Republicano Irlandés (IRA).

Inicialmente, el Gobierno británico ofreció a toda la isla un estado autonómico con un parlamento propio en Dublín, aunque integrado en el imperio, mientras que los protestantes del norte reclamaban dos jurisdicciones separadas, ante el temor de que el nuevo país se desligara definitivamente del Reino Unido con el paso del tiempo.

UNA ISLA, DOS IRLANDAS

La solución fue la creación de Irlanda del Norte a partir de seis de los nueve condados del Ulster y del Estado Libre irlandés con 26 de mayoría católica, que se constituyó después como una república totalmente independiente de manera unilateral, tal y como habían previsto los unionistas.

"Este lunes es el centenario de la partición de mi isla. Yo no quiero que siga dividida, quiero que sea una sola isla, donde nosotros mismos tomemos nuestras decisiones. Podemos sentarnos y dialogar", expone a EFE J.J. Magee, concejal en Belfast del partido Sinn Féin, antiguo brazo político de IRA.

Este dirigente republicano representa a una zona del norte de la capital norirlandesa que el pasado mes sufrió los peores disturbios en años, con ataques de jóvenes unionistas a las fuerzas de seguridad y provocaciones hacia los vecinos de los barrios nacionalistas.

Católicos y protestantes no llegaron al cuerpo a cuerpo porque lo impiden los citados "muros de paz", levantados en su mayoría al comienzo del pasado conflicto en la región, que causó entre 1969 y 1998 más de 3.500 muertos, la mayoría a manos del IRA.

No obstante, muchos de los muros de Belfast se han construido durante el proceso de paz, ante la persistencia de las tensiones y la ausencia de una reconciliación plena entre las dos comunidades.

"MUROS DE PAZ" ENTRE CATÓLICOS Y PROTESTANTES

Solo en la capital quedan aún más de 80 "líneas de paz", recuerda Magee desde la entrada de una de estas, que ahora cierra su verja cada tarde a las seis en punto para "evitar los disturbios" y hacer que las "comunidades a ambos lados se sientan un poco más seguras".

"Llevamos años trabajando para animar a la gente a que dé su permiso para hacer que estos muros desaparezcan, reduzcan su altura, se hagan más invisibles, para que no se sientan encarcelados. Pero con el aumento de las tensiones últimamente la gente vuelve a tener miedo", explica el edil de Sinn Féin.

El repunte de la inestabilidad en la región se debe, en gran parte, a la nueva "frontera económica" que ha impuesto el Brexit entre Irlanda del Norte y el resto del Reino Unido, a través del controvertido Protocolo Irlandés, incluido en el acuerdo de salida de la Unión Europea (UE) firmado por Londres y Bruselas.

Este mecanismo fue diseñado para mantener abierta la frontera entre las dos Irlandas, clave para sus economías, altamente interconectadas, y para el proceso de paz, pero "ha creado ahora divisiones dentro de la provincia", advierte a EFE el parlamentario Doug Beattie, del Partido Unionista del Ulster (UUP).

EL BREXIT Y EL REBROTE DE LA VIOLENCIA

A cambio, el protocolo impone controles comerciales fronterizos entre Irlanda del Norte, integrada en el mercado único comunitario, y Gran Bretaña (Escocia, Gales e Inglaterra), lo que es percibido como una amenaza a la integridad territorial por parte de los unionistas.

Además, ha ganado impulso en los últimos años el objetivo histórico de los nacionalistas, con el Sinn Féin a la cabeza, de lograr la reunificación de Irlanda a través de un referéndum, tal y como contempla el acuerdo de paz del Viernes Santo (1998).

¿Facilitará el Brexit la salida de Irlanda del Norte del Reino Unido? No, porque está causando más divisiones entre los norirlandeses. Si la región está dividida, esos esfuerzos no lograrán una Irlanda unificada, solo conseguirán más problemas y más violencia", sostiene Beattie.

El unionista cree que los "muros de paz" caerán cuando desaparezca el sectarismo y las dos comunidades logren reconciliarse plenamente, algo difícil, dice, cuando la educación, por ejemplo, "está casi totalmente segregada en escuelas para católicos y para protestantes".

Magee, por contra, defiende que los unionistas tendrán más ventajas en una "Irlanda unida, en una sola unidad económica, trabajando juntos, como iguales".

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