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La escasez de agua en Marruecos amenaza a importantes zonas agrícolas

En las llanuras que dominan Agadir, en el suroeste de Marruecos, la tierra reseca se extiende hasta donde alcanza la vista. Afectada por una sequía tenaz, esta importante zona agrícola se ha quedado sin el agua de los embalses, destinada por ahora a la población.

"Esos árboles tenían 20 años y ahora están muertos, no hay agua", suspira Ahmed Driouch ante los naranjos marchitos de una granja próxima a Agadir.

Tras tres años de sequía, y con las reservas hídricas en peligro, las autoridades han tenido que desviar, poco a poco, el agua de los embalses que regaban los cultivos de la región de Agadir (Sus-Masa), para asegurar el suministro de agua potable de cerca de un millón de marroquíes.

Aún con todo, desde principios de octubre el estrés hídrico es tan acuciante en Agadir que de los grifos ya no sale agua entre las 22h y las 5h de la mañana.

"No entiendo que no hayan tenido una idea mejor para mantener el suministro de agua potable que quitárselo a los agricultores", se lamenta Driouch, un campesino de unos cincuenta años que dirige una asociación agrícola local.

A escala nacional, la capacidad de las presas y embalses se situó a finales de octubre en el 37%, frente al 45.6% del mismo periodo del año pasado. Y es en la zona de Agadir, el primer exportador de Marruecos de cítricos, frutas y verdura fresca, donde las reservas están más bajas.

"El déficit de las aguas superficiales es del 94%. Nunca se había visto algo así en esta cuenca, es preocupante", advierte Abdelhamid Aslikh, responsable de la región para la Agencia de Cuencas Hidrográficas marroquí.

Para Aslikh, las restricciones del acceso al agua del grifo son una medida de "precaución que nos ha permitido ahorrar un 20% sólo en el agua que se desperdicia por la noche".

Las autoridades decidieron también prohibir en Agadir "el riego con agua potable de los campos de golf y los jardines de los hoteles", alentando a que se usara "agua residual tratada".

Escasez de agua

A apenas 60 kilómetros de Agadir, el embalse de Abdelmoumen está seco. Las malas hierbas prosperan en este rincón tan apreciado por los bañistas de la zona y los famosos arganes verdes que bordean las montañas del Anti-Atlas han perdido su esplendor.

Desde 2017, este embalse no abastece más los campos agrícolas.

Y sin el riego de las presas y los embalses, los agricultores no tienen más opciones que esperar unas lluvias cada vez más raras, o seguir excavando una capa freática sobreexplotada desde hace años.

Pero el agua de los pozos es "salada" y no es apta para todos los cultivos, considera Abderrahmane, que durante años usó el agua de los embalses y ahora se ha visto obligado a cambiar el riego, reduciendo su actividad a una única parcela.

"Nunca he visto una sequía así", se lamenta mientras mira sus cactus agrietados.

Además de Sus-Masa, el corte del riego para la agricultura también afecta a las regiones de Marrakech (sur) y El Yadida (oeste), afirma el ministerio de Agricultura, y seguirá mientras no "mejoren las reservas de agua en embalse", añade el ministerio.

"Cultivos irracionales"

"La situación actual no puede achacarse solamente a las condiciones climáticas. Es el resultado de un cultivo irracional de frutas y verduras que necesitan mucha agua", estima Haidar, de 25 años.

En 2008, Marruecos lanzó el Plan Marruecos Verde, una ambiciosa estrategia agrícola para mejorar los medios de producción y los ingresos de los pequeños agricultores y que, según el ministerio de Agricultura, "permitió ahorrar 2.000 millones de metros cúbicos de agua de riego".

La economía marroquí, muy afectada por la pandemia de coronavirus, depende de la buena salud de su agricultura, el sector primario es el más importante de su PIB (14%), por delante del turismo o la industria.

Las autoridades confían ahora mismo en la inauguración, en abril de 2021, de una planta desalinizadora en Agadir que equilibre el déficit de agua potable de la región y sirva para regar una parte de las tierras agrícolas.