¿Podrá República Dominicana algún día eliminar el plástico y qué hace falta para lograrlo?

En el país no existe la logística ni las infraestructuras para reciclar el plástico.

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Lilian TejedaSanto Domingo, RD

“Esas funditas plásticas que nos dan en el supermercado, en la tienda, en la carnicería…eso va a salir del mercado no más allá de cinco años. Así como salió el poliéster, que era una moda en los años 70”.

La afirmación la hace el reconocido geólogo y ambientalista Osiris de León. Su contundente planteamiento se sustenta en la creciente tendencia a global de prohibir el uso del plástico.

Cada vez son más los países que toman medidas para restringir el uso de las fundas plásticas, los sorbetes y otros materiales plásticos, cuyo inadecuado manejo está causando estragos en el medioambiente.

En el 2018 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) dedicó el Día Mundial del Medio Ambiente al tema de la contaminación por plástico y reveló datos alarmantes.

El organismo alertó que cada año se usan alrededor de 500,000 millones de bolsas plásticas en el mundo y que cada minuto se compran un millón de botellas de plástico que son desechadas casi de inmediato.

Millones de toneladas de esos residuos van a parar a los ríos y mares, poniendo en peligro la vida de estos ecosistemas y su vez la de los humanos que consumen muchas de las especies que en ellos habitan.

“Nuestro planeta está inundado de residuos plásticos nocivos. Cada año acaban en los océanos más de 8 millones de toneladas. Ya hay más microplásticos en los mares que estrellas en nuestra galaxia”, advirtió entonces el secretario general del organismo, António Guterres.

Desde ese momento se ha divulgado masivamente la advertencia de la ONU de que al ritmo que vamos en 2050 habrá más plástico que peces en los océanos.

Medidas

Ante este sombrío panorama son cada vez más los países que toman medidas para restringir el uso de materiales de plástico, principalmente de las bolsas y los sorbetes. Unos lo han prohibido definitivamente y otros han limitado su uso mediante la aplicación de impuestos.

Entre los países de Europa, Asia y África que han tomado iniciativas en este sentido se encuentran Bangladesh, Francia, Kenia, Reino Unido, entre otros.

Varias naciones de América Latina se han ido sumando a esta tendencia y otras están en proceso de hacerlo. Entre ellas están México, Guatemala, Panamá, Colombia, Perú, Costa Rica, Ecuador, Argentina, Honduras, Puerto Rico, Chile y muchos más.

Es por esto que De León sostiene que los días de la mayoría de los plásticos, exceptuando el PVC (que según dice está principalmente en las tuberías de las construcciones), tienen los días contados en el mundo.

“El desmonte del uso intensivo del plástico se impondrá también en República Dominicana porque cuando hay una ola internacional no hay manera de que un país se quede aislado”, afirma.

El experto prevé que dentro de cuatro o cinco años habrá desaparecido del mercado local entre el 70% y el 80% del volumen de plástico que hay en la actualidad porque la tendencia mundial obligará al país a buscar alternativas para sustituirlo por otros materiales. Lo que pasa de moda en otros países, también pasa aquí, asegura.

Para lograr esto, destaca De León, es necesario ir desmontando gradualmente su uso, multar a los comercios que lo distribuyan y contribuir todos, como sociedad, para que esto sea posible.

Reciclaje: el gran reto

Pero reducir la contaminación por plástico no se trata solo de restringir su uso porque este material es indispensable para la elaboración de muchos productos. También es necesario implementar los mecanismos que faciliten su reciclaje.

En este aspecto el empresario Jorge Rizek, quien tiene más de diez años de experiencia en la gestión de residuos y el reciclaje, no se muestra tan optimista como De León.

La razón es simple: en el país no existe la logística ni las infraestructuras para reciclar. Además el Estado y los fabricantes de plástico locales apoyan poco al sector reciclador, opina.

Rizek explica que debido a esas dificultades los empresarios recicladores, que sobrepasan los 150, la tienen difícil porque los ayuntamientos ni siquiera contribuyen con la segregación de los residuos. Por eso ellos tienen que recurrir a los buzos.

“Lo primero es invertir en infraestructura…Ningún ayuntamiento se ha dignado a hacer una logística de colocación de contenedores, de hacer un centro de acopio…”, se queja.

Respecto a los fabricantes señala la gran mayoría prefiere importar la materia prima que comprársela a los recicladores locales. Agrega que también fabrican materiales que no se pueden reciclar, como las botellas marrones o grises.

“Esas son botellas que se van a quedar en el medioambiente la vida entera porque nadie puede recogerlas porque nadie las compra ni las recicla”, precisa.

Sobre la ley de residuos

Rizek tiene pocas expectativas de que la recién aprobada ley de residuos sólidos contribuya a solucionar el problema porque, a su juicio, esta beneficia más al sector productor, no prohíbe el uso del PVC en los empaques de plástico para alimentos (lo cual asegura es muy dañino) y desincentiva el reciclaje.

A diferencia de las de otros países, esta normativa no prohíbe el uso del fon, las botellas ni las fundas plásticas, respecto a estas solo se impide la entrega gratuita en los establecimientos comerciales.

Es por esta y otras razones que Rizek espera que la ley no sea promulgada tal como fue aprobada.

Al igual que De León, Rizek propone que se defina una estrategia nacional para que algunos fabricantes emigren a otras tecnologías, a otros empaques u otro tipo de materiales. También destaca que hay que trabajar unidos y fomentar la industria del reciclaje del plástico es porque esta es muy lucrativa si se hace de la manera correcta.