“Yo le vendo a quien sea y cuando sea, pero ahora estoy frenao”

Antonio Mejía es el admi­nistrador de una jardinería ubicada en la calle Loren­zo Despradel. Se ve en su forma de hablar que es un hombre trabajador y lo com­prueba cuando, quejumbro­so también, sube su tono de voz y muestra un rostro mo­lesto. “Yo le vendo a quien sea y cuando sea, pero aho­ra estoy frenao. No pode­mos vender, la gente no es­tá comprando por eso”, dice.

Y ahí arremete contra el equipo de este medio porque sus puertas están abiertas pa­ra solo recibir un camión con algunas flores que enviará a un amigo que reside en una villa en La Romana.

“Oiga, que usted no me dé publicidad diciendo que yo estoy vendiendo porque esta puerta está abierta”, disputa. Y continúa hacien­do énfasis en que él le ven­de a cualquiera, pero este no es el momento, “y ahora solo estamos perdiendo”.

Lo sorprendente fue que al llegar a este sitio, los clientes que estaban en An­thurianas también se en­contraban aquí “mirando maticas”.

En otro vivero ubicado en la Urbanización La Cas­tellana los policías encon­traron hace semanas a su dueña vendiendo plantas, le pidieron que se acatara a las medidas tomadas pa­ra evitar la propagación del coronavirus y ahora ella só­lo va al lugar algunos días a la semana para echarles aguas.

Desmotivación

Aquí las hojas de los arboles están acumuladas en el pi­so, los tarros de color blan­co guardan polvo y al ver las rosas de algunas plantas se nota que los virus que las afectan se han aprovecha­do de que no hay quien las cuide con frecuencia o les riegue fertilizantes.

Al frente, hay otra jardi­nería y pasa lo mismo que en todas las visitadas por Listín: hay que mantener las plantas, pero nadie se las lleva.

Tags relacionados