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Lescania puso su negocio de maquillaje llena de esperanzas en 2019 y cerró esta semana por el coronavirus

Lescania Ureña, maquilladora.

Lescania Ureña, maquilladora.

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Jhenery RamírezSanto Domingo, RD

Lescania Ureña empezó el 2020 llena de esperanzas. El año anterior había instalado un precioso negocio para maquillar mujeres y realizar tratamientos para la piel. Lo había pintado de color rosado y en una de sus paredes tenía un diseño de palmeras que servían para el fondo de las fotos de sus clientas.

En marzo de este año, lo que parecía ser un negocio que iba a prosperar, se convirtió en un sueño frustrado ante la pandemia del coronavirus. Esta semana, Lescania cerró sus puertas. Vendió el aire del lugar, regaló la máquina para depilar y optó por ofrecer servicios a domicilios para las clientas que requieran de un maquillaje especial.

“Me estoy preparando para reabrir otro local cuando todo esto pase”, son las palabras con las que Lescania muestra que está tomando este tiempo para tener un mejor negocio una vez la vida vuelva a la normalidad.

Desde que el Poder Ejecutivo ordenó por primera vez (el 22 de marzo) el cierre de las empresas no esenciales para la economía hasta la semana pasada, Lescania no recibía clientes, pero seguía pagando el local, la luz y otros servicios, lo que ha afectado sus finanzas personales.

Después de la disposición que mantiene el confinamiento social para evitar la propagación del virus, esta microempresaria tuvo que aplazar unos talleres de automaquillaje que iba a impartir, además todas las citas que tenía fueron canceladas y no pudo entregar algunas mercancías.

“Entiendo que mis servicios no son de primera necesidad y al acatar la medida de quedarse en casa, pues no me quedó de otra que cerrar el negocio”, lamenta la joven que en 2019 lucía llena de alegría y se preparaba para impulsar la pequeña empresa que le sustentaría.

Lescania es optimista y ha tomado esta situación para reevaluar y reajustar la dirección de su modelo de negocio.

Sacar lo mejor en lo peor

Ailin Reyes, consultora de belleza de una línea de maquillaje y de la piel, sabe que el mundo se ha transformado por el distanciamiento social. Como su trabajo consiste justamente en tener contacto con la gente haciendo faciales, probando maquillaje, capacitando, entregando productos y teniendo reuniones de trabajo, la vida de Ailin su modus vivendi ha dado un cambio del cielo a la tierra.

Sin embargo, es partidaria de que a medida que el tiempo evoluciona, los microempresarios también deben hacerlo.

“Estoy realizando un trabajo de telemarketing, donde ha incrementado la asistencia virtual. Hago faciales virtuales en una videollamada por 15 minutos a las chicas que quieren ya usar el producto y se les envía una muestra”, cuenta ella recalcando que hay que seguir avanzando porque este es un tiempo para ver las oportunidades y hacer que el negocio crezca junto a su dueña.

Considera que este es el momento de tomar capacitaciones para renovar el negocio y aprender a dar asistencia y vender virtualmente. Ella, para no tener contacto con las clientes, se ha unido a una empresa de transporte para que entregue los productos de belleza bajo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Las reuniones de negocios en las que ella participa se siguen realizando por herramientas de videollamadas cada dos semanas. “Hemos tratado de evolucionar y que las cosas continúen en la marcha (…) Poco a poco nos adaptamos a las exigencias de este momento”, relata la también maquilladora.

Ailin Reyes.