Recesión

A la juventud dominicana le preocupa lo que pasará con sus finanzas después del coronavirus

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Jhenery RamírezSanto Domingo, RD

Son jóvenes que trabajan, estudian y piensan en el futuro y en su economía, y hasta hace pocas semanas, se encontraban haciendo planes para ser mejores personas y profesionales y para alcanzar las metas que se propusieron para este 2020. Sin embargo, la propagación del coronavirus en República Dominicana les ha dejado una gran incertidumbre: “¿Qué pasará con sus finanzas después que pase todo?”.

Cuando se le preguntó a Edgar Ureña, un joven de 26 años, cómo creía que la crisis generada por el COVID-19 le afectaría en su economía, su respuesta inmediata, sin pensarlo mucho, fue “los negocios pequeños como los míos se irán a la quiebra”.

Edgar es un emprendedor que tiene un negocio que ofrece servicios y productos publicitarios. Su fuente de ingreso cerró sus puertas hace dos semanas porque no pertenece al grupo de empresas de primera necesidad que tienen permiso para operar para dar asistencia a la población ante la pandemia del coronavirus.

Él se siente presionado porque a pesar de que ahora su pequeña empresa no está generando dinero, debe seguir pagando a los colaboradores, pagar el internet, el local y los impuestos, tal como si estuviese funcionando con normalidad.

“Yo creo que la economía dominicana se va a desplomar porque los sectores informales no están preparados para durar meses cerrados, ya que el que vive el mes a mes no tiene grandes reservas para este momento inesperado. Creo que las Mipymes vamos a colapsar si la situación se extiende a 90 días”, comenta Edgar, quien con duro trabajo, junto a su esposa, estaba logrando impulsar su pequeño taller publicitario ubicado en el Ensanche Ozama.

El mayor reto vendrá después

Jennifer Jiménez tiene 23 años y a pesar de su corta edad, es dueña de un negocio de artículos personalizados. Ella cuenta que después que se declaró la emergencia nacional, la interacción de la gente y el interés disminuyó. En su página de Instagram recibe mensajes de personas preguntando precios para cuando la pandemia disminuya y los dominicanos puedan volver a su rutina.

Jennifer cree que no es el momento, como quiera, de pensar en ventas y por eso está promoviendo con sus seguidores que sean detallistas (como el nombre de su negocio) con sus familiares con las pequeñas cosas que tienen a mano. Para ella el mayor desafío lo tendrá después para recuperar y levantar nuevamente el negocio.

“A pesar de que se puedan hacer envíos con todas las precauciones de lugar, la gente en este momento tiene otras prioridades”, dice Jennifer.

Ella también tiene una empresa de organización de eventos. Una semana antes de que se declarara la emergencia nacional fue contratada para el aniversario y lanzamiento de una marca reconocida, pero la actividad fue suspendida hasta nuevo aviso.

“Este negocio es uno de los más afectados en la coyuntura actual y podría permanecer afectado después que todo vuelva a la normalidad porque realizar eventos no será una prioridad para las empresas o personas que estarán ocuparas en reponer y recuperar el tiempo y el dinero perdido”, enfatiza Jennifer.

Su sueño está en riesgo

Massiel Acosta, una joven de 25 años, se sienta en sus horas libres a pensar en las deficiencias de los servicios básicos, en la caída que podrían tener las exportaciones, las remesas, el turismo y los empleos. Esta profesional de la comunicación reflexiona sobre qué pasará “con los que menos tiene, con el trabajador informal, con los empleos del sector privado y con las recaudaciones de impuestos”.

Massiel tiene el sueño de hacer una maestría. Ella tiene un empleo, pero su padre la ayudaría a pagar sus estudios de posgrado este año, sin embargo, él es un trabajador informal y ahora la joven verá como su meta se complica, ya que su papá debe pagar un préstamo bancario aun cuando sus ingresos se han reducido.

“A todo eso súmale que estamos consumiendo más alimentos, la tarifa eléctrica aumentará porque estamos en la casa más tiempo y como estoy laborando desde la casa y debo tener internet y contar con energía permanentemente”, lamenta.

¿Será suficiente la producción?

A Héctor Castillo, un joven estudiante de Economía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), le preocupa que la crisis sanitaria se extienda por un periodo más allá de tres meses y las personas no tengan suficientes alimentos para permanecer en sus hogares. Él siente que si el virus se sigue propagando en el país, la actividad industrial tendría que disminuir sus operaciones aun cuando más personas demanden mayores productos de primera necesidad.

“El dinero no servirá de mucho si no tenemos que comprar. Tenemos que racionalizar los alimentos, comamos moderadamente, no salgamos de casa sin necesidad y así evitaremos extender esta crisis sanitaria causada por el coronavirus”, opina el joven.

Pensando en el prójimo

Los padres de Milagros Infante tienen un colmado. La joven de 26 años, hasta ahora, no ha sentido que la economía de su casa se ha desplomado, porque el negocio que sustenta a su familia puede operar y las personas compran aquí productos de primera necesidad.

Pero a ella le preocupa los dominicanos que no tienen qué comer o la deuda que adquirirán porque “al estar trancados en su casa, se consumen más alimentos, luz, internet y más agua” por lo que hay que ser razonables con los recursos que tenemos y racionalizarlos.