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Con el sudor de su frente. Vendedor ambulante

Aquilino: 40 años recorriendo las calles de Miraflores con su triciclo lleno de verduras

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Laura CastilloSanto Domingo, RD

Pedalea su triciclo con una energía inusual para su edad y recorre las calles de Miraflores ofreciendo frutas y vegetales los siete días de la semana. Aquilino Rojas tiene 68 años y llegó desde Villa Rivas provincia Duarte buscando nuevas oportunidades por sugerencia de un hermano que constantemente le insistía que se mudara a la capital.

“Me decía coge pacá, pa’ la capitai”, relata Aquilino con su tipico acento cibaeño.

Se levanta primero que el sol y con una taza de café le da la bienvenida a la mañana. Se despierta a las 4:30 de la madrugada e inicia su ruta desde el mercado nuevo hasta Miraflores, donde empieza a vender.

Rojas asegura tener más de 40 años supliendo a las amas de casa de este sector los condimentos que usan para sus ricas comidas.

Este oficio le ha permitido el sustento de toda su familia. “Con esto crie a mis cinco hijos y estudiaron en la universidad de los pobres como le dicen a la Autónoma (Universidad Autónoma de Santo Domingo, UASD)”, dijo asegurándose de que me percatara a la que se refería, ¿Sabes la que te digo? preguntó.

Mientras acomodaba una auyama con un intenso color amarillo, cuenta que a sus hijos no les agrada que él trabaje, sin embargo, recalcó que tiene las energías suficientes para hacerlo.

“Ellos no quieren que trabaje, pero yo me siento con fuerzas todavía; imagínate que yo me siente allí en una sillaÖme tullo”, señaló con voz fuerte y levantando ambos brazos.

Se le oye decir “llevo rábano”, “tengo guineo”, ofertando lo que lleva en su mini mercado. Rojas se moviliza dos veces al día (temprano en la mañana y después del mediodía) por todo el sector con gran energía y entusiasmo.

Con el paso de los años ha logrado ganarse el cariño y la confianza de los residentes de Miraflores y garantiza que con los ojos cerrados pueden preguntar por él en cada una de las casas.

“Usted puede tocar cualquier timbre y preguntar ¿y Aquilino? y le van a decir si ya pase, si vine o no vine o algo en fin”, dijo señalando las casas de la acera.

Para mantener el ánimo que brota desde su cuerpo día por día, Rojas dice que la alimentación es primordial ante todo.

“Yo me desayuno todos los días según lo que yo quiera; me gusta mucho el bacalao con yuca, el arenque, mangú con cebolla, el huevo revoltiao”, confesó mientras se mostraba pensativo.

Vive en Los Guarícanos con su hijo menor y su esposa Julia, la cual dice es irreemplazable en su vida.

“No cambio la mujei’ mía poi’ nadie mija”, sostuvo al tiempo que reía a carcajadas. El dominó es su pasatiempo favorito. Cuando termina su ruta a las 2:30 p.m. aproximadamente, se reúne con amigos del barrio para compartir y conversar.

“Después que termino descanso y paso la tarde jugando dominó con la gente del barrio”.

Aunque no es muy partidario de la bebida, se toma algunos tragos entre amigos cuando hay días especiales.

“Yo no me emborracho, de vez en cuando me doy mis tragos pero no a’ loco. El Día de Reyes bebí, porque era mi cumpleaños”, contó con una sonrisa leve en su rostro.

Pese a que no sabe leer ni escribir, dice que es un profesional empírico, debido a su gran desenvolvimiento con los números. “De mente soy profesional. Yo me sé de memoria todas las tablas de multiplicar; soy bueno en las matemáticas”, dijo cuando colocaba sus manos en posición recta para impulsar su triciclo y continuar con su recorrido.

INFORMALIDAD

Familiares

Aquilino viene de una familia numerosa, es el cuarto de diez hermanos, todos criados en el Cibao, en el municipio de Villa Riva de la provincia Duarte.

Destreza

A través de los años, Rojas ha desarrollado una gran capacidad para realizar las principales operaciones matemáticas

Accidente

En una ocasión, Aquilino tuvo un desafortunado percance mientras se transportaba en una motocicleta y perdió masa muscular de una de sus pantorillas.

Tecnología.

Para Aquilino Rojas la tecnología ha dañado a las futuras generaciones, ya que la juventud solo quiere vivir con la cara pegada a un celular, algo que en sus tiempos no se veía.