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El motor del bienestar

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Guillermo Julián Jiménez | ABOGADO Y MBASanto Domingo

Una onza de oro se cotiza normalmente por encima de los mil dólares en los mercados de futuros internacionales. El flujo del petróleo, que fluctúa con regularidad, consiste en una variable relevante con el propósito de proyectar el desempeño de la economía mundial, con especial énfasis en las naciones que no lo producen.

Sin embargo, la fuerza creadora de riqueza más potente del mundo se incuba en la empresaria o el empresario con una idea de negocios ganadora, quien, al integrar el espacio físico (tierra), capacidad financiera e implementos (capital), y colaboradores talentosos (trabajo) lanza al mercado bienes y servicios que los compradores y usuarios están dispuestos a adquirir, puesto que resuelven necesidades a cambio de tarifas sensatas.

Es tan habitual en la actualidad criticar a la iniciativa privada porque algunas de sus organizaciones se envuelven en fraudes, perjuicio al medio ambiente, defraudación a los inversionistas y maltrato a los empleados, que la opinión pública deja de lado casos de responsabilidad social, empresas que se preocupan por sus colaboradores, emisores de bolsa con cuidado del inversor y juntas directivas que colocan la ética antes de las ganancias.

De igual forma, la iniciativa privada es la que levanta las empresas que hacen posible el empleo productivo formal, la generación de productos en el marco de la sana competencia, el pago de los impuestos que financian las obras estatales destinadas al bien común y el impulso exportador con vocación de sumar capitales a la balanza de pagos.

Dados los hechos, los nuevos gestores agrupados en la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE) trabajamos para comunicar por diversas vías que la iniciativa privada es el motor del bienestar generalizado, sobre todo cuando sus responsables responden a postulados éticos y a una agenda desarrollista donde se integran todos los sectores sociales.

Ampliar la capacidad de creación de riquezas con que cuentan los emprendedores y empresarios de distintos tipos, requiere una serie de esfuerzos en conjunto entre el sector privado, los funcionarios públicos y las organizaciones no gubernamentales. Les propongo algunos puntos para esta noble agenda:

Educación integral Hace dos décadas escuchaba la referencia hacia el grupo de colaboradores de una empresa como la mano de obra. Es decir, lo que contrataba un empresario, aparentemente, era la mano de la persona, para que siguiera instrucciones precisas, en el marco de un modelo de producción establecido, sin sorpresas.

El flujo del conocimiento ha cambiado la manera en la que las personas se ven a sí mismas y ya a ningún gestor de recursos humanos se le ocurre que contrata solo la mano de alguien. En realidad, es el ser humano completo, con fortalezas y debilidades, que se integra a la organización.

Por eso la educación debe empoderar a la persona de manera integral, desde finanzas o tecnologías de la información, hasta ética y autodisciplina; desde liderazgo y habilidades discursivas, hasta inteligencia emocional y destrezas sociales.

Misiones exportadoras Recientemente nos hemos enterado de que el Gobierno dominicano emprende misiones diplomáticas en países amigos de al menos tres continentes diferentes, con la promesa de recibir lo mejor de esas culturas y formas de productividad, mientras nuestra nación comparte sus mejores activos tangibles e intangibles.

Muy pronto la apertura diplomática debe traer consigo nuevas oportunidades comerciales. Así como se conforman misiones para el empleo de las relaciones internacionales, también resulta fundamental el establecimiento de objetivos claros en la ampliación de contactos de negocios, la promoción de productos característicos de la nación, la proyección del país como un destino turístico avalado internacionalmente y la exhibición del ambiente de negocios como apto para recibir los más diversos capitales extranjeros.

Insisto, esas misiones serán efectivas si cumplen con objetivos claros y preestablecidos de conquista de mercado y ampliación de redes de contactos.

Impuestos que incentivan Los sistemas de cualquier tipología experimentan una realidad: consiguen lo que incentivan, repelen lo que castigan.

Ese postulado se hace aún más fuerte en la dinámica de negocios y, especialmente, en el régimen impositivo. De acuerdo con los incentivos o gravámenes aplicados por un código tributario, las mujeres y los hombres de empresa adoptarán estrategias en dirección al máximo rendimiento.

Si se graban de manera proporcionada las ventas y las ganancias, llegará un momento en el que un empresario no vea rentable a ampliar sus capacidades instaladas. Si no se incentiva la contratación de personas, puede que optimizar la participación de los colaboradores actuales o automatizar sea el camino que tome un inversionista racional.

Nuevas superficies República Dominicana tiene en aproximado 1,576 kilómetros de costas. A partir de las mismas, la superficie marina que, se supone, pertenece a la nación es seis veces superior al del área terrestre. Aquí se suman el mar territorial, la zona contigua y la zona económica exclusiva.

Organismos estatales y empresariales deben trabajar juntos para avanzar en una agenda de verificación de las riquezas marinas, recursos pasivos que, por una cultura que se desarrolla de espaldas al mar, no son incluidos en la lista de potenciales activos de la nación.

Polos de negocios Fomentar los negocios y el emprendimiento en provincias de baja actividad económica es prioritario. Por un lado, se descongestiona el tránsito humano de Santo Domingo, mientras por otro, miles de dominicanos y dominicanas encontrarán esperanza en sus lugares de origen, sin necesidad de emigrar, ni hacia otra ciudad ni hacia otro país.

Consciencia local A nivel local, el tejido productivo cuenta con fortalezas, se me ocurre mencionar nuestra hospitalidad y las frutas tropicales. A escala global, diversos mercados pueden ser receptivos a esos puntos fuertes nacionales, lo que puede capitalizarse en operaciones de negocios rentables.

Para encontrar esas oportunidades, propongo una manera “glocal” de analizar los mercados, donde lo que nos caracteriza como nación, tiene la facultad de conquistar el mundo. Negocios más agiles y sin trabas se transforman en bienestar para la población, por medio de mecanismos sostenibles de distribución de las riquezas, como los impuestos, el empleo y las compras entre empresas. La iniciativa privada es el motor con el que se conduce al bien común.

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