Economia & Negocios

CON EL SUDOR DE SU FRENTE

El lupus nunca ha sido una limitante para Lanhya

Lanhya ha pasado por muchos momentos difíciles. Uno que la marcó por siempre fue que un médico, a su juicio poco conocedor de su enfermedad, le dio un tratamiento que le provocó la caída de una parte del pelo y jamás le ha vuelto a crecer

Lanhya Suriel sueña con tener su propia compañía.

Desde antes de los doce años Lanhya Suriel batalla con una enfermedad poco común. Siendo prácticamente una niña a menudo se sentía sin fuerzas, le daba mucha fiebre, le dolía el cuerpo, tenía náuseas frecuentes y poco apetito sin que se supiera el motivo concreto.

Le hacían muchos análisis de sangre y nada, los médicos no podían determinar qué le pasaba y la enfermedad seguía avanzando. Comenzó a adelgazar y a notar cambios en su cuerpo que a su entender estaban vinculados a las alteraciones hormonales típicas de la adolescencia.

Tras muchos estudios los médicos que la atendían y sus familiares llegaron a pensar que padecía algún tipo de cáncer, como la leucemia. No fue hasta que se mandó a analizar sangre de su médula a Estados Unidos cuando se determinó que tenía lupus eritematoso sistémico (LES), una enfermedad crónica poco conocida en el país en ese entonces (década del 90).

Desde ese momento, del que hace más de 20 años, Lanhya ha pasado por muchos momentos difíciles. Uno que la marcó por siempre fue que un médico, a su juicio poco conocedor de su enfermedad, le dio un tratamiento que le provocó la caída de una parte del pelo y jamás le ha vuelto a crecer.

Fue víctima de “bullying” por andar siempre con una sombrilla porque debe protegerse del sol, por su peso y demás efectos del lupus. Esto hacía que se cohibiera mucho y se sintiera deprimida porque se sentía diferente.

Su fuerza de voluntad

Aunque después de saber que tenía esa enfermedad su vida ha sido difícil, Lanhya no se ha dejado abatir, se ha esforzado por salir adelante tratando de obtener siempre buenas calificaciones y dando lo mejor de sí en cualquier actividad que desempeña. Esto le permitió estudiar becada en el colegio Claret, en la universidad Acción Pro Educación y Cultura (APEC), donde se graduó Magna Cum Laude en Diseño Gráfico y ahora tiene la meta de lograr una beca para hacer un MBA en Barna Management School.

“Yo pienso que el que persevera alcanza. Me trazo una meta y aunque a veces creo que no lo voy a lograr sigo insistiendo porque lo más que puedo obtener es un no por respuesta. No me quedo de manos atadas”, expresa.

En el mercado laboral Lanhya ha tenido algunas malas experiencias. Aunque ha trabajado en varios lugares, al principio no fue tan fácil conseguir empleo porque regularmente las empresas solicitan personas con experiencia. Relata que una ocasión la rechazaron por su condición de salud.

Su espíritu emprendedor

Lanhya asegura que como ella tiene la capacidad, los conocimientos y necesita ayudar en su casa porque proviene de una familia de escasos recursos económicos nunca se ha quedado de brazos cruzados.

Es por esto que como en la actualidad no trabaja en su área y sus padres tampoco están laborando con la ayuda de un amigo hace alrededor de un año creó PickyRD, una tienda virtual de tazas personalizadas.

Aunque por ahora mayormente vende tazas, su intención hacer gorras, poloshirts y otros artículos para expandir su negocio.

Una taza personaliza cuesta RD$350, pero dependiendo de la cantidad del pedido el precio puede bajar. Ella es la creadora del logo, de la línea gráfica y define este proyecto como su “bebé”.

Aunque todavía este negocio no le genera mucho dinero, al menos le permite sustentarse mientras consigue un trabajo estable en su área profesional. Considera, además, que este es el cimiento que necesita para poner su empresa, que es su propósito.

“Lo que quiero es poner mi propia empresa, pero apenas le estoy dando forma al proyecto. Quiero tener mi compañía independiente, pero todavía necesito capacitarme; por eso quiero estudiar en Barna”, manifiesta.

El mensaje que quiere llevar

Lanhya tiene otro propósito en la vida y es motivar a quienes, como ella, padecen lupus a que no vean la enfermedad como un impedimento para realizar sus sueños.

“El lupus no es una limitante para nada, yo he hecho y sigo haciendo un mundo. Estudié becada y mantuve mi beca, me gradué, conseguí amigos. Y si no he podido expandirme más es porque tengo las alas cortadas por falta de dinero”, asegura.

Ella les insta a sacar fuerzas para salir adelante, a ser positivos porque, como decía Hipócrates, “las fuerzas naturales que se encuentran dentro de nosotros son las que verdaderamente curan las enfermedades”.

Lanhya explica que como esta enfermedad es poco conocida y no se le presta mucha atención puede confundirse con otra y el paciente podría recibir un tratamiento erróneo, lo cual podría agravar la situación, como le ocurrió a ella.

“Hay personas que la confunden y no saben llevar el control. Entiendo que si la gente sabe más de la enfermedad puede cuidarse mejor”, considera.