MACROECONOMÍA
Arturo Fuente lleva el sello dominicano
La tradición de la familia Fuente brota en cada cigarro hecho a mano que despacha al mercado mundial. En los pasillos de su fábrica de Santiago de los Caballeros, en la que conviven día a día la pasión y la entrega, gotea tradición centenaria. El penetrante olor del tabaco se confunde con la historia que encierra desde su fundación, en 1912, Arturo Fuente Cigars. Dedos cuidadosamente entrenados y experimentados le dan forma a diferentes tipos de cigarros, cuya demanda en el mercado mundial los coloca en la cima. Hombres y mujeres cibaeños cada día construyen la trayectoria de un producto que se distingue por una especial característica: está hecho en República Dominicana, una tierra que posee características únicas para el cultivo de tabaco. Todos sus componentes llevan el sello de tradición de la familia Fuente y la garantía de calidad que brinda la experiencia. Petit Lancero, Reserva D’Chateu, Perfecxion A, 2, 4, 5 y X; Double Corona, Robusto, Belicoso XXX, Súper Belicoso, Fuente Fuente Opus X, Magnum O, Pussy Cat y Love Affair son nombres que definen la calidad de la fábrica de cigarros Arturo Fuente, donde Carlos Fuente, su actual presidente, mantiene la tradición familiar de ofrecer el mercado un cigarro que tenga, más que tabaco, la experiencia y dedicación que según él debe tener el producto para ser líder en los mercados donde esté presente. Se dieron muchos acontecimientos para que esta familia se estableciera en el tranquilo valle del Cibao, en Santiago de los Caballeros. Encontró en esta provincia las palmas y las montañas que su abuelo le decía desde niño. Carlo Fuente cuenta una historia de muchas vicisitudes para llegar a lo que es hoy la empresa. Todo comenzó con los bisabuelos inmigrantes de España en Cuba. Eran personas muy humildes que salieron en busca de mejor vida. Vinieron de Galicia. El nombre del abuelo era Arturo de la Fuente, pero cuando llegó a Estados Unidos, en 1906, le preguntaron su nombre y él dijo Arturo Fuente. Lo hizo porque quiso diferenciarse de la aristocracia europea. En 1912 comenzó A. Fuente y Cía. Ahí se inició la empresa, mas no la tradición, la cual venía desde mucho antes con los bisabuelos. Creció mucho la empresa y en 1924 se quemó la fábrica. En aquel entonces se viajaba en ferri todas las semanas desde Miami a La Habana. Carlos Fuente refiere que Tampa, Florida, es reconocida como la capital mundial del tabaco, aunque mucha gente piensa que es Cuba. Destaca que Key West fue en principio una ciudad industrial basada en la producción y elaboración de tabaco. HistoriaDestaca que Tampa elaboraba en los años 20 y 30 más de 500 millones de cigarros, más que lo que hoy fabrican República Dominicana, Jamaica, Cuba, Honduras, Nicaragua y México juntos, que son productores de cigarros hechos a mano. Explica que hay muchos que traen tabaco hecho a máquina que lo único que hacen es hacerle daño a la imagen de República Dominicana. A su entender, como la fama del país sigue creciendo internacionalmente es que muchas empresas se acercan al mercado local. No cree que todo vaya bien para la industria tabacalera. Fuente entiende que la llegada de Fidel Castro al poder en Cuba benefició en parte el desarrollo de la industria en República Dominicana. Con el ascenso de Castro se presentaron problemas con la materia prima que venía de Cuba por el embargo y la mayoría se fue de ese país. Muchos vendieron a grandes empresas de Estados Unidos a raíz de la coyuntura. “Jamás pensé que viviría fuera de Tampa; ese es mi pueblo querido. Es mi Tampa. Llegó un momento en que debíamos tomar una decisión. Yo estaba con mi papá en ese entonces. Nuestra tradición fue siempre hacer cigarros a mano”, explicó. Sus palabras dejan entrever que dicen más de lo que se percibe. “En cada cigarro no es el producto que nosotros ofrecemos: es nuestra tradición, nuestra historia, nuestra familia, nuestra procedencia, y al encontrarnos con la situación de industrializar el proceso y competir con los grandes, que se estaban comiendo a todo el mundo, tuvimos que salir y sobrevivir”, expresó. Luego del embargo a Cuba fue que la empresa comenzó a utilizar el tabaco dominicano porque lo consideraban el mejor y más parecido al que estaban utilizando. “En los años 70 yo venía a Santiago sin pensar que algún día viviría aquí en esta ciudad. Me quedaba en casa de don Pepe Méndez, que fue de los primeros cubanos que llegaron”, explicó. Narra que cuando comenzó a visitar Santiago no había nada qué hacer, que era una ciudad en la que solo había béisbol y un par de lugares donde ir a comer pizza. (+)UNA HISTORIA QUE LOS ACERCA AL PAÍSCarlo Fuente cuenta que su padre, Arturo Fuente, intentó entrar al mercado dominicano en los años 70, pero en Santiago aún no había oportunidad de hacer algo de esta envergadura. Luego, en medio de una reunión de amigos en La Romana, prueba un cigarro de La Aurora y reconoce que en el país hacen un buen tabaco. Venía de una amarga experiencia que tuvieron en Nicaragua, donde entraron con el apoyo el gobierno de turno. La familia, aprovechando las ventajas que ofrecía ese país para la inversión extranjera, abrió una fábrica de cigarros. Todo iba bien pero luego hubo protestas y en ese entonces los protestantes decidieron quemar los negocios de todos los cubanos. Allí perdieron todo. Se trasladaron a Honduras y seis meses después a través de un cortocircuito se quema la fábrica, perdiendo todo nuevamente. El tabaco de capa fue una idea que se sustentó en la perseverancia Al llegar a territorio dominicano Arturo Fuente Cigars dio muestras de que la perseverancia es fundamental para alcanzar el éxito. La empresa estaba utilizando matera prima local en todos los procesos con excepción de la capa del cigarro. La capa es una de las partes más importantes en el cigarro, pues es una hoja de tabaco que, por su tersura y calidad, se destina a envolver el rollo formado por la tripa y el capote, dándole al cigarro la terminación exterior o vestidura. Llegó al país en medio de una coyuntura especial de búsqueda de mercado. El proceso de mudanza se hizo con un furgón lleno de materia prima desde Tampa. En las cajas no venían mesas, sillas o algún otro mueble de oficina, sino pacas de tabaco. Hubo que comenzar la construcción de las instalaciones. El proceso se inició con siete personas, incluyendo al padre de Carlos Fuente, don Arturo Fuente. En 1986 se convirtieron en la fábrica de cigarros a mano más grande del mundo y ahí se inicia la expansión, abriendo su primera sucursal en Moca. Bajo la sombrilla de la empresa existe la Fundación Arturo Fuente, que ofrece ayuda a niños con necesidades básicas de educación, salud y otras carencias. A pesar del crecimiento que venía experimentado la empresa, Carlos Fuente se dio cuenta que si no hay procedencia no hay producto. Lo hizo mientras viajaba y las personas le hablaban del tabaco cubano. Los comentarios sobre la capa (la hoja del tabaco con que se cubre el cigarro) le ayudaron a mejorar y también se iniciaron en su siembra, arriesgando una gran inversión porque otros lo habían intentado sin éxito. Al iniciar la siembra de capa sabían que no era solo su inversión la que estaba en riesgo, sino que se trataba del país. Identifican un terreno arenoso donde las palmeras y los pinos crecían juntos. El presidente de la firma considera que el país debe fortalecer la educación, ya que si no es así no habrá desarrollo. En 100 años que tendrá la empresa en 2012 son muchas las cosas que se han hecho y la variedad de cigarros que se han elaborado han ido acorde con los tiempos. Fuente dice que cada tabaco tiene su encanto. El empresario tabacalero asegura que la decisión de su familia de establecerse en territorio dominicano fue la mejor que se pudo haber tomado. Al referirse el producto lo hace con respeto especial porque se trata de una tradición familiar centenaria, en la que han dejado el esfuerzo de generaciones y traspasado fronteras. El sacrificio se ha visto afectado por ocho incendios en toda la trayectoria de la empresa, desde que se instaló en Nicaragua, Honduras y República Dominicana. En este último perdió una cosecha centenaria.