Productos tradicionales

Industria del café nace en las lomas

EN LAS ZONAS MONTAÑOSAS DOMINICANAS 50 MIL FAMILIAS SE DEDICAN A ESTE CULTIVO

Santo Domingo.- En las ciudades y en los campos dominicanos la mañana comienza con aroma a café. Algunos hogares, oficinas y centros comerciales no abren sus puertas si antes no han preparado en una greca la bebida negruzca y estimulante. “Si no bebo café temprano me duele la cabeza”, dice Iris Lizardo, una mujer que suele colar café hasta cuatro veces por día, en cantidades suficientes para pasar dos o tres tazas a los vecinos más cercanos. Su costumbre, que es la de millones de consumidores, da vida a una industria que comienza en los principales macizos montañosos del país, de donde el fruto de los cafetales baja montado en mulas. Entre las lomas de las cordilleras Central y Septentrional, y de las sierras de Neiba y Bahoruco, el Consejo Dominicano del Café (Codocafe) ha contabilizado más de dos millones de tareas cafetaleras. En estas zonas viven cerca de 50 mil familias productoras, que recogen más de 500 mil quintales de café anualmente, el 52% en la zona Norte (Santiago, La Venga y Monseñor Nouel), y el 48% en el Sur (Peravia, San Cristóbal, Azua, Barahona y Pedernales). “El café, que no se da con la calidad adecuada en zonas bajas, constituye la principal fuente boscosa que ayuda a preservar las cuencas acuíferas del país”, explica Richard Peralta Decamps, subdirector ejecutivo del Consejo. En las provincias del Este la cosecha es marginal y de baja calidad, por eso no entra en las estadísticas. De los 500 mil quintales producidos por familias tradicionales, familias renovadas y empresas, la población dominicana consume cerca de 378 mil, equivalentes al 76%. Hacia Estados Unidos, Francia, Italia, Alemania, Holanda, Japón y las islas del Caribe el país exporta anualmente 122 mil quintales de café oro, tostado, semi-tostado y molido. Por la ubicación geográfica, los dominicanos se han convertido en los proveedores por excelencia de las islas caribeñas en las que no se siembra esta fruta. Desde el 2002, las empresas que cumplen con los estándares de calidad definidos por el Codocafe y por los reguladores internacionales, pueden colocar sus productos en los mercados de Europa y Estados Unidos bajo la marca “Dominican Coffee”, creada por reglamentación del Poder Ejecutivo. “Se ha estado trabajando en un proyecto para mejorar la calidad del café, y de la certificación de los cafés diferenciados: orgánico, de comercio justo y de origen biodinánico”, resalta Peralta Decamps al mencionar las políticas que se están implementando para aumentar los niveles de exportación del alimento generador de divisas. Solamente el año pasado la República recibió US$20.9 millones por concepto de ventas. En el mercado local el quintal de café cuesta en este momento RD$5,500, mientras la comercialización externa se desarrolla tomando el precio de referencia de la bolsa de New York, que a la fecha marca US$136 por quintal. El costo promedio de producción de las fincas ronda por los 2,900 el quintal. “Como instrumento para la lucha contra la pobreza el café es muy eficiente, porque sirve de sustento a cincuenta mil familias de zonas rurales”, considera el subdirector del Codocafe, aunque también reconoce que más del 70% de los miembros de estas familias vive en condición de pobreza. A futuro Cuando se habla de caficultura dominicana necesariamente hay que mencionar la contrariedad. Mientras los niveles de producción y exportación aumentan, los pequeños productores, que son mayoría, sobreviven en la pobreza, y hasta en la extrema pobreza. Rufino Herrera Puello, presidente de la Confederación Cafetalera Dominicana (Concafed), asegura que el Estado no lleva hasta las zonas rurales los servicios básicos, ni ofrece ayuda para mejorar las condiciones de producción. El descuido, dice, hace que los costos se mantengan altos y que los descendientes de los productores emigren hacia las ciudades, desinteresados de la actividad. Con el propósito de conseguir un beneficio extra, dice Herrera Puello, los pequeños productores se organizaron para reclamar el pago de los servicios ambientales contemplados en la ley 64- 00 sobre Medio Ambiente y Recursos Naturales. La normativa indica que los cafetaleros deben recibir incentivos monetarios por el hecho de proteger la fauna y los recursos hídricos nacionales con los cultivos que mantienen en las regiones montañosas. Sin embargo, el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales no ha dado una respuesta a esta demanda. Estas críticas manifiestas de los campesinos no son nuevas ni exclusivas. Hace dos semanas Arturo Pichardo, gerente de promoción de Industrias Banilejas (Induban), se sumó a los actores que demandan mejores condiciones de vida y de trabajo para las zonas cafetaleras. “En los campos hay demasiada gente pobre, porque faltan los servicios más básicos. Y así no se desarrolla un sector”, sostiene el representante de la principal procesadora de café de República Dominicana. En carpeta El Codocafe ha dicho que trabaja para responder con prontitud estas y otras necesidades de los actores de la caficultura nacional. En enero pasado dio inicio al Proyecto de Incremento de la Competitividad y Mitigación de la Pobreza Rural Cafetera, el cual incluye la gestión del pago de los servicios ambientales. En coordinación con el Instituto Dominicano de Investigaciones Agropecuarias y Forestales (IDIAF) realizó un estudio de valoración del aporte ambiental de la caficultura, donde se revela que la contribución de los bosques cafetaleros a los mantos acuíferos de la geografía local es de aproximadamente US$2 por cada metro cúbico de agua de uso social. “Si se logra que se reconozca y se valorice ese servicio ambiental del bosque cafetero, nuestros productores podrán tener una vía adicional de ingresos que contribuirá a mitigar los niveles de pobreza que tienen”, estima Richard Peralta Decamps. En estos momentos, a través del Codocafe, el Poder Ejecutivo aplica una estrategia de desarrollo que se enfoca en mejorar la valorización del café dominicano, aumentar los niveles de producción exportable y darle continuidad a la política de inclusión de los pequeños y medianos productores en el proceso de comercialización de la cosecha. ORÍGENES: El café es la bebida que se obtiene del fruto y la semilla del cafeto. Cada grano tiene 0.75% de cafeína en su peso. Esta sustancia estimulante del sistema nervioso es al causante de su gran demanda. Se cree que esta planta es originaria de la comunidad de Kafa, en Etiopía, de dónde pasó a los países árabes, a Europa y al resto del mundo. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) reportó que entre 1998 y 2000 se produjeron 6.7 millones de toneladas de café por año. En el 2010 la cifra podría pasar a 7 millones de toneladas. Los franceses y los holandeses todavía se disputan el honor de haber traído por primera vez el café a América. Pero los documentos históricos refieren que a la isla La Española el frutó entró por la parte occidental, en las primeras décadas del siglo XVIII. Al Santo Domingo español el cafeto llegó presumiblemente en 1735, fecha en la que fue sembrado en la loma de Panzo, en la Sierra de Bahoruco, según las reflexiones que Richard Peralta Decamps hace en su ensayo “Contribuciones para una historia del café en la República Dominicana”. Mientras la colonia francesa se enriquecía con la exportación de productos agrícolas como el café y la caña de azúcar, Santo Domingo mantenía indiferencia hacia el primer cultivo, hasta que el 8 de junio de 1768 la Corona emitió una Real Orden para determinar si las plantaciones cafetaleras afectaban las de tabaco, y para constatar la calidad de los frutos producidos de este lado de la isla. De ahí en adelante, este cultivo pasa de la inercia al desarrollo constante. Ya en tiempos de la dominación haitiana (1822-1844) se impulsó como política de Estado el cultivo de café y otros rubros, y una vez declarada la Independencia Nacional los gobiernos que se alternaron en el poder hasta 1864 siguieron impulsando la economía agrícola. El café se convirtió en un producto tradicional dominicano entre 1868 y 1915, por ser exportable. Junto al tabaco, la caña de azúcar y el cacao se mantiene como uno de los más importantes renglones del aparato agrícola de la nación.

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