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LA ESCUELA ECONÓMICA

Una parte del crecimiento económico no tiene explicación

La economía dominicana, medida por el producto interno bruto (PIB), es una de las que ha exhibido mayores niveles de crecimiento en América, e incluso, de las que muestran recuperación con mayor rapidez cuando se presentan situaciones de crisis. Sin embargo, muchos se preguntan por qué la economía local muestra una robustez tan grande a pesar de tener niveles de producción interna y de generación de divisas relativamente pequeños en comparación con su tamaño. Por ejemplo, las exportaciones de productos nacionales promedian los US$2,000 millones anual, sostenidas principalmente por el ferroníquel, que el año pasado redujo su precio internacional y por eso las ventas hacia el exterior bajaron considerablemente en cuanto a generación de divisas. La inversión extranjera directa se ha mantenido en menos de US$2,000 millones anual, mientras que el ingreso de divisas por las remesas no alcanza los RD$2,400 millones cada año. En cuanto al turismo, principal generador de divisas del país, su aporte ronda los US$4,000 millones y las exportaciones de zonas francas vienen cayendo en los últimos años, pero se puede decir que también promedian los US$4,000 millones. Pero los niveles de importación de bienes y servicios son tan elevados que superan con cresos la generación de divisas de los dominicanos y por eso el año pasado el déficit de cuenta corriente de la balanza de pagos se colocó en la astronómica cifra del 9.6% del PIB. Cuando se evalúan los niveles de producción en el sector agropecuario, de donde provienen los principales productos de exportación, se nota un lento crecimiento en algunos bienes y la reducción de otros. No se ve en el campo dominicano el dinamismo productivo de años anteriores. Sin embargo, el consumo a nivel urbano se mantiene elevado, aun en medio de una caída de la demanda interna. A pesar de todo, el PIB dominicano va en constante crecimiento y los organismos internacionales siempre elogian al país por su extraordinaria capacidad de recuperación frente a las adversidades económicas internas y externas. Eso es positivo, elogiable, pero a la vez provoca en muchos economistas expertos, incluyendo al catedrático en economía y sacerdote ido a destiempo, José Luis Alemán, la duda sobre el origen de ese crecimiento. En una ocasión, debe ser a principios del año 2005, un importante organismo internacional publicó un informe sobre el comportamiento de la economía dominicana. El extenso documento reservó un párrafo de pocas palabras en el que hacía referencia al hecho de que una parte importante del producto interno bruto no mostraba explicación cuantificable para justificar el tamaño de la economía local y que por tanto era muy probable que se tratara de “actividades de lavado de activos” que estuvieran sosteniendo esa “parte inexplicable” de la dinámica de crecimiento. Sólo dos periódicos publicaron la información en espacios reducidos. No le dieron primera plana y tampoco se le pudo dar seguimiento pues ningún representante de los sectores empresariales del país quiso opinar para reaccionar sobre la versión de ese importante organismo internacional. También ocurrió que extrañamente el párrafo del informe económico de ese importante organismo internacional fue repentinamente borrado, pues ningún periodista interesado logró acceder nuevamente a ese informe.

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