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cambio climático

Aumentan casos de enfermedades transmitidas por garrapatas; expertos culpan al cambio climático

Se trata de un problema muy común que era inexistente hace 20 o 30 años.

Una garrapata de venado vista mediante un microscopio en el laboratorio de entomología de la Universidad de Rhode Island en South Kingstown, en marzo de 2002.

Una garrapata de venado vista mediante un microscopio en el laboratorio de entomología de la Universidad de Rhode Island en South Kingstown, en marzo de 2002.Victoria Arocho / AP

En 2022, los médicos registraron el primer caso confirmado en Gran Bretaña de virus de encefalitis transmitido por garrapatas.

Un hombre de 50 años paseaba en bicicleta en el Parque Nacional North Yorkshire Moors, en Inglaterra, famoso por sus grandes extensiones de bosque y brezos morados. En un momento durante su recorrido, al menos una garrapata de patas negras se le adhirió en la piel. Cinco días después, el ciclista presentaba los síntomas asociados comúnmente a una infección viral: fatiga, dolor muscular y fiebre.

Al principio parecía recuperarse, pero una semana después, más o menos, comenzó a perder coordinación motriz. Una resonancia magnética reveló que había desarrollado encefalitis, o inflamación del cerebro. Se trataba de encefalitis transmitida por garrapata (ETG), una enfermedad potencialmente mortal que, a decir de los expertos, se está propagando hacia otras regiones debido en gran medida al calentamiento global.

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En los últimos 30 años, la temperatura promedio en Gran Bretaña ha aumentado alrededor de 1 grado Celsius (1,8 °Fahrenheit) en comparación con la normalidad histórica. Varios estudios han mostrado que diversas enfermedades transmitidas por las garrapatas se han vuelto más comunes debido al cambio climático. Las autoridades de salud pública están particularmente preocupadas por la ETG debido a su veloz propagación de país a país y porque su mortalidad es más alta que la de otras enfermedades transmitidas por la garrapata, como la enfermedad de Lyme.

Gábor Földvári, un experto del Centro de Investigación Ecológica en Hungría, dijo que es innegable la incidencia del cambio climático en la ETG.

“Se trata de un problema muy común que era inexistente hace 20 o 30 años”, agregó.

Las garrapatas no pueden sobrevivir más de un par de días en temperaturas bajo cero, pero subsisten en condiciones de bastante calor si hay suficiente humedad en el medio ambiente. A medida que aumentan las temperaturas promedio del planeta y los inviernos se vuelven menos fríos, las garrapatas se vuelven activas meses antes de lo que era usual. El cambio climático afecta cada etapa del ciclo de vida de las garrapatas: huevo, larva de seis patas, ninfa de ocho patas y adulta, al alargar el periodo en el que pueden alimentarse de las personas y los animales. Incluso un calentamiento global de una fracción de grado crea más oportunidades para que las garrapatas se reproduzcan y transmitan enfermedades.

“El número de garrapatas que sobreviven al invierno está aumentando, y en la primavera hay una gran actividad de ellas”, dijo Gerhard Dobler, un médico que trabaja en el Centro Alemán de Investigación de Enfermedades Infecciosas. “Esto podría aumentar el contacto entre garrapatas infectadas y humanos, y causar más enfermedades”.

Desde su descubrimiento en la década de 1930, el virus se ha detectado principalmente en Europa y regiones de Asia, como Siberia y el norte de China. El mismo tipo de garrapata es portadora de la enfermedad en esas áreas, pero el subtipo del virus varía según la región. En lugares donde el virus es endémico, las picaduras de garrapata son la principal causa de los casos de encefalitis, aunque también es posible infectarse por consumir leche no pasteurizada de ganado infectado por garrapatas. La ETG no se ha encontrado en Estados Unidos, aunque algunos estadounidenses se han infectado en visitas a Europa.

Según la Organización Mundial de la Salud, cada año se presentan entre 10.000 y 12.000 casos de la enfermedad en Europa y el norte de Asia. El número total de casos a nivel mundial quizá sea inferior a la cifra real porque los conteos no son fiables en los países donde la población tiene escaso conocimiento de la enfermedad y los departamentos de salud no están obligados a reportar los casos al gobierno. Pero los expertos aseguran que ha habido un evidente aumento desde la década de 1990, en especial en países donde la enfermedad era infrecuente.

“Vemos una tendencia ascendente de los casos en humanos”, dijo Dobler, que señaló aumentos en Austria, Alemania, Estonia, Letonia y otros países europeos.

La ETG no siempre pone en peligro la vida de las personas. En promedio, alrededor de 10% de las infecciones derivan en una forma severa de la enfermedad que a menudo requiere hospitalización. Pero una vez que se presentan síntomas severos, la enfermedad ya no tiene cura. La tasa de mortalidad entre quienes desarrollan síntomas severos oscila entre 1 y 35%, dependiendo del subtipo de virus, siendo el más letal el del lejano oriente. En Europa, por ejemplo, se registraron 16 muertes en 2020 entre alrededor de 3.700 casos confirmados.

Hasta la mitad de los sobrevivientes de ETG en grado severo tienen problemas neurológicos persistentes, como insomnio y agresividad. Muchos infectados son asintomáticos o presentan síntomas leves, señaló Dobler, así que la cifra real de casos en algunas regiones podría ser 10 veces mayor a las proyecciones incluidas en los informes.

Aunque existen dos vacunas contra la ETG, su aplicación es baja en las regiones donde el virus es nuevo. Ninguna de las vacunas cubre los tres subtipos más frecuentes, y un estudio de 2020 propuso el desarrollo de una nueva vacuna que brinde mayor protección contra el virus. En Austria, por ejemplo, la tasa de vacunación contra la ETG es de casi 85%, según Dobler, y aun así el número de personas infectadas mantiene una tendencia ascendente, lo que en su opinión es indicio de la influencia del cambio climático en la enfermedad.

En el centro y el norte de Europa, donde las temperaturas anuales promedio han aumentado alrededor de 2 °C (3,6 °F) en la última década respecto a la era preindustrial, los casos documentados del virus han ido al alza en las últimas décadas, lo que según algunos expertos es evidencia de que el incremento de las temperaturas en el mundo ha favorecido una mayor actividad de las garrapatas. También se ha advertido que estos arácnidos parásitos han estado desplazándose más hacia el norte y hacia mayores altitudes a medida que la temperatura sube a niveles que les son favorables en territorios que antes les eran inhóspitos. Las regiones norteñas de Rusia son un excelente ejemplo de hasta dónde se han desplazado las garrapatas transmisoras de la encefalopatía. En zonas montañosas de Alemania, como Baviera, y Austria, donde antes no había garrapatas, el número de casos reportados se ha multiplicado por 20 en los últimos 10 años.

El espectro cada vez mayor que el virus cierne sobre Europa, Asia, y ahora en partes de Gran Bretaña, pone de relieve los peligros de la enfermedad transmitida por las garrapatas. El ciclista británico, que fue el primer caso de infección dentro de sus fronteras, sobrevivió a la encefalitis, pero el episodio sirve de advertencia para la región: aunque el virus continúe siendo poco frecuente, podría no ser así por mucho tiempo más.