CHINA
Xi pide al G20 dinamizar la economía global
En la víspera del inicio de la cumbre de jefes de Gobierno del G20 de Hangzhou, el presidente chino, Xi Jinping, instó ayer a sus participantes a que busquen recetas para dinamizar la economía global y frenen el proteccionismo.
Líderes de todo el mundo comenzaron a congregarse a lo largo de la jornada en esta ciudad del este de China, convertida en capital diplomática del mundo gracias a una frenética actividad centrada en la guerra de siria, la recuperación económica o el cambio climático.
Xi, al inaugurar un foro empresarial previo a la cumbre, estableció para el G20 una agenda dominada por los asuntos económicos y pidió al resto de líderes que garanticen la estabilidad en los mercados financieros y un comercio mundial “abierto y transparente”.
China, que en condición de país anfitrión marcará la pauta de las discusiones, aspira a que la política no “distraiga” a los participantes de su gran objetivo en la cumbre: convertir el G20 en el foro económico internacional de referencia para coordinar medidas de impulso del crecimiento y fijar las estrategias a largo plazo.
El G20, dijo Xi, “no solo pertenece a sus miembros, sino al mundo entero”. En ese sentido, el presidente chino aseguró que las principales economías desarrolladas y emergentes del planeta deberían aspirar a que los beneficios del crecimiento económico y el desarrollo humano se extiendan a todos los países y pueblos.
Reunión con Obama
El presidente estadounidense, Barack Obama, reiteró ayer a su homólogo chino, Xi Jinping, su “firme” apoyo a los derechos humanos en China, cuando se vive en este país la peor oleada de represión desde finales de los años 80.
El mandatario estadounidense hizo mención a uno de los temas más espinosos de la relación entre ambas potencias durante la reunión que los dos líderes celebraron ayer.
Obama subrayó la necesidad de que China proteja la libertad religiosa de “todos sus ciudadanos”, después de las controvertidas políticas que ha emprendido Xi Jinping desde su llegada al poder, como la retirada masiva de cruces de las iglesias que pueblan el este de China o los encarcelamientos de líderes religiosos acusados de “subversión”.
Xi, por su parte, se opuso a que ningún país interfiera en sus asuntos internos en nombre de los derechos humanos y dijo a Obama que Pekín “garantiza la libertad de credo de acuerdo a la ley”.