Por la Línea Noroeste

Lo primero que hicimos el lunes don Américo y yo fue viajar a la Línea Noroeste para darles el pésame a los familiares del cantante de merengue típico Chico Torres, fallecido el domingo. Llegamos a Cepillo, un barrio de Monción, compartimos con parte de los familiares y de ahí partimos al restaurant Madonna para almorzar, luego de comprar tocino de chivo ‘sin ley’ en la ‘Capital del chivo’. No hubo tanta lluvia, aunque sí un deslizamiento en el camino, lo que no fue tormento para seguir indagando y comprando de lo que venden en la carretera. Pues me comí un chivo horneado. ¡Pero qué chivo sin ley! Fui preparada mentalmente para degustarlo, me lavé las manos para saborear las costillitas tiernas con un delicioso sabor a orégano, acompañado de tostones, y ahí comprendí que por eso es que la Línea es famosa por ese plato. De ahí nos fuimos a comprar un famoso dulce de leche ahumada que venden en la carretera y luego nos fuimos por la sombrita a Navarrete a escuchar la música de los alumnos de la Escuela de Música Mariano Hernández y los otros músicos que acompañan a Orlando (El Potro). Nos deleitamos escuchando merengue derecho, apambichao y mangulina, esta última es raro que los grupos típicos la tengan en su repertorio. Tengo deseos de que se organice otra degustación típica, con varios acordeonistas, que elevemos más nuestra música, la que es bastante enriquecedora y que nos traslademos a Navarrete, Monción, Altamira, Valverde, Santiago de los Caballeros, Santiago Rodríguez o quedarnos en la Capital para que suene tan alta nuestra música que empapemos de alegría a los que se sienten dominicanos, que son muchos y que no sea en esos pueblos lejanos que tengamos que ir para escuchar o bailar un merengue típico sino que se levante la bandera de la dominicanidad, que ondee bien alto y nos sintamos orgullosos de tener en este género de güira, tambora y acordeón la alegría de un pueblo que canta, baila, toca y goza. Don Américo Mejía tiene la palabra y el deber de complacernos con esta degustación típica que tanto alegra el espíritu, ya que son pocas las emisoras en la ciudad que colocan la música típica. Pues al final nos detuvimos en Turey para comprar una rica arepa que no tiene madre.